Pablo Escobar falleció hace casi 28 años, el 2 de diciembre de 1993, y es el día en que aún se habla de él. Cuando no se ahonda en las versiones de su muerte, se indaga por episodios inéditos de su trasegar como cabeza al mando del cartel de Medellín, ese que puso en jaque a todo un país en las décadas del 80 y el 90. Pero no solo es el narcotraficante quien sigue llamando la atención, también lo hacen sus hijos, aunque nada tienen que ver con la ilegalidad en la que él vivió.
Todavía a algunos colombianos les inquieta saber qué pasó con Juan Pablo Escobar, el hijo mayor de Pablo, así como de Manuela Escobar, la menor de sus descendientes, que tenía nueve años de edad cuando el mafioso murió.
Pues bien, Juan Pablo Escobar es arquitecto, diseñador industrial, escritor, conferencista y autodenominado pacifista. Y aunque durante años vivió en la relativa tranquilidad del perfil bajo al que conllevó haber cambiado su nombre a Juan Sebastián Marroquín Santos, luego se atrevió a contar la faceta más íntima de su padre.
Pecados de mi padre se llamó el primer material autobiográfico de Juan Pablo, un documental proyectado en 2009. Pero también hubo otro filme que llegó al Festival de Cannes en 2017, con el nombre de Escobar al descubierto, en el que incluyó fotografías poco conocidas de Pablo y los testimonios de quien fue su esposa desde que ella tenía 15 años, Victoria Eugenia Henao Vallejo.
Las letras también han sido el camino para que Juan Pablo Escobar deje al desnudo lo que implicó ser el hijo del que fue el capo más buscado del siglo XX. De ahí dos libros publicados por la Editorial Planeta Colombia: Las historias que no deberíamos saber (2014) y Pablo Escobar In Fraganti (2016).
Las palabras para su padre incluso han estado presentes en sus redes sociales, como pies de foto de las imágenes que comparte. “¿Cómo podría decir sin ofender, ni glorificarte, que extraño al padre y no al criminal? TQM Papá. 1949 - 1993 Q.E.P.D.”, publicó en su Instagram en conmemoración de los 27 años de la muerte de Pablo.
Con 44 años de edad, Juan Pablo, que tiene un hijo llamado Emilio —segundo nombre del capo—, se dedica además de sus dos negocios en Argentina —de arquitectura y de prendas de vestir—, a donde se mudó una vez fue abatido su padre. Además, a través de conferencias, busca compartir un mensaje de paz.
“Aproveché la oportunidad que me dieron los jefes del cartel de Cali de conservar mi vida y cumplí la promesa de irme del país, de educarme, de ser un hombre de bien”, explicó al diario uruguayo El País.
LA VIDA DE MANUELA ESCOBAR HENAO
De la vida de la hija del narco, Manuela Escobar Henao, quien cambió a su nombre a Juana Manuela Marroquí Santos, poco se conoce. Contrario a su hermano, ha preferido mantener la sencillez de la vida que implica mantenerse distanciada de su pasado, al menos en redes sociales y medios de comunicación.
“Mi hermana NO es una persona pública, disfruta de su privacidad y de tener el privilegio de llevar una vida normal. No le debe nada a nadie y vive tranquilamente alrededor nuestro y de los que la queremos. Nosotros respetamos su privacidad”, se lee en una publicación en Instagram de Juan Pablo.
Tiene 38 años y de ella solo se conoce lo escrito por José Alejandro Castaño, que recoge las vivencias de Manuela en el libro Cierra los ojos, princesa. Una de las fotos más recientes de ella fue tomada en Palermo , Argentina, y data de 2019.
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