En agosto de 2007, la revista colombiana Don Juan hizo uno de los perfiles más llamativos e íntimos de Pablo Ardila, el exgobernador de Cundinamarca que, por estos días, se encuentra detenido en España, señalado de cinco delitos, dentro de los que están trata de personas y abuso sexual, y quien, además, ha generado múltiples informes periodísticos sobre su extravagante vida: un hombre fanático de la caza de animales salvajes y de los zapatos costosos. Marta Lucía Orrantia, periodista y escritora colombiana, es la autora de la celebre crónica que reveló varios detalles particulares de la vida del polémico exfuncionario que ahora espera en una cárcel española la decisión de la justicia.
Como un niño rico lo describió la periodista, que, en aquel entonces, lo visitó en su casa, una lujosa mansión en la que, como ocurrió con la edificación donde Ardila fue detenido en cercanías de Barcelona, exhibía partes de cuerpos de animales disecados que el político se jactaba de cazar por sí mismo. El exgobernador reveló su afición por la caza de animales salvajes, como elefantes, rinocerontes, jirafas y demás. La casa era inmensa y solitaria, de acuerdo con la descripción de Orrantia.
“Cuando se sienta en el fondo del salón de conferencias a oír a su gabinete en un Consejo de Gobierno parece uno de esos niños nerds de las películas, impartiendo instrucciones a colaboradores que le doblan la edad y que le temen”, detalló la comunicadora sobre el hombre, miembro de una importante familia, que fue gobernador del departamento colombiano de Cundinamarca a los 35 años y que hoy, según las autoridades europeas, estaría involucrado en blanqueo de capitales, delitos contra la hacienda pública, el medio ambiente y la seguridad vial.
Ardila, fanático de los zapatos Gucci, los relojes Rolex, los Patek Philippe, los Cartier y el Marlboro rojo, nació el 20 de mayo de 1969, en el hospital militar de Bogotá. Desde su nacimiento, estuvo ligado a las estrictas reglas de las fuerzas armadas. Según relató la periodista en su crónica, los padres de Ardila, Jaime Ardila y Hellen Sierra, dueños del periódico El Espacio, eran estrictos con él.
“Mi papá de pronto un poquito más flexible con los permisos, pero no tan flexible con la plata. Mi mamá, sin que sea gran cosa, era ligeramente más generosa con la plata, pero inflexible con los permisos. Entonces eso se combinaba y era mortal”, dijo Ardila, en su diálogo con la periodista.
Pablo estudió en el Gimnasio Los Cerros y luego en el Gimnasio Moderno. Terminó su bachillerato en Estados Unidos, y estudió, también en Alemania. Luego de varios años de estudio, regresó a Colombia para aprender del negocio familiar y ponerse al frente del periódico que había creado su padre, además de entender el funcionamiento de fincas ganaderas que tenían sus progenitores en el departamento del Cesar.
“Pasé por todas las áreas, pero me concentré en el área comercial (...) Yo estaba en área comercial y por supuesto que en los renglones de anunciantes de El Espacio están muchos brujos. Yo tenía que atenderlos, recibirles el dinero de la publicidad. Eran mis clientes. Entonces me di a la tarea de ver cómo me podía meter yo en el mundo de estos brujos y terminé vendiendo amuletos”, relató el hombre respecto a su trabajo,
Cuando cumplió 23 años, según relató la periodista en su crónica, Ardila vivió la angustia del secuestro de su padre. “Si no recuerdo mal ocurrió un sábado de una semana santa. Mi papá estaba almorzando en Valledupar, a la una de la tarde, cuando llegaron unos bandidos y se lo llevaron”. Ardila negoció la liberación de su papá, y quedó en libertad luego de 37 días en cautiverio. “Era la época de Gaviria (...) era muy complicado porque habían sacado esa ley temporal de que no se podía pagar por los secuestros, pero afortunadamente se negoció eso y sacamos a mi padre adelante del tema. El general Miguel Maza Márquez me ayudó mucho a enseñarme a negociar, a entender cómo era un secuestro, a cómo era la dinámica de ese negocio, su filosofía”.
Es aquí cuando entró a la política. Fue secretario de Hacienda de la entonces gobernadora Leonor Serrano de Camargo, también pasó por la Cámara de Representantes, entre 1998 y 2002, donde fue miembro de la Comisión de Acusaciones. Entre 2004 y 2007, se desempeñó como gobernador de Cundinamarca, puesto que le trajo múltiples señalamientos por supuestas irregularidades y acusaciones de corrupción.
Durante su desempeño en este último cargo fue acusado de prevaricato y detenido en su domicilio. “Durante el tiempo que duré detenido me dediqué a hacer barquitos y rompecabezas (...) tomé clases de cocina árabe, entonces iban mis abogados, mis amigos, a clase de cocina árabe. Y después de que terminaba la cocina nos dedicábamos a estudiar mi caso”, le contó a la periodista.
Luego de estar privado de la libertad entre el 27 de diciembre de 2007 y el 10 de septiembre de 2010, Ardila pidió una una indemnización de $3.961 millones, que no recibió. El hombre salió del país después de ello y se radicó en España, donde fungía como un exitoso empresario.
Ahora, Ardila se encuentra bajo custodia en la cárcel de Brians 1, en Sant Esteve Sesrovires (Barcelona) tras ser detenido por la Unidad Central de Redes de Inmigración Ilegal y Falsedades Documentales (UCRIF) de la Policía Nacional de España.
“La investigación que inició en el año 2019 con la denuncia por el delito de trata de seres humanos con fines de explotación laboral instaurada por una empleada doméstica, que habría trabajado en Colombia para Pablo Ardila, y que habría sido su víctima, permitió que los investigadores recopilaran suficientes elementos materiales de prueba que comprometían al exgobernador con otros delitos”, señaló la información oficial, emitida por la Policía colombiana.
Según el director de esa institución, Jorge Luis Vargas, “dentro de las diligencias que evidenciaban su actuar criminal fue necesario analizar sus movimientos bancarios, los cuales no eran congruentes con la labor que realizaba en Barcelona, teniendo en cuenta que el capturado poseía varios autos de alta gama y una vivienda ostentosa, lo que llamó particularmente la atención de las autoridades judiciales”.
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