En el desarrollo de las protestas por el paro nacional que duró más de 40 días con marchas multitudinarias en todo el país y del que a casi dos meses de su inicio todavía se mantienen algunas formas de manifestación pacífica, fueron varios los monumentos y estatuas que cayeron a manos de las comunidades indígenas. Recientemente, los muiscas realizaron una especie de funeral a una de las estatuas que cayó en Bogotá.
La primera figura en caer fue la de Sebastián de Belalcázar en Cali, el mismo día en que iniciaron las manifestaciones. El pasado 7 de mayo, los indígenas misak derribaron la estatua del conquistador español Gonzalo Jiménez de Quesada, que estaba en la Plazoleta del Rosario, de Bogotá y este 20 de junio los indígenas de la comunidad muisca hicieron presencia en el lugar porque, señalaron, el espíritu del español los llamó.
“Realizamos la camin-Ata sagrada Biqacha 2021 que tenía como propósito limpiar, sanar y perdonar toda nuestra historia de sangre, violencia y dolor dentro de este territorio, llamado Bogotá en el que recordamos su nombre de origen Muyquyta. Allí con canto y danza, silencio y ofrenda hicimos la mortuoria de Gonzalo Jiménez de Quesada (Gojique)”, explicó en Facebook Epiara Murillo, una de estas indígenas.
Según conoció el diario El Tiempo, cuando los muiscas se enteraron de que sus hermanos misak había derribado la estatua del conquistador, entraron a ver las imágenes de la caída para entender lo sucedido y saber por qué sentían un llamado hacia ese lugar. “Necesitábamos ver los detalles y hacer énfasis en ellos”, señaló el gobernador de Oriente Buntkua Yari Maku al medio.
El gobernador indígena explicó que la forma en la que cayó la estatua tiene un claro significado para ellos, razón por la que realizaron un funeral simbólico. “La estatua cayó dando un giro, que representa el espiral del tiempo, y de frente contra la tierra. Ese giro sucede cuando se cierra un ciclo. Su frente sobre la tierra significa que estaba pidiendo perdón”, detalló.
Según él, la caminata sagrada la realizan cada año desde 2015, pero en esta ocasión la realizaron en este punto porque el espíritu de Gonzalo Jiménez de Quesada les estaba pidiendo perdón. De hecho, relataron al diario capitalino que el llamado de perdón empezó desde el año pasado, y se hizo tan fuerte, que la comunidad empezó a prepararse para hacer un acto de perdón al español.
Cabe recordar que Jiménez de Quesada fue en conquistador de lo que hoy se conoce como la sabana de Bogotá, territorio ocupado por los muiscas, a quienes enfrentó, torturó y asesinó el colonizador. “Él instauró una ciudad de una colonia europea sobre tierras nativas en un lugar que es el útero del mundo (...) No solo su parte física. Su respiración contaminó como un covid el territorio muisca. La madre tierra no pudo volver a parir, se perdió la biodiversidad, la cultura del pensamiento, las semillas y saberes. Ellos venían por el oro, que es el óvulo de la madre tierra y que para nosotros es sagrado”, dijo el gobernador indígena.
Para realizar esta caminata sagrada con la estatua del conquistador para que finalmente su espíritu trascendiera, los indígenas muisca debieron retirar el monumento del Instituto Distrital de Patrimonio Cultural. Luego de esto realizaron una serie de rituales en diferentes puntos de Bogotá, la caminata los llevó por zonas de La Candelaria, Santafé y Mártires, donde hay lugares sagrados para los indígenas.
Los indígenas solicitaron la estatua prestada al IDPC y organizaron el morturio. El gobernador indígena reveló a El Tiempo que “hubo un novenario anticipado y el 20 de junio llegamos al río Bicachá (San Francisco). Con los bastones de mando golpeamos las piedras del río para que el espíritu emergiera y que el agua gobernara”.
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