Este miércoles se llevó a cabo el partido entre el Junior de Barranquilla y el River Plate en una jornada de la Copa Libertadores, mientras afuera del estadio se vivían disturbios entre el Esmad y manifestantes, en medio de las protestas del paro nacional que completan 16 días. Esto generó críticas frente a la inminente Copa América que se jugará en el terriotorio nacional y que la Conmebol confirmó este jueves.
Tras un consejo extraordinario, la Confederación ratificó que Argentina y Colombia serán las sedes del torneo que iniciará en junio de este año. Sin embargo, la situación de orden público en el país sí estaría en constante monitoreo. “Hoy la respuesta sobre ambos países es un sí y por eso se dejó por escrito”, informó la Nación y lo confirmó también el periodista Juan Pablo Varsky.
En caso de ser necesario, se habría hablado de tener a Paraguay y a Chile como sedes alternas debido a la situación, conoció El Espectador.
Esto se da tras el partido entre Junior y River en el cual se escuchaban los disturbios afuera del estadio en un minuto de silencio que se realizó en el encuentro. Además, los espectadores del continente presenciaron el momento cuando los jugadores se vieron afectados por los gases lacrimógenos y tuvieron que volver al vestuario. Igualmente esta situación afectó al técnico Marcelo Gallardo en plena cancha, quien se tuvo que retirar.
Por otro lado en Pereira, el encuentro entre el Atlético Nacional y el Nacional de Uruguay tuvo que aplazarse por una hora por cuenta de los disturbios en las calles que impidieron que este último dejara su hotel a la hora acordada. Colombia completa 16 días de protestas en contra del Gobierno que iniciaron en rechazo a una reforma tributaria y que fue retirada cuatro días después de que miles de colombianos salieran a las calles.
Tanto los ugadores como el cuerpo técnico y algunos asistentes al compromiso, no fueron ajenos a la situación y mostraron su preocupación por lo sucedido, pues consideraron que un partido de fútbol no debió llevarse a cabo bajo ese tipo de circunstancias.
Uno de ellos fue el técnico del conjunto argentino, Marcelo Gallardo, el exjugador, quien se vio seriamente afectado por los gases lacrimógenos, expresó en rueda de prensa su desazón tras el empate. Según afirmó, jugar bajo esas garantías es un hecho de total anormalidad.
“Si bien era un momento complejo porque uno no se puede abstraer de lo que está pasando; nosotros sabíamos que íbamos a venir a jugar, intentando que nos dieran las garantías necesarias. No es normal venir a jugar un partido de fútbol en una situación tan inestable por lo que está viviendo el pueblo colombiano. Ya no fue normal, no fue normal ni en la previa, ni durante el partido”, dijo.
Por su parte el alcalde de Barranquilla, Jaime Pumajero indicó que todo fue a causa del viento:
“(Los manifestantes) nunca se acercaron al estadio, estuvieron siempre a dos o tres cuadras de él. Lo que sucedió fue que los gases lacrimógenos que lanzaron para dispersar a los 200 jóvenes en su momento, entraron hacía el estadio por el viento. Al mismo tiempo ellos tenían un número importante de unas pequeñas bombas de estruendo. Ellas no tienen impacto lo que quieren es causar la sensación de temor y miedo y eso fue lo que lanzaron un buen tiempo hasta que se disiparon”, aclaró.
El mandatario dijo que no le parecía que se debía suspender el encuentro por culpa de la protesta social porque del deporte “dependen varias personas”.
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