“En el escenario somos unos viajeros en el tiempo, esa es nuestra esencia”: entrevista con Burning Caravan

La banda franco-chileno-colombiana lanzará su cuarto álbum de estudio en el Teatro Julio Mario Santo Domingo de Bogotá, el próximo 30, 31 de julio y 1 de agosto. Tres fechas para saltar y bailar los ritmos gitanos.

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Si cada uno de los miembros de la Burning Caravan tuvieran que escoger una sola palabra para definir la banda dirían futuro, sueño, fe, familia, incansable y gozo. Aunque también es “viaje”, pues sea porque se escuche por primera vez o porque se les conozca desde hace nueve años, la Burning siempre transporta a sus seguidores, con melodías, a lugares lejanos llenos de magia y fantasía.

La agrupación franco-chileno-colombiana es una mezcla cultural incuestionable. Sus seis miembros se ensamblan como las carpas de circo de En el Espacio como las velas de los barcos de Las Historias de los Hombres y las máquinas del tiempo de Ciudad Faro. Estos tres álbumes han reunido por casi diez años la esencia de una banda que además de crear melodías viajeras, han inventado universos paralelos a través de la música.

Con un show lleno de gráficas coloridas, cambios de vestuario en escena; canciones que van desde el vals y el tango, hasta el rock o la cumbia, la Burning llegará a las tablas de Teatro Julio Mario Santo Domingo el próximo 30 y 31 de julio y 1 de agosto para sacar a la luz su cuarto álbum de estudio titulado Más allá del mundo.

Infobae Colombia habló con Francisco Martí, vocalista, letrista y director artístico, y Mario Romero, baterista de la banda sobre el transcurrir de estos años en la industria musical, los cambios que han tenido, la composición y grabación de su nuevo disco y lo que será el espectáculo de apertura para volver a vibrar en los escenarios de la capital.

Infobae: Siempre hay un antes y un después en la vida de las personas. Cuéntenme a qué se dedicaban antes de crear la Burning Caravan

Francisco Martí (FM): Había llegado hacía unos años a Colombia era actor y director de teatro, era coordinador en una academia y docente también. Teníamos un proyecto con Diana (pianista y acordeonista) y con Javier (compositor, guitarrista y productor musical) que era Classicstone Ensamble que es una banda que todavía existe de tributos musicales. Luego empezamos a componer y vino una banda que fue como el semillero de la Burning

Mario Romero (MR): Estaba recién graduado de la universidad, empezaba mi empresa de producción. Yo estudié música con Javier y Pablo (saxofonista) en la Javeriana. Empecé mi productora audiovisual y tenía otra banda, así que intentaba vivir del sueño de la música.

¿Cómo deciden consolidar la banda después de esta exploración? ¿Cómo llegan los otros integrantes de la Burning?

FM: En esa época conocí a un par de franceses simpáticos que tenían una sanduchería en Bogotá. Los dos eran cocineros y músicos, llamaban mucho la atención porque tocaban el jazz gitano, eran muy capos.

Cuando los conocí nos invitaron a comer a su casa, nos cocinaron y comenzaron a tocar. Yo quedé muy impresionado, así que íbamos todos los viernes a cocinar y comer y además tocar con ellos. Luego me invitaron a cantar estándares de jazz.

Un día me invitaron al Festival de la Libélula Dorada porque iban a tocar con el Gypsy Jazz Cuarteto, en esa época tocaban con Olivier Lestriez (bajista y contrabajista) y me invitaron a cantar. Ese día nos fue muy bien y desde ese momento empecé a hacer parte de la banda.

Ahí empezamos a componer por primera vez música original. Luego nos convertimos en la Burning Caravan porque ya no era solo un cuarteto de interpretación clásica o stands de jazz sino una banda completa. Al poco tiempo estos franceses volvieron a su país de origen y solo quedó Olivier, así que ahí empezaron a entrar otros miembros, Diana con el acordeón, Javier que estuvo inicialmente en la batería y luego Mario.

