Provenientes desde Miami, pero con origen del medio oriente, este par de hombres Hassan Jalali Bidgoli, de 54 años, y Amir Mohit Kermani, de 51 años, empresario del sector inmobiliario y médico quiropráctico, respectivamente, llegaron a Colombia en 2013 atraídos por la locura del oro, lo cual los hizo aterrizar en el departamento del Chocó, zona ubicada al noroccidente del país, conocido por la explotación artesanal del preciado metal.
Una vez llegaron a Quibdó, zona municipal del departamento, estos dos iraníes iniciaron toda una estructura para aprovechar una zona azotada por la pobreza, el conflicto armado y la corrupción, pues en el municipio Andagoya, también llamado Medio San Juan, a 82 kilómetros de la capital, era el sitio estratégico para la extracción del oro, pues allí está el cruce de dos importantes ríos: el San Juan y el Iro.
Al llegar a la zona y ver el trabajo artesanal que realizan los bateadores, estos hombres les ofrecieron más dinero por los gramos de oro que extraían del río, mucho más de lo que sus compradores habituales les pagaban, pues pusieron a su disposición maquinaria y elementos químicos que ayudaban obtener más facil el oro, y por consiguiente, un mejor pago por su trabajo.
Según la informado en 2020 por el medio local, Chocó 7 días, las autoridades dicen que los dos iraníes ofrecían a los barqueros un 10% más del valor comercial por cada castellano de metal, precio superior al que ofrecían los demás comercializadores.
Así fue cómo poco a poco, con la ayuda de un policía, logró hacer llegar maquinaria brasileña al recóndito lugar, y empezó toda una explotación y contaminación sin precedentes en este vegetativo lugar de Colombia, pues entrañas de la selva y los lechosos ríos se vieron envenenados por gran cantidad de químicos peligrosos como mercurio y cianuro, el cual no era el único fin.
Ahora, Jalali Bidgoli y Mohit Kermani debían pensar cómo sacar el oro del país, es ahí cuando se idean las empresas ficticias relacionadas con la industria de extracción y comercialización de oro, Vencol y Comercializadora Internacional C. I, cometido que lograron con la ayuda de un hombre venezolano del que sólo se conoce que se llamaba ‘Moises’.
Asimismo, se conoció que estos dos hombres lograron entablar el negocio y tener total libertad para dicha explotación, gracias a un trato con el ‘Negro Domínguez’, un desmovilizado de las Farc que era el cabecilla de una cuadrilla del Clan del Golfo que opera en esta zona y que se disputaba el control territorial con estructuras del ELN y otros grupos paramilitares.
El ‘Negro Domínguez’ era clave en el negocio, pues él recibía una gran cantidad de dinero por parte de los extranjeros para poder explotar la zona y para que les diera protección. Sin embargo, en 2019, este guerrillero fue capturado en Turbo, Antioquia, en medio de una operación que adelantaron la Tarea Conjunta Aquiles del Ejército.
En un reciente artículo, publicado por una investigación por parte de los medios colombianos Cuestión Pública y La Liga Contra el Silencio, quienes lograron obtener información judicial del expediente que contiene las condenas a cinco miembros de la organización, que fueron emitidas en 2018, reveló que existen documentos de Cámara de Comercio, en los que se hace la constitución de dos sociedades en Medellín y Quibdó en 2011: Tala Internacional Trading SAS y Talbras SAS, con las cuales los iraníes lograban hacer la venta del oro en Estados Unidos y Canadá.
Sin embargo, la publicación de estos medios señala que a pesar que Hassan Jalali Bidgoli, y Amir Mohit Kermani, son mencionados en los expediente de los cinco capturados (Moisés Ortiz, Walter Cordero, Anthony Camargo, Lainer Arboleda y José Germán Arboleda), que fueron sentenciados en 2019, por daño a los recursos naturales, contaminación ambiental, explotación ilícita de yacimientos de oro y concierto para delinquir, “no ha existido nunca orden de captura” en contra de los dos iraníes, indicó Juan José Salazar, un abogado de la firma de Diego Cadena que los representa.
