“La palabra es un pretexto para conocer Bogotá, para entender lo que somos a través de la manera como hablamos”, así definió en entrevista con Infobae el escritor Andrés Ospina al Bogotálogo, un libro que recoge palabras, expresiones, e incluso breves historias -con algo de humor- del pasado y del presente que identifican y representan la historia de Bogotá y a sus habitantes, y que este año llegó a su tercera versión.
‘Parchar’, ‘pola’, ‘rolo’, ‘cuadra picha’, ‘peliculear’, ‘a dormir donde lo trasnocharon’, ‘aislamiento selectivo’, ‘amigovio’, y ‘gadejo’, son algunos de los términos y expresiones que se pueden encontrar en esta edición del ‘Bogotálogo 3.0: usos, desusos y abusos del español hablado en Bogotá’.
“Peliculear: Dinámica lúdica consistente en observar un largometraje en pareja a la vez que se satisfacen de manera mutua los ímpetus eróticos de ambos espectadores”, es una de las definiciones que reposan en este libro, algo nostálgico y satírico con el que, según explicó su autor a este medio, busca contar a través de la palabra lo que es Bogotá.
El Bogotálogo nació hace 12 años, cuando Ospina tuvo la idea de retratar en un ‘diccionario’ la forma en la que hablan y se comunican los bogotanos, y por ello, tras ganar la convocatoria ‘Ciudad y Patrimonio’ del Instituto Distrital de Patrimonio Cultural (IDPC) de Bogotá en 2010, el escritor comenzó la tarea de entrevistar a adultos mayores y niños, además de indagar en documentos de archivo como revistas y periódicos de distintas épocas, con el fin de recolectar esas expresiones que han usado y han identificado a los capitalinos con el paso de los años, y así plasmar su significado.
“Hicimos distintas dinámicas, una fue hacer entrevistas a gente cuyas edades oscilaban entre los 3 y 95 años de edad -entre ellos Pedro Medina Avendaño, el autor del himno de Bogotá-, y así, fuimos hablando con personas de distintas edades, recopilando las palabras. Además, estuvimos buscando en hemerotecas, revisando libros, de tal manera que fuimos construyendo una lista original de palabras, con su procedencia, definiéndolas, y así se fue construyendo palabra a palabra el Bogotálogo a partir de un método más intuitivo y más basado en la exploración que en la academia”, explicó el escritor bogotano en entrevista con Infobae.
Incluso, para esta edición, según contó a este medio Ximena Bernal, la coordinadora de publicaciones del IDPC, en 2020 realizaron una convocatoria ciudadana para que las personas que quisieran aportar más palabras y que consideraban no estaban incluidas, pudieran hacerlo través de una página web.
“También trabajamos con exhabitantes de calle, con jóvenes transexuales, y eso da un poco cuenta de la diversidad del lenguaje de la diversidad de población que habita en Bogotá y que nos permite mostrar esa riqueza y diversidad que hay al hablar el español en Bogotá.”, detalló Bernal a Infobae.
Además, la funcionaria del IDPC agregó que esta versión del Bogotálogo no solo se remitió a plasmar palabras o significados, también cuenta a través de fotografías o pequeñas historias cómo era y cómo ha cambiado Bogotá, lo que permite al lector descubrir por qué en la capital del país nos expresamos de ciertas maneras.
Por ejemplo, Ospina contó a este medio cómo los bogotanos adoptamos la palabra ‘pola’ para referirnos a la cerveza. De acuerdo con el escritor, el término tiene origen en el recuerdo de Policarpa Salavarrieta, la heroína de la independencia, quien era conocida como ‘La Pola’ de manera cariñosa.
En 1910, según relató el autor, al cumplirse los 100 primeros años de la independencia de Colombia, debido al amplio consumo de chicha que había en Bogotá, y buscando incentivar el consumo de la cerveza en los bogotanos, Bavaria aprovechó la conmemoración para lanzar al mercado una bebida mucho más económica y accesible, incluso para los menos favorecidos, de tal manera que se pudiera aumentar el consumo de dicha bebida alcohólica en la ciudad.
“Le pusieron como marca la pola, y así, durante mucho tiempo esa fue la cerveza popular que se vendía en la ciudad. Sin embargo, unas décadas después, la cerveza la pola dejó de existir, pero a los bogotanos se nos quedó en la cabeza esa expresión hasta el día de hoy para referirnos en términos populares a la cerveza como la pola”, explicó el escritor bogotano a Infobae.
Pero el Bogotálogo no solo se queda en palabras históricas, también, de acuerdo con el autor, deja en evidencia la evolución de la mismas como, por ejemplo, el término amigovio, una palabra muy bogotana resultado de la unión de ‘amigo’ y ‘novio’ que se usa para referirse a una relación al estilo de amigos con derechos.
“Amigovio: Aborrecible conjunción entre los términos ‘amigo’ y ‘novio’. Úsase para aludir a una relación entre compinches con ciertos ribetes, generalmente sexuales y de noviazgo. La figura guarda cierta semejanza a la de ‘amigos con derechos’. También de dudoso gusto. Véase machuque”, es el significado que reposa en el Bogotálogo.
