Cinco canciones para recordar al compositor Mario Gareña

Este barranquillero se dedicó a la música desde sus 19 años y con una carrera artística de más de cuatro décadas logró componer letras y melodías que son recordadas en el país y en el mundo entero

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El cantante Mario Gareña fue uno de los principales expositores de la cultura colombiana. Este barranquillero se dedicó a la música desde sus 19 años y con una carrera artística de más de cuatro décadas logró componer letras y melodías que son recordadas en el país y el mundo entero. Incluso, aunque sus mayores éxitos son de mediados del siglo pasado, hoy en día se siguen escuchando.

Gareña es el responsable de una de las canciones más populares del país: Yo me llamo cumbia. Esta composición nació como una sugerencia de su colega Francisco Zumaqué, buscando que el compositor exaltara el Caribe, pero terminó trascendiendo y se convirtió en una insignia del país.

“Van a pasar muchos años antes de que se vuelva a componer una cumbia más bella que Yo me llamo cumbia. Mario Gareña fue su autor y además, su mejor intérprete. Es un tema cumbre de la música popular colombiana”, aseguró el investigador musical Jaime Rico Salazar en su Diccionario de la Canción Popular en Colombia.

El resto de la obra de este personaje también es resaltada por su nivel lírico y su capacidad para adaptarse a distintos ritmos. Los melómanos colombianos lo tildan como polifacético, porque cantó ritmos caribeños pero también balada y boleros.

A continuación, Infobae Colombia lista algunas de las canciones de Gareña que siguen escuchándose en las fiestas familiares de los colombianos:

Yo me llamo cumbia

‘Te dejo la ciudad sin mí’

‘Qué linda’

‘Raza’

‘Mi novia es Barranquilla’

<b>Así fue la carrera musical de Mario Gareña</b>

El compositor nació el 25 de septiembre de 1932 en Barranquilla (Atlántico) y sus padres lo bautizaron como Jesús Arturo García Peña, pero decidió cambiarse el nombre y combinar sus apellidos para formar su identidad artística. Esta modificación la hizo alrededor de 1951, cuando tenía 19 años e iniciaba su carrera musical como miembro de la orquesta que el director musical francés Sebastián Solari consolidó en Cali (Valle del Cauca). En ese momento, Gareña era la sensación de lugares como el Club Colombia y el Club San Fernando.

Pasados unos años, en los que logró mejorar sus habilidades artísticas, Gareña llegó a Medellín (Antioquia) para grabar un disco con la orquesta Sonolux, en el que logró cantar a dúo con Frank Cortés Pintadita de luna, una versión en español del tema italiano Tintarella di luna. Esto le abrió más puertas al barranquillero, que logró trabajar con cantantes como Lita Nelson, Gladys Viera, Noel Petro y Antonio González.

Después de haber recorrido su natal Barranquilla, Medellín y Cali, Gareña por fin llegó a Bogotá, la capital colombiana. Aquí el artista logró el máximo pico de su carrera, pues fue invitado a escenarios relevantes para la época como el hotel Tequendama y el Grill Candilejas.

Era 1970 y Gareña ya tenía 20 años de experiencia musical y su estilo era claro: cantaba cumbia, balada y bolero, pero su vestimenta no iba por esa línea. Usaba camisas abiertas de solapa, pantalones bota campana y elementos más característicos de rockeros internacionales, y su estilo le agradaba a todo el público.

Incluso, esa identidad visual más internacional lo ayudó a conquistar el exterior. Representó a Colombia en el Festival Latinoamericano de la Canción de Nueva York y se llevó el primer lugar con Te dejo la ciudad sin mí.

Durante los siguientes años, Gareña se dedicó a la música hasta 1990, cuando decidió lanzarse a la Presidencia de la República por el Movimiento Amor por Colombia. Las probabilidades de ganar eran casi nulas, y así quedó evidenciado en la contienda, cuando logró solo 2.411 votos, equivalente al 0.03 % de los sufragios válidos en las elecciones que ganó César Gaviria, el candidato del Partido Liberal.

Años más tarde, el barranquillero se mudó a Utah (Estados Unidos), donde vivió hasta este 26 de agosto cuando murió a sus 88 años tras una caída.

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