La historia de Grey Mayerlis Sierra López, quien hoy en día tiene 36 años comienza en el año 2000 cuando conoció a su 15 años a Alí Waked, un chico libanés de 17 años, quien iba a su misma escuela en Maicao, la Guajira de donde es oriunda.
“Acababa de cumplir 15 años y cursaba octavo grado de bachillerato. Un día, al salir de clases, conocí a Alí Waked, un chico libanés de 17 años, quien llevaba allá en la ciudad tres años con su papá. Se volvió mi novio”, contó en entrevista a la Revista Semana.
Grey desde el comienzo percibió algunas actitudes complejas dentro de la relación, como que Alí le compró un celular para mantenerla controlada cuando ella no estuviera con él de forma física, sin embargo, en medio del enamoramiento normalizó un comportamiento que hoy reconoce que era una señal de que algo no iba bien.
En medio del amor que sentía la colombiana en el 2001, se enteraron de que iban a ser padres y esto hizo que todo con Alí se formalizara de forma rápida.
“Fuimos novios por un año, pero en 2001 me embaracé. Alí habló con mi papá y le pidió el permiso para que yo fuera su mujer. No hablábamos de matrimonio, pues la religión musulmana se lo prohibía, pero él quería tenerme en un espacio privado solo para él”, narró Sierra.
Sin embargo, lo que para la mujer parecía ser una historia de amor, después de enterarse de su embarazo se fue en picada. La razón por la que el libanés pidió a sus padres tenerla como su mujer fue para esconder que en camino venía una hija, pues se sentía avergonzado. Todo transcurrió de forma tan extraña que, al comienzo, ni siquiera el sujeto le dio el apellido a Duaa.
“Mi hija fue registrada en Maicao, con mi apellido paterno, Sierra, y me tuve que presentar como madre soltera. Alí se negó a darle el apellido a la niña por miedo a ser descubierto, a pesar de mis ruegos”, contó y agregó que, tiempo después, la familia de Alí se entero de la existencia de Duaa y se encariñaron con ella.
Pero ahí venía otro problema, pues al no aceptar la propuesta de que se llevaría a Duaa al Libano, llevaron el caso a Bienestar Familiar, donde le practicaron prueba de ADN y, posteriormente, le quitaron la custodia a Grey.
“Una jueza le otorgó la custodia de la niña (a Alí), argumentando que yo vivía en un barrio muy pobre (Colombia Libre), en hacinamiento y que la niña era mal cuidada. Esa misma tarde me obligaron a entregársela”, narró.
Ella peleó por la custodia de su hija, que un Juzgado de Riohacha le concedió, pero Alí insistió e interpuso un recurso ante la Corte Suprema de Justicia en Bogotá y le concedieron la custodia de Duaa. Desesperada por la situación, Grey decidió huir con ella a Valledupar, pues temía no volver a ver a su pequeña.
En Valledupar duró unos meses escondida y pese a todo tranquila, pues cambió hasta sus nombres para no ser encontrada, pero Alí, por medio de correo electrónico, logró convencerla de que volviera y que comenzaran todo de cero.
“Alí me mandaba toda clase de e-mails rogándome que volviera con la niña e incluso aceptó retirar la denuncia por secuestro y firmar la custodia compartida. Me dejé convencer y regresé a Maicao”, señaló.
Todo parecía ir bien, pues se fueron a Cali, donde todo parecía estar bien, y en el 2010 decidieron irse a vivir a Venezuela, donde nació su segunda hija, Suyud, y en el 2012 deciden ir de vacaciones al Líbano.
“En 2012 fuimos al Líbano, supuestamente de vacaciones. Debíamos volver a Venezuela tras pasar un mes, pero Alí se negó. Me dijo que la condición para dejarme ir es que tenía que dejarle a las niñas, que ya tenían diez y dos años, respectivamente”, puntualizó.
La mujer se quedó por estar con sus hijas y en esa estadía recibió maltrato de todo tipo, físico, psicológico y verbal. Pero lo que hizo que todo empeorará fue que Alí se casó con otra mujer, mientras ella cuenta que la tenían encerrada.
“Para mi sorpresa, Alí se volvió a casar con una mujer árabe en 2014, aún estando conmigo. Él decía que nos habíamos separado ya en Venezuela, pero eso es falso, porque nunca se firmó nada. Terminamos viviendo todos en la misma casa. Mi lugar estaba al lado del garaje”, contó con profunda nostalgia.
Finalmente en el 2017 escapó y comenzó una batalla legal que nuevamente perdió pues, al no saber árabe y no ser del Líbano, el juez falló en contra de la colombiana. Ella ya dio a conocer el caso en la embajada de Colombia, pero asegura que las autoridades no pueden hacer mucho debido a los acuerdos que mantiene con el país del Medio Oriente.
Actualmente, Grey vive sola en un departamento pequeño y sobrevive trabajando como manicurista a domicilio y vendiendo tejidos que hace a mano, ya no puede ver a sus hijas, pues a veces lograba contactarse con las niñas por medio de amigos de la familia, pero una vez Alí se enteró la maltrató a ella y a Duaa.
Ante la historia que cuenta la colombiana, el ciudadano libanes niega todo y apela a señalar que Grey es una mujer con problemas mentales. “Son las mentiras provenientes de una mente enferma”, fue la frase que uso Alí para describir el relató de la guajira.
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