Otro claro ejemplo de esas palabras que fusionan dos tiempos muy distintos de Bogotá, de acuerdo con Ospina es ‘pailander’, una conjunción que nació entre el término ‘paila’ y la serie televisiva ‘Highlander’, y que según explicó el autor, significa “un problema tremendamente grave y largo de resolver que parece casi eterno.”
El escritor detalló que el término fue acoplado ya que la palabra ‘paila’ -usada desde tiempo atrás- deriva de la creencia de que en el infierno existen unos recipientes a donde son enviadas las personas malas para ser torturadas; por ello, cuando alguien “se encontraba en una situación de desventaja o estaba experimentando un tránsito difícil en la vida le decían que habían caído en la paila mocha -mocha porque no tenía manija-y no podía salir de allí”, explicó Ospina a Infobae.
Luego a mediados de los 80, llegó una serie televisiva llamada “Highlander, el inmortal”, que narraba la vida de un humano, que según explicó el autor del Bogotálogo “no estaba destinado a perecer como nosotros”. Así, los bogotanos fusionaron los dos términos, de significados similares, y de esa manera fue como nació la palabra ‘pailander’.
La palabra como ‘el espejo de los bogotanos’
Por ello, tanto Ospina como Bernal destacaron la importancia del libro para el patrimonio cultural de Bogotá, pues no solo permite dar cuenta de cómo se expresan las personas con base a la historia de un lugar y sus contextos, sino también deja en evidencia como la forma en la que hablamos nos permite identificarnos con otras personas, en este caso, con los bogotanos.
“El lenguaje te permite interactuar, entrar en contacto, crear puentes, incluso a veces también permite diferenciar. También creemos que es un lugar de encuentro, si lo ves desde el ámbito cultural, precisamente el patrimonio es algo que te permite conectar, dar sentido e identificarte colectivamente con algo”, señaló la coordinadora de publicaciones del Instituto Distrital de Patrimonio Cultural.
Andrés Ospina, el autor del libro concuerda con Bernal, considera que el lenguaje también permite conocer nuestros orígenes, lo que nos permite definir quiénes somos. “Las palabras nos permiten tener una claridad de referentes, que es importante tener un espejo a donde mirarnos y vuelve a la ciudad como un espacio donde se producen ideas y conceptos y finalmente maneras de obrar”.
El Bogotálogo expone cómo el lenguaje se ve permeado por otras regiones, contextos sociales, económicos y políticos que no son estáticos y van cambiando constantemente.
De hecho, ambos destacaron como el libro también recopila algunas palabras de origen indígena -que incluso aún se usan para nombrar lugares como Chía, Usme, entre otros-, lo que, de acuerdo con Ospina, permite “volver a las raíces históricas, y reconocer a aquellos pueblos que habitaron en Bogotá antes que nosotros”.
Incluso se habla de tiempos más actuales, en el Bogotálogo también se puede dar cuenta de cómo ciertos contextos marcan la forma en cómo hablan los ciudadanos.
Por ejemplo, la coordinadora de publicaciones del IDPC señaló como la pandemia ha llevado a los bogotanos, y en general a todos los colombianos a adoptar términos nuevos para hablar en el contexto de la crisis sanitaria.
“Desde hace un año acá estamos pensando en pico, y eso nos hace pensar en el pico de un ave, y ahora en el pico de una pandemia. También usamos la palabra nueva normalidad. Ambas surgen por las condiciones históricas que van sucediendo y que van condicionando la forma en que nos relacionamos, y que además construye nuestros referentes identitarios”, expuso Bernal.
Es así como en el Bogotálogo 3.0 podrá encontrar cientos de palabras que usaron o usan los bogotanos, algunas de origen indígena, o incluso otras permeadas por otras regiones, como la famosa palabra ‘parce’ -proveniente de Antioquia-, que identifica o hace pensar a una persona en los capitalinos.
Incluso, en esta edición puede encontrar al final del libro una serie de actividades lúdicas, entre ellas el Bogoráculo, un juego de cartas inspirado en el tarot, que con imágenes y palabras plasmadas en el Bogotálogo le permitirán tener un espacio de entretenimiento para conocer más sobre la manera en la que se habla o se ha hablado en Bogotá.
“Invito a la gente a leer el Bogotálogo porque creo que más allá de cualquier análisis pretencioso es una experiencia de entretenimiento que permite acercarse de otra forma a Bogotá, pero más allá de eso es una manera de comprender que somos muy diferentes, que cada generación tiene una forma de comunicarse y que desde esa diferencia podemos encontrarnos como habitantes de la ciudad”, manifestó Andrés Ospina, el autor del Bogotálogo, en entrevista con Infobae Colombia.
Sí quiere consultar el ‘Bogotálogo 3.0: usos, desusos y abusos del español hablado en Bogotá’, puede acceder de manera gratuita a través del link https://idpc.gov.co/publicaciones/producto/bogotalogo-3/, o puede adquirirlo en físico en las principales librerías del país.
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