En las últimas semanas la región del Norte de Santander y su capital han sido noticia debido a que en menos de 10 días se presentaron dos atentados de gran importancia con instituciones y funcionarios del Estado, como lo fue el del batallón y contra el helicóptero presidencial. Estos hechos visibilizaron una vez más la crítica situación de orden público que atraviesa la región –con impacto nacional e internacional–; y de los alcances de los criminales que tienen los grupos armados de la zona y que en los últimos años se han fortalecido tanto de forma militar como de forma económica con el narcotráfico.
“Esos dos hechos son el resultado del deterioro social, producto del narcotráfico. Cúcuta no solo es de las zonas más críticas de Colombia, sino de América Latina”, comentó para El Tiempo el alcalde Jairo Yáñez y agregó que al día de hoy se calcula que la capital tiene presencia de por lo menos 12 grupos ilegales.
De acuerdo con información oficial de inteligencia, se calcula que entre los principales grupos se encuentran: ELN y las disidencias de las ex-Farc, sumados a reductos del EPL, el ‘clan del Golfo’, las Autodefensas Gaitanistas, ‘los Canelones’ y ‘los Rastrojos’, suman 4.500 hombres armados en ese departamento.
Las facciones armadas se han fortalecido en la zona urbana por diferentes factores principales, el primero es que al ser una zona fronteriza y rodeada de tierra próspera para la siembra dichos grupos han fortalecido el mercado de narcóticos y cultivos.
“La porosa frontera de 2.200 kilómetros, gran parte de la cual recorre un terreno escarpado, también tiene unos 200 cruces fronterizos informales, muchos de ellos localizados en territorios controlados por grupos armados ilegales. La pasta de coca y la cocaína fluyen fácilmente a través de la frontera, de acuerdo con algunas fuentes ayudados por funcionarios corruptos de ambos lados especialmente de Venezuela que fortalecido sus alianzas con las guerrillas”, señaló el portal de Crisis Group.
Según el diario colombiano El Tiempo, desde hace varios años y gobiernos, el 90% de la coca del Catatumbo sale hacia Venezuela y desde el territorio vecino mafias internacionales (incluidos capos mexicanos, turcos e italianos) la envían a Centroamérica, Estados Unidos y Europa.
La segunda es la agudización de la pobreza que se profundizó con la migración y con la pandemia que dejó sin oportunidad a muchos ciudadanos, pues muchos negocios quebraron, otros disminuyeron sus entradas y el panorama creó un escenario en el que la tasa de pobreza extrema, de acuerdo con el Dane, pasó del 10% en 2019 al 20% en 2020.
“La situación está desbordada. Varios de estos grupos ya los tenemos en la ciudad. ‘Prácticamente estamos rodeados y la falta de oportunidades es el mejor caldo de cultivo”, asegura Jaime Marthey, defensor regional del Pueblo.
La presencia de los grupos ha aumentado el registro de delitos entre los que se encuentran expendios de microtráfico, tráfico de gasolina y prostitución, tráfico de armas y hasta venta de bebés venezolanos.
El tercer factor es que esta situación se han venido alertando desde hace un año, y a la que hasta el momento no se ha dado solución. De acuerdo con El Espectador, en el mes de marzo del 2020, la Defensoría del Pueblo había anunciado a través de la alerta temprana de inminencia n.° 011-2020 que en los corregimientos de Palmarito, Banco de Arena, Puerto Villamizar, Aguaclara, Guaramito, San Faustino y Ricaurte “se prevé la ocurrencia de homicidios selectivos y múltiples (masacres), confinamiento de la población civil, reclutamiento y utilización de niños, niñas y adolescentes, imposición de restricciones a la movilidad y amenazas y ataques contra los procesos sociales, líderes y lideresas de la zona”.
El cuarto, la dependencia que existe entre Cúcuta y Catatumbo como lo contó Mario Zambrano, vocero de ‘Cúcuta Cómo Vamos’. “El nivel de interdependencia entre Cúcuta y Catatumbo es alto. Todo lo que pase en un lado influye en el otro y la presencia del Estado es débil”, aseguró.
Un ejemplo es que esa región acumula más de 40.000 narcohectáreas, según cifras de 2019, convirtiendo a Norte de Santander en el mayor productor de coca del país, lo que hace que en Cúcuta aumente la venta y tráfico de estupefacientes.
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