Desde el primer álbum ustedes han puesto a sus fanáticos en mundos fantásticos, viajes a ciudades con seres irreales. Su música es casi como leer los cuentos de Julio Verne, porque además acompañan la narrativa con melodías que a mí modo de ver también apelan a esa fantasía. ¿Cómo fluye esa idea de imaginar mundos distintos? ¿Cómo crean sus canciones?

FM: Primero que todo nuestro punta pie inicial para empezar a crear fue esta identidad gitana, que tiene que ver con ese amor por la libertad y por viajar, por no enraizarse en ningún lugar. Nosotros teníamos mucha empatía con el espíritu gitano sin ser, lamentablemente, de raíces sanguíneas de esa cultura. Nos gustaba mucho el tema de los viajes, la libertad y la aventura.

A partir de ahí ya empezamos a componer y las letras salían de lo convencional, del amor y desamor (que es como el 90 % de todas las letras musicales). Las canciones empezaban a narrar esos anhelos de libertad, viajes que no eran solo por el planeta tierra sino por otros mundos, otras dimensiones que a su ves se plasmaban en nuestro vestuario.

Teníamos estas gafitas para atravesar los universos. En el escenario somos unos viajeros del tiempo, ese es nuestro personaje en escena.

Todas las composiciones responden a lo que hemos sido desde el inicio, quisimos ir más allá de la música y letras convencionales y no solamente entregamos canciones sino creamos universos imaginarios donde la gente pueda habitar y pueda por un momento renunciar a esta realidad para meterse en otra.

Han sido nueve años de muchos cambios, pero sobre todo de mantener ese sello característico. ¿Cómo creen que ha evolucionado la banda a días de estrenar su cuarto disco?

El primer disco es súper cirquero, es muy ‘gypsy’. El segundo es más melancólico, el mar es el protagonista, todos los viajes son en el agua, de una costa a otra, es lo que encuentro y lo que dejo, tiene una temática de desarraigo. Olivier y yo somos emigrantes, entonces el tema del desarraigo es una constante en nuestras vidas y estuvo ahí reflejado.

El tercer álbum que fue Ciudad Faro, ya cada canción es un universo distinto y en el caso de este cuarto disco Mas allá del mundo, es una historia que habla de unos viajeros aprisionados en esta realidad de cuarentenas que deciden subirse a una máquina inter-temporal para iniciar viajes por otros lugares donde van a encontrar, respuestas perdidas, se van a topar consigo mismos y luego volverán a encontrarse con su grupo.

Más allá de una banda sabemos que somos una especie de colectivo artístico de artistas no solamente musicales sino escénicos.

¿Cómo fue la composición de este cuarto álbum, en medio de las cuarentenas y el encierro?

FM: En medio de las cuarentenas nos empezamos a reunir y teníamos tantas ganas acumuladas de tocar (porque nunca habíamos estado tanto tiempo sin vernos) que cuando llegábamos al estudio a tocar era tanta la euforia que empezaban a salir temas. Mario empezaba a tocar un ritmo, Javi otro, el bajista seguía y luego yo empezaba a improvisar.

Creo que este ha sido uno de los discos más colectivos que tenemos, porque surgió de la necesidad urgente de tocar y cuando nos juntamos fueron surgiendo la gran mayoría de los temas ahí, in situ.

Ya después de tener esto, Javier, quien es el encargado de concluir con las composiciones, hacía su trabajo. Luego de este proceso colectivo, yo transformo todo en una letra y propongo una melodía que pegue con la armonía de Javo que a su vez surge de una propuesta de todos: del espíritu de cada canción.

¿Cómo fue la grabación de las ocho canciones?

