Este viernes, el expresidente colombiano Juan Manuel Santos llegó a la Comisión de la Verdad para dar su versión sobre las ejecuciones extrajudiciales o ‘falsos positivos’ que se dieron mientras era ministro de Defensa de 2006 a 2009 en el gobierno de Álvaro Uribe. En el recuento que hizo, reconoció que al inicio no creyó en los rumores que le llegaron, pero no fue hasta que se enfrentó con la realidad a mediados de 2008 que tomó cartas en el asunto.
Según Santos, varias personas le habían comentado que esa práctica se estaría dando y aunque se tomaron medidas por actuaciones irregulares aisladas, no terminó de entender la gravedad del asunto hasta que el soldado del batallón Calibío John Fredy Ortiz, hijo de Aicardo Ortiz, denunció que su padre había sido asesinado por compañeros suyos.
“La ONU había confirmado que se trataba de un falso positivo, porque a su oficina en Bogotá el hijo de la víctima fue a denunciar el hecho. Se trataba precisamente de este soldado, con el que nos entrevistamos, quien además había sido testigo directo de otros asesinatos cometidos por el batallón “Calibío”. A su padre de 67 años lo había matado el batallón y lo había reportado como guerrillero muerto en combate”, dijo Santos ante la Comisión.
El 8 de julio de 2008, soldados de dicha unidad militar entraron a la casa de Aicardo y le dispararon a quemarropa. Luego aprovecharon que sus vecinos lo conocían como ‘Murciélago’, tomaron ese apodo y lo presentaron como un guerrillero de “alta peligrosidad”, según contó el soldado Eduard Alejandro Castaño Bolaños, uno de los responsables, ante el Juzgado Primero Especializado de Medellín.
A Ortiz lo vistieron con prendas guerrilleras de las Farc, le acomodaron un radio y lo presentaron ante sus superiores, que ya estaban al tanto de la situación. Cuando John Fredy Ortiz se enteró decidió destapar lo que sabía: les dijo a las autoridades que ya conocía de la práctica de falsos positivos. Explicó sobre el ‘kit de legalizaciones’, que era con lo que vestían a las personas asesinadas para hacerlos pasar como guerrilleros, explicó sobre la inteligencia que hacían estas personas para estudiar a su víctima y atacarla, justo como sucedió con su papá en Yoló, Antioquia.
“El general Padilla, que había sido subcomandante de la Brigada XIV y conocía la región, le hizo muchas preguntas [a John Fredy], a las que el soldado respondió con precisión. Por primera vez tuvimos frente a nuestros ojos con toda nitidez la realidad de los falsos positivos”, indicó Juan Manuel Santos.
Santos Calderón contó que les ordenó a los comandantes de la Brigada XIV y del Batallón Calibío a que se presentaran ante él para explicar qué había sucedido. “Después de escucharlos, nos quedó claro que las explicaciones de los oficiales sobre la muerte de este señor no eran creíbles”.
Según recoge El Espectador, a Aicardo Ortiz lo entregaron en una bolsa por petición de su hijo que habló con los altos mandos encargados de la operación, quienes se dirigían a su papá como ‘perro’, término que usaban, según John Fredy, para referirse a las víctimas de falsos positivos.
Esa persona fue el coronel Wilson Ramírez Cedeño, a quien en 2008 destituyeron desde el Gobierno por los señalamientos en su contra y quien más tarde fue condenado a 37 años de prisión por el Juzgado Penal del Circuito Especializado de Descongestión en Cartagena. Sus cargos fueron por homicidio en persona protegida y secuestro simple.
Después de esto, el entonces ministro de Defensa Juan Manuel Santos conoció del caso de los jóvenes de Soacha, uno de los más relevantes en la historia de los falsos positivos. Según el expresidente, lo que pasó en Soacha “nos acabó de poner los pelos de punta”.
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