El miedo a morir de Gustavo Quintana, el ‘doctor muerte’ colombiano que practicó más de 400 eutanasias

A sus 74 años y por causas naturales, falleció el principal promotor de la muerte asistida en Colombia. A pesar de su labor, el galeno le tenía un gran aprecio a la vida y miedo a la muerte.

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Gustavo Quintana, médico que practicó
Gustavo Quintana, médico que practicó más de 400 eutanasias, murió a sus 74 años el pasado primero de julio a causa de un infarto. Foto: Colprensa

El vallecaucano Gustavo Quintana, quien tuvo que huir del municipio de Tuluá en 1955 por la violencia, tuvo una formación jesuita en el colegio San Bartolomé de la Merced. A pesar de su conexión con Dios, se decidió por la ciencia al estudiar medicina en la Universidad Nacional. Lejos de un ejercicio convencional que pretende preservar la vida, el galeno decidió dedicarle su vida al derecho a la muerte.

Se conoció el jueves, primero de julio, que el llamado ‘doctor muerte’ falleció tras haber sufrido un infarto en su residencia en Bogotá a sus 74 años. De acuerdo con La FM, la familia, comprometida con que Quintana continuara dedicado a su pasión, donó el cuerpo del galeno a un anfiteatro de una universidad.

Quintana es considerado como el principal defensor del derecho a la eutanasia en Colombia desde mucho antes de que hubiera un marco normativo definido en la materia. Fue apenas en 2015 que, después de esfuerzos de su parte y la firma del entonces ministro de Salud Alejandro Gaviria, se logró definir en qué casos es viable.

Sin embargo, el activismo de Quintana viene desde tiempo atrás. Según una entrevista que le otorgó a la revista Semana, tuvo un consultorio tradicional de medicina durante 35 años. En esa época, tuvo su primer acercamiento a la muerte: un accidente que, por poco, lo deja cuadripléjico.

“Mientras me llevaban al hospital le advertí al médico que si tenía una lesión en la médula espinal no dejara que me hicieran nada. Es decir, que me dejara morir. Desde ese momento consideré que pasar el resto de mi vida en una cama era una cosa muy difícil para lo que yo era en ese entonces”, expresó el galeno a la revista.

La primera eutanasia

De ahí, se acercó a la eutanasia y practicó su primer procedimiento en la década de los 80 y, coincidencialmente, la paciente fue una amiga cercana del galeno. La mujer, enferma de cáncer cerebral, recayó en la enfermedad después de ser dada de alta.

Por la gravedad de la enfermedad, contó a Semana, los médicos no podían operarla por el riesgo de que muriera en el intento. Un día, luego de una visita, Quintana se dio cuenta de que la mujer pesaba menos de 30 kilogramos y había perdido capacidad cerebral.

“Le dije a la hija que cómo permitía eso. Hablé profundamente con su hija y entendimos que la dignidad de su madre merecía respeto. Esa fue mi primera eutanasia. Sé que si ella me viera hoy, me lo agradecería”, expresó al medio.

En abril de 2019, en entrevista con CNN, el hombre explicó que había realizado cerca de 400 eutanasias en su vida. Esto, entre insultos y personas que lo tildan de “asesino” por su labor.

Sin embargo, como recibe ataques, también es blanco de súplicas por parte de enfermos terminales y agradecimiento proveniente de las familias de los mismos. “Es difícil porque la gente a veces me agradece, y yo no entiendo por qué me agradecen darle la muerte al ser que aman. De pronto me agradecen la dignidad con que yo llevo a cabo el procedimiento”, expresó al medio semanal. Para la consciencia limpia, dice el vallecaucano, lo que le ayudaba es meditar, tal como le enseñaron los jesuitas.

Su miedo a la muerte

Quintana amaba la vida y vivió hasta que la muerte natural lo detuvo. De acuerdo con Semana, su pasión por la experiencia terrenal iba hasta desear vender el alma por 50 años más viviendo.

A El Espectador, el ‘doctor muerte’ contó que sus hijos no permitirían que se realizara una eutanasia y, a los mismos, les hizo una promesa en vida. “Mi hija menor tiene 20 años, cuando tenía 17 me dijo que la eutanasia me la pondrían por encima de su cadáver. Yo le respondí: ‘Mi cielo, lo que me dices evidencia todo el amor que me tienes y te acompañaré hasta que mis enfermedades me lo permiten’”, indicó, quien recalcó que le pidió a su hija que lo dejara ir con “pudor indemne”.

A pesar de escoger el pudor, el hombre no quería morir. En Blu Radio confesó su miedo a la muerte y expresó haber vivido a plenitud hasta ese momento.

“Muy curiosamente sí le temó a la muerte, a pesar de que sé que ella es absolutamente inevitable. Disfruto tanto de mi vida que no quisiera pensar en ella, pero no la desconozco. Y como no la desconozco, creo que vivo intensamente cada minuto de la que tengo”, confesó en una entrevista en 2017.

A pesar de su partida, Quintana dejó una guerra ganada con la bendición de la Corte Constitucional que, en 1997, despenalizó el procedimiento. Además, a pesar de sus propias críticas, logró que se estableciera el marco de requisitos para la eutanasia. Se fue naturalmente e inconforme, pero con la certeza de que 400 personas lo reconocerán por nombre propio en el más allá.

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