MR: Fue una cosa mágica porque por la cuarentena nos tocó aplazar la grabación. Siempre habíamos contado con la experiencia y el conocimiento de Mario Breuer, él vino para los discos pasados, para este no pudo por la pandemia, y entonces pensamos en alguien que nos diera un look sonoro un poco más moderno. Pensamos en Uriel Dorfman ingeniero de Cerati, de Los Fabulosos Cadillacs y fue maravilloso. Trabajamos en Árbol Naranja, nos encerramos siete días a trabajar todos, algunas canciones las grabamos en bloque, otras en grupos: Oli y yo (bajos y percusión) Javi guitarra, Diana y Pablo hicieron otras cosas y luego Francisco.

Pero fue una grabación maravillosa, fue como un oasis, estábamos en pandemia y poder grabar un disco en esas condiciones fue un fortuna.

¿Qué sonidos nuevos hay?

MR: El banjo. Javi es un explorador musical y pudimos integrar el banjo. Musicalmente cada uno ha ido evolucionando desde su instrumento, y es una exploración que nos ha traído hasta este punto y el reto ha sido seguir haciendo música libre que la gente pueda decir “esto es Burning” y creo que lo hemos logrado.

FM: Desde el segundo disco yo creo que la banda se volvió muy ecléctica, ya no éramos solo del gypsy jazz, empezó a ser una característica nuestra pasar de un tango a una cumbia, y luego a un balkan, o una balada y un vals. En este disco mantiene ese espíritu porque es parte de nuestra identidad.

Pero yo siento que en Más allá del mundo se nota la madurez de que llevamos tocando nueve años. Yo escucho las canciones y siento que están muy bien hechas. Creo que es mi disco favorito, son las que quedaron mejor hechecitas.

MR: En el disco se van a poder encontrar con boleros, tango, música andina, hay una canción que está cantada en cuatro idiomas, sorpresas hay por montones. Sé que la gente va a escuchar esto y le va a encantar, pero lo va a ver en vivo y van a decir “recontra wow”.

Ya conocemos dos temas de este álbum que son Lockdownska y Respuestas perdidas, ¿hay alguna es especial que más les guste?

FM: hay una que dice: Con quien hablo cuando me hablo, quien le responde a mí mismo, con quién hablo si hablo conmigo, quién responde quién responde al otro lado del frío... La letra de esta canción no sé en qué momento ni como surgió, pero cada día que pasa termino de entender lo que quise decir, porque pienso en qué estaba tratando de comprender.

En ella me formulo preguntas de que estoy tratando de comprender seriamente cosas que pasan en mi cabeza, en un sofá sentado en la cuarentena durante muchas noches solo, tratando de comprender cosas y el resultado es cómico. Lo escribí como un drama, pero al final es chistoso el cuestionamiento. Esa es una de mis favoritas en cuanto a letra.

Además muy apropiada para este momento donde nos hemos tenido que enfrentar tanto a nosotros mismos y a nuestra existencia...

FM: exacto, es un conjunto de preguntas existenciales, que hasta el día de hoy me las formulo.

Hablemos del show del 30, 31 de julio y 1 de agosto. ¿Cómo será esa puesta en escena y con qué se van a encontrar los asistentes del concierto?

FM: Nuestra puesta en escena tendrá los elementos de siempre, pero desarrollados hacia este universo. Hay nuevas visuales, hay unos elementos coreográficos en las tablas muy bonitos que vienen del espectáculo que hicimos en El dueño de todas las cosas.

En este caso aprendiendo de esa experiencias hay unas coreografías interpretaciones muy de clown. Como en Gravedad adversa, donde somos realmente unos clown en escena haciendo carreritas y cosas.

Vamos a tener muchos cambios de vestuario en escena, vamos a jugar a ponernos ropa distinta ahí, así que cada canción quedará con una fotografía distinta, como hacer muchos conciertos (se ríe) porque van a haber muchas variaciones. Sombreros, chaquetas, abrigos, accesorios.

La segunda parte será para interpretar las canciones más queridas por la gente. Viene un repertorio donde nos conectamos con las canciones que quiere la gente. Uno reconoce a todos sus hijos, así que aunque sea difícil tenemos una selección.

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