Más de 90 millones de pesos ofrece el FBI para resolver el misterio de dos colombianas desaparecidas hace 5 años en Miami

La desaparición, el 30 de mayo de 2016, de la colombiana Liliana Moreno y su hija Daniela Moreno se ha convertido en un misterio de las autoridades norteamericanas.

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Fotos: FBI
Fotos: FBI

Este 1 de junio, después de cumplirse cinco años desde que se perdió cualquier rastro de las mujeres en el condado de Miami-Dade, el FBI de la ciudad ofreció 25.000 dólares por información que conduzca al paradero de Liliana y Daniela y resolver el misterio de su desaparición.

Según el comunicado de la oficina de investigaciones norteamericana, las autoridades no han descartado una acción criminal detrás de la desaparición de las dos mujeres que vivían en la ciudad de Doral, en el estado de la Florida.

Las autoridades recordaron que al momento de la desaparición, Liliana Moreno tenía 41 años y su hija Daniela Moreno 8 años de edad. Fueron vistas por última vez cerca de la tienda Home Depot en 13895 West Okeechobee Road en Hialeah el 30 de mayo de 2016 y desde entonces no se ha tenido ningún contacto.

Tras la denuncia de desaparición, las autoridades realizaron el registro de rigor en la vivienda de Liliana, donde encontraron indicios de que tenía intenciones de regresar a su casa, debido a que había comida preparada y estaban sus pertenencias personales.

“El FBI está apoyando al Departamento de Policía de Miami Dade y al Departamento de Policía de Doral con su completa capacidad. Cualquier persona que tenga información sobre el paradero de Liliana y Daniella, por insignificante que sea, debe comunicarse con el FBI al 1-800-CALL-FBI o enviar una pista en tips.fbi.gov”, señaló la autoridad.

La familia y las autoridades han sostenido sospechas de Gustavo Castaño, la expareja de Liliana, debido a que fue la última persona en estar con ellas, además es el padre de la menor. Sin embargo, él ha negado cualquier vínculo con la desaparición y no se ha probado su participación en los hechos.

La historia de la desaparición

Gustavo Castaño conoció a Liliana Moreno en una disco de Miami, Florida. Él era el dueño del lugar; ella arquitecta. Pronto se enamoraron. O eso parecía. Fruto de la corta pasión, en 2007 la joven quedó embarazada. Pero el emprendedor colombiano no quería saber nada con ser padre y le exigió a su pareja que terminara con la gestación. Pero ella se negó. Fue entonces que decidió abandonarlas. Ese mismo año nació Daniela.

Seis años después, en 2013, las vio en un centro comercial. La nostalgia habrá recorrido su interior y Castaño quiso entablar una relación más cercana con quien era su hija. Liliana se mostró de acuerdo. Al fin y al cabo, no quería negarle a la pequeña la posibilidad de conocer y crecer más cerca de su padre. Las cosas parecían mejorar. Pero -siempre parecería haber un pero- había algo extraño: el vínculo debía desarrollarse en el más absoluto de los secretos. La familia de él no podría enterarse.

Pero el lunes 30 de mayo de 2016, cuando los antiguos novios mantenían una relación solo comercial, un teléfono sonó en una vivienda de Cali. En tierra colombiana atendió una de las hermanas de Liliana. Del otro lado de la línea estaba Castaño, quien les informaba que hacía tres días que no tenía noticias de ella. Las mujeres -Carolina y Yamileth- no entendían nada. ¿Qué tenía que ver ese hombre con su hermana?

Sin embargo, algo en la historia no cerraba. Carolina le contó al hombre que ese mismo 30 había hablado más temprano con su hermana. La desesperación, sumada a la distancia, provocaron una profunda angustia en la familia de la arquitecta desaparecida. Se comunicaron con amigos que vivían en Miami y les pidieron que se acercaran a la vivienda que la mujer tenía en Doral, Miami Dade, para constatar que ella estuviera allí.

Los amigos reaccionaron de inmediato. Su Toyoya Corolla color azul estaba allí, aparcado junto a su apartamento. Golpearon a la puerta esperando que alguien respondiera. Sin suerte. Preocupados, se comunicaron con el Departamento de Policía de Miami Dade para que intentara ingresar a la propiedad. Cuando finalmente pudieron ingresar -de acuerdo al diario El Tiempo, de Colombia- notaron que la casa estaba en perfecto estado, ningún signo de violencia e incluso un detalle dejaba lugar a las especulaciones más remotas: comida fresca y dos platos listos para servirse estaban en la cocina. ¿Quién o qué había interrumpido el almuerzo de Liliana y Daniela?

El lunes 30 de mayo, mientras Liliana y Daniela estaban en su propiedad, hacia el mediodía sonó el llamador de la puerta. Era, nuevamente, Castaño. De acuerdo a su declaración ante la policía, fue él quien las recogió en su automóvil. Una vez dentro comenzaron a discutir. Según dijo las dejó en Turnpike Avenue. El ambiente allí no es el más citadino: arbustos, agua, maleza y cocodrilos rodean el lugar. Al reconocer que las había visto ese lunes se desenmascaró la primera de las mentiras del hombre quien en la primera comunicación con la familia les había dicho que había estado con la mujer 48 horas antes, el sábado.

Desesperado y rodeado por la evidencia, ese jueves 2 de junio, Castaño intentó lo peor. Se encerró en un auto de alquiler en un parking de una conocida cadena de venta de artículos para la vivienda, sacó un cuchillo y comenzó a cortarse el cuello. La policía de Miami Dade -alertada por la familia del sospechoso- lo halló y consiguió neutralizarlo a tiempo.

Las sospechas sobre la actuación de Castaño aquel 30 de mayo comenzaron a agigantarse. Tanto que el caso fue asignado al Departamento de Homicidios y no al de Desaparición de Personas. “Mi opinión como investigador es que acá hubo un homicidio premeditado, planificado con antelación y ejecutado, no dudo, en compañía de otras personas”, dijo el detective Fernando Álvarez, director de investigaciones de Missing Children Global Network.

Así y todo, las sospechas no son suficientes. Y todas las pruebas o indicios que los policías recogen contra el sospechoso son “circunstanciales” con lo cual no pueden imputarlo por el crimen o la desaparición. La familia de Liliana le ruega al ex dueño de la discoteca que confiese. Esa sería la única forma de saber con precisión qué fue lo que ocurrió aquel mediodía. “No sé hasta cuando le llegará su conciencia para que hable”, concluyó Carolina, hermana de la madre desaparecida junto a su hija.

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