En medio de la conversación sobre el conflicto armado, que Álvaro Uribe considera terrorismo y no una guerra interna, el expresidente le contó al presidente de la Comisión de la Verdad cómo sucedió un atentado en su contra, cuando ya se perfilaba como futuro presidente, en el que tuvo que tomar una metralleta para defenderse.
El hecho ocurrió el 25 de octubre de 1997 cuando Álvaro Uribe era gobernador de Antioquia y el país se preparaba para elecciones regionales al día siguiente. El entonces dirigente regional había hecho gira por el departamento para promover la votación y asistencia a las urnas.
Uribe pasó del municipio de Argelia a San Francisco en el Urabá, una zona que empezaba a ser de dominio de la guerrilla del ELN, para invitar a la participación electoral, pero desde el momento en que pisó el casco urbano notó que la tensión estaba alta.
“Yo vi que el alcalde de San Francisco no estaba, cuando al rato subió a la carrera, muy asustado y dije: “Algo pasa”, recordó Uribe mientras conversaba con el padre de Roux en su casa de Llano Grande. El entonces gobernador llegó a bordo de un helicóptero y tomó un camino en pendiente hacia la plaza, donde era la reunión para hablar con la comunidad.
“Cuando íbamos a llegar a la plaza, él me cambió el sitio; me dijo: “Gobernador allá hay una tribuna en la plaza pero no vamos allá, hable desde aquí”. Y yo le hablé a la comunidad desde una esquina y hablé hacia la calle que no tenía visual hacia la plaza”, rememoró Uribe.
Desde allí, el gobernador le pidió a las personas que asistieran a las urnas y promovió la participación electoral, que según dijo había sido reconocida su labor por Ernesto Samper, entonces presidente de la República y hasta Jaime Garzón, quien lo había acompañado en algunas de esas actividades.
Tras el discurso, el alcalde de San Francisco le dijo que no se fuera sin tomar algo antes y lo llevó a un segundo piso. Allí se encontró con un amigo suyo de la universidad, llamado Hernán, que trabajaba como personero del municipio. “Me dijo: Muy guapo usted gobernador, mencionó una mala palabra, pero de cariño, de estar aquí hoy. Yo no sé uno por qué es confiable, espontáneo, le vine a prestar atención a eso después. Salgo yo, no voy a la plaza, tomo el camino arriba y cuando me iba a subir al helicóptero esa ráfaga de disparos”.
Mientras abordaban el helicóptero con la comitiva, guerrilleros del ELN dispararon en contra del gobernador. Miembros del Ejército y la Policía repelieron el ataque, pero Uribe trató de ayudar a los miembros de su equipo que aún no estaban a salvo en medio de la balacera con fusilería.
“Logré que saliéramos en un helicóptero militar. Yo mismo le dije a los militares, por favor, préstenme una metralleta, vamos a cubrir la salida del helicóptero de la Gobernación de Antioquia, no vamos a dejar asesinar a los compañeros”, señaló Uribe en la conversación.
“Yo encontré la metralleta que estaba obstruida, cuando ya salieron los compañeros sentí descanso y cuando llegué a Medellín me dijeron: “Mataron al padre”. Un sacerdote que me quería, que trabajaba conmigo en un tema de educación de campesinos bachilleres, lo mataron cuando hicieron ese atentado contra mi equipo y contra mi persona que era el gobernador”, recordó Álvaro Uribe.
El atentado causó la muerte del padre Antonio Bedoya que las autoridades atribuyeron al ELN. Su muerte y el atentado desató una escalada de violencia en el municipio y todo el Urabá, incluso en las elecciones del día siguiente solo votaron entre 7 a 12 personas, como recordó Uribe en la conmemoración de los diez años de atentado.
“Él manejaba aquí el Sistema de Aprendizaje Tutorial. Habíamos avanzado enormemente en esa Gobernación con el Sistema de Aprendizaje Tutorial. Llegamos a unos 20 mil campesinos. El Padre trabajaba aquí con el fraile Francisco Campo. Eran contratistas de la Gobernación (de Antioquia). Estábamos muy contentos celebrando el éxito del SAT. Él me contó ese día con mucha emoción todos los progresos. Y el terrorismo, que no tiene alma, el terrorismo que no tiene frenos, disparó a ver cómo asesinaba al Gobernador del departamento y asesinaron al padre Antonio Bedoya”, dijo Uribe en una visita a San Francisco en el 2007.
De acuerdo con la Pastoral social de la Diócesis, que rememoró los hechos a los 20 años de la muerte, el padre Bedoya dijo antes de morir: “Si mi muerte contribuye para que se acabe la guerra y el derramamiento de sangre, yo ofrezco mi vida”, porque se había entregado en su labor a ayudar a los más vulnerables de la comunidad.
En el mismo municipio habían sido secuestrados días antes dos observadores internacionales de la Organización de Estados Americanos y un colombiano, pero después de los hechos, San Francisco fue centro de la escalada mayor del conflicto en el departamento. Hizo parte de los cascos urbanos con incursiones armadas y ocurrió su destrucción con un ataque a la Estación de Policía y la muerte de 11 civiles y un uniformado en solo 1998.
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