El pasado 26 de julio la noticia de la muerte de Belisario Marín se tomó las noticias nacionales. Luego de batallar durante varios días en contra del coronavirus y sus complicaciones, y tras estar internado en la Clínica Imbanaco de Cali por cerca de dos semanas, Marín falleció a sus 71 años de edad. La historia para llegar a convertirse en uno de los más populares divulgadores del turismo en Colombia llama la atención: sin recursos económicos y con una pasión empírica e innata, Belisario construyó una de las empresas de turismo más exitosas del país.
Desde joven, el empresario ya tenía varias ideas de lo que quería hacer con su futuro. Con apenas 18 años, Belisario ya era sargento del Cuerpo de Bomberos Voluntarios de su municipio Caicedonia, secretario de la Junta de Deportes y miembro del Club de Leones, de acuerdo con la información biográfica que ofrece el portal web de su empresa. Con estos tres cargos bajo su poder, Marín no se detuvo. A sus 21 años, ya tenía nuevas responsabilidades: se convirtió en recaudador de rentas departamentales, Tesorero Municipal en Caicedonia e inspector de bosques en Tuluá.
Durante los nueve años siguientes, hasta que cumplió 30 años, trabajó como funcionario del Ministerio de Agricultura, específicamente en el cargo de Promotor de Usuarios Campesinos de dicho Ministerio. Seis años después se convirtió en el presidente de su propia empresa. A su nombre, y hasta el día de su muerte, tuvo a la agencia de viajes Promotora de Turismo Belisario Marín.
La línea de tiempo de su éxito, sin embargo, se construyó a partir de varios esfuerzos. Belisario llegó a Cali a probar suerte; sin dinero, sin contactos, sin estudios. Con una profunda confianza en sí mismo, y con una enorme creatividad, adjetivos que el mismo se otorgó en una entrevista con el diario El País, en el 2018, logró convencer a cincuenta personas y armar su primer viaje como promotor turístico.
Su pasión por organizar este tipo de encuentros y por tener su propia agencia promotora surgió luego de ver una revista en la que se promocionaba una empresa llamada ‘Coviajes’ en la que aquella organización ofrecía prestar dinero, sin cuota inicial, para viajar. “Por Dios, se me apareció la Virgen. No falta sino una persona como yo que quiera a la gente, que les diga a todos ‘hermano’ y los convenza de viajar” y así se me ocurrió la otra idea, crear la promotora de turismo”, le dijo Marín a ese medio de comunicación.
Con la idea de crear lo que es hoy la agencia de viajes Promotora de Turismo Belisario Marín, el fallecido empresario se subía a los buses urbanos de Cali para conseguir clientes, “me subía desde las 5:00 a.m. a decir: ‘Soy Belisario Marín, oriundo de Caicedonia, Valle, hijo de Erasmo y Gabriela. Los invito a San Andrés. Yo canto, cuento cuentos y tengan por seguro que los atenderé como reyes’ (...) la mayoría rasgaba los volantes, pero dos o tres personas preguntaban: ‘¿Cuánto vale?’. Me sentaba y les hablaba hasta convencerlos. Así conseguí las primeras 50 personas, del primer viaje. El éxito fue tan grande que al año y medio ya era dueño de un hotel en la isla”.
Inició su empresa con la ayuda de un par de ‘mentiras piadosas’, como él mismo relató. En su entrevista con El País, hace casi tres años, reveló que tuvo que mentir sobre los datos que entregó para consolidar legalmente su empresa. Así mismo, en Cali, logró convencer a un sacerdote franciscano para que lo confesara y le regalara un tiquete de un viaje que estaba organizando para ir a San Andrés. Ese mismo sacerdote lo confesó luego de que el le comentara que había tenido que mentir para montar su negocio. Marín consiguió el boleto para irse y allí, en la Isla, logró planear un primer recorrido de cinco días, al que llevó, entre otras personas, a las que logró convencer en aquel bus en Cali.
Para montar las primeras bases de su empresa invirtió todo el dinero que lo acompañaba en ese entonces que, según la biografía de su portal web, eran tan solo $400. Logró convencer, con aquellas ‘mentiras piadosas’, a la Corporación Nacional de Turismo para que le concediera un permiso provisional para organizar una agencia de viajes. Los cuatrocientos pesos los consiguió prestados en una panadería a cambio de un reloj de pulso.
Su primer gran reconocimiento, en medio de su arduo trabajo, fue el que logró cuando invitó al equipo América de Cali, cuando obtuvo por primera vez el título de campeón del fútbol colombiano, para que realizara su pretemporada en la isla de San Andrés. Consiguió, para ese entonces, que la línea aérea SAM le regalara, por el sistema de canje publicitario, veinte pasajes aéreos, y costeó los gastos de los invitados bajo el cobro de las entradas a un partido amistoso entre ese equipo de fútbol y la selección de San Andrés.
Hacia el 2018, cuando Marín habló con ese medio de comunicación, confesó que no sabía de internet, y que tampoco sabía inglés, pero que eso no era ni había sido un impedimento para movilizar a la cantidad de gente que confiaba en él para conocer lugares nuevos. “Tengo mil ideas, soy entusiasta, busco complacer a la gente, tanto que hoy, luego de 40 años, muchos son fieles”, comentó
Entre uno de sus objetivos recientes, resaltados por El País, Marín quería atraer a la gente para visitar a Colombia, para él uno de sus últimos deseos era convertir al territorio nacional en un punto de atención importante para extranjeros y oriundos del país.
“Estoy dedicado a traer gente a Colombia con una idea sencilla que consiste en decirles a los colombianos, que viven en el exterior, que se conviertan en los mejores promotores turísticos del país, invitando a sus mamás, esposas, amantes, amigos, compañeros y demás, a que compartan la habitación en un viaje a Colombia, que el turista extranjero pague un precio muy bajo por diez días en Bogotá, Cartagena, Eje Cafetero y Cali, mientras que el colombiano no paga”, concluyó.
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