Colombia lleva 16 días de protestas ininterrumpidas que han provocado que el país sea centro de atención en el mundo por las diferentes denuncias sobre asesinatos de manifestantes que organizaciones locales e internacionales han confirmado. A esto se le suma la renuncia de la canciller Claudia Blum justo cuando es indispensable para el gobierno de Iván Duque mantener diálogo permanente con la comunidad internacional.
En los últimos días se pronunciaron organismos como la Organización de Estados Americanos (OEA), a través de su secretario general, Luis Almagro, y lo hizo también el representante de Colombia ante esa instancia, Alejandro Ordóñez.
Por otro lado, desde hace días, especialmente por la situación en Cali, las Naciones Unidas desde la Oficina de la Alta Comisionada para los Derechos Humanos se han pronunciado en más de una ocasión para rechazar la violencia en el marco del paro nacional, pero en este ambiente ha sido notorio el silencio de la embajadora ante la ONU, Alicia Arango.
“Hemos recibido información y hemos sido testigos del uso excesivo de la fuerza por parte de agentes de seguridad, uso de balas reales y golpes y detenciones, todo en un contexto muy volátil”, describió el pasado 4 de mayo, Marta Hurtado desde Ginebra, Suiza, misma ciudad a la que se trasladó Arango a finales del 2020 como representante del gobierno colombiano ante la organización.
Pese a los días tan complejos que ha vivido el país y a los fuertes pronunciamientos de la ONU, desde la oficina de Colombia no ha salido comunicado alguno sobre la actividad que está realizando la exministra.
Es más, desde su cuenta de Twitter entre el 28 de abril hasta este 13 de mayo, Arango solo se ha dedicado a retuitear algunos trinos del presidente Iván Duque, así como de algunos ministerios y los más recientes del ministro del Interior, Daniel Palacios, quien fue su viceministro cuando ella dirigía esa entidad.
Llama la atención que pese al papel de la ONU en Colombia, quien ocupa el cargo como representante permanente en las oficinas de esa organización en Ginebra, no se haya pronunciado frente a las protestas sociales como ya lo hizo Ordóñez ante la OEA, y como lo ha hecho Francisco Santos en calidad de embajador ante los Estados Unidos.
El papel de Arango se torna más importante en estos momentos en el que la Cancillería se queda sin Claudia Blum y a diario siguen saliendo comunicados de organizaciones y políticos de todo el mundo cuestionando el papel del Gobierno colombiano.
En la comunicación que reveló la ONU el pasado 4 de mayo, también se lee que el secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, explicó en cualquier situación similar, los gobiernos tienen la responsabilidad de permitir que las protestas pacíficas continúen. Stephane Dujarric señaló además que hasta el momento no tiene conocimiento de que se haya producido ningún contacto directo entre el presidente Iván Duque y Guterres.
Sobre la salida de Blum
De acuerdo con la periodista D’arcy Quinn, de Caracol Radio, la canciller “se cansó” de no ser escuchada por la Casa de Nariño por obstrucciones a su poder como líder de la cartera.
Adriana Mejía, viceministra de asuntos multilaterales y sucesora momentánea de la canciller, habría saltado la gestión de Blum en varias ocasiones. A pesar de las notificaciones, el Gobierno no hizo nada al respecto. Mejía, sin avisarle a Blum, habría organizado una diligencia con la viceministra de defensa y el representante de los derechos humanos de Michelle Bachelet en Colombia. Además de no ser notificada, Blum no fue invitada a participar de la reunión.
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