Por su parte, David Nunez, quien defiende a los dos iraníes en Estados Unidos, sostuvo que los abogados en Colombia han estado en comunicación con la Fiscalía desde que en febrero de 2019 se les informó sobre una indagación preliminar contra ellos, asimismo, admitió que sus clientes ya tiene una circular azul de Interpol, que implicaba conocer su ubicación, pero no extradición o solicitud de arresto internacional.
A la investigación de los medios colombianos se unió El Miami Herald, El Nuevo Herald y el buró de Washington de McClatchy, quienes indicaron que los problemas comenzaron en junio del 2017 cuando la policía, los soldados y el personal del regulador ambiental Codechocó localizaron tres dragas de funcionamiento ilegalmente en el departamento, lo que generó las anteriormente mencionadas detenciones, que fueron el 5 de diciembre del 2018.
En medio de la defensa de los iraníes, su abogado David Nunez, ha señalado que sus clientes nunca han vendido “un solo gramo de oro” y precisó que en 2010, lo que ellos hicieron fue prestar dinero a Carlos Marulanda, un colombiano que tenía la intención de “comprar oro en Colombia e importarlo a Estados Unidos para venderlo”.
De acuerdo con lo emitido por El Nuevo Herald, Jalali Bidgoli conoció a Juan Carlos Marulanda porque era uno de sus subcontratistas en el negocio de la construcción en Estados Unidos, quien paralelamente se dedicaba a la compraventa de oro junto con Josecarlo Souffront, un venezolano radicado en Colombia desde 2009. Según el medio, Souffront tenía experiencia en minería y tenía una operación de compra de oro ya establecida en Chocó para vender a minoristas del sur de Florida.
“A los señores Jalali Bidgoli y Mohit-Kemani se les aseguró que todas las debidas licencias serían obtenidas y que se cumplirían todas las leyes y regulaciones aplicables “, indicó Nuñez y agregó “no obstante, ellos no fueron inversionistas en la exportación prevista y posterior venta del oro. Simplemente prestaron los fondos y esperaban el reembolso”, dice la comunicación escrita del abogado a las preguntas que han enviado los medios involucrados en la investigación.
De acuerdo con el informe que realizaron los dos medios colombianos, el venezolano Souffront explicó que él conoció a los dos iraníes en febrero de 2011, cuando Marulanda le habló de ellos y le contó que esto dos socios, en Estados Unidos, querían invertir dinero en el oro y por ellos les presentó a Jalali Bidgoli y Mohit-Kermani.
Tanto Marulanda como Souffront afirman que los iraníes no hicieron un préstamo, sino que realizaron una inversión 100.000 dólares para comprar una draga y que ellos pusieron otra parte del dinero. Es en ese momento se conoce de otro socio, el brasileño Flavio Pereira; un experto técnico en minería, según Souffront.
Todo este entramado de inversiones se empezó a poner hostil, cuando Marulanda se dio cuenta que los iraníes, usaron a Souffront para aprender del negocio del oro y luego trataron de sacarlo, por lo que él se empezó a negar a trabajar con ellos y ofreció devolver el dinero y revertir el tema de la draga.
Se conoce que Souffront abandonó Colombia en octubre de 2011, según él porque una organización ilegal dedicada al cobro de dinero lo buscó y aceptó “transferir” sus operaciones a cambio de unos 50 millones de pesos en dos cheques (unos 28.499 dólares de la época). En Medellín operan las llamadas “oficinas de cobro”, herederas del Cartel de Medellín, que se dedican también al narcotráfico, la extorsión y otros delitos y es por ellos que Souffront huyó del país.
Según entrevistas realizadas por los medios que realizan esta investigación, otras dos fuentes a las cuales les protegen por su seguridad, confirmaron lo dicho por Souffront.
Por el momento, lo que sí es evidente es el impacto ambiental que dejó todo el complicado de acciones de estos inversionistas, quienes directa o indirectamente aliados de la fuerza pública y el conflicto armado que se libra con grupos paramilitares en el Chocó, se les permitió el desangre de oro en esta zona de Colombia.
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