El nobel de literatura Gabriel García Márquez encontró en las aguas carmelitas del río Grande de Magdalena, una de sus mayores fuentes de inspiración. Este amplio canal fluvial no solo es la corriente de agua más importante del país sino uno de los más amenazados por la industrialización y la falta de conciencia ambiental de los colombianos.
En los últimos 50 años, los niveles de deforestación en la cuenca del Magdalena han superado el 70 por ciento. Entre tanto, la pérdida de sus áreas de humedales y ciénagas excede el 80 por ciento, impactos que han generado un incremento del 34 por ciento en las tasas de erosión desde la década pasada, según reportó el Instituto Humboldt.
“El Río Magdalena está enfermo”, aseguró Hernando García, director del Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander von Humboldt, en el lanzamiento del más reciente libro Peces de la cuenca del río Magdalena: diversidad, conservación y uso sostenible que propone varias estrategias de conservación y manejo para que este río no siga palideciendo.
Según el documento elaborado por 58 investigadores nacionales e internacionales, la agonía del Magdalena se debe a que el 77 % de la población colombiana está asentada alrededor de la cuenca, un sitio que aporta cerca del 80 % del Producto Interno Bruto nacional y genera 70 % de la producción de energía hidráulica y de las cosechas agrícolas nacionales.
“El Magdalena está entre los 10 ríos con mayor tasa de erosión a nivel global, con una producción de 710 toneladas por kilómetro cuadrado al año; el cuerpo hídrico transporta cerca de 180 millones de toneladas de sedimentos anuales”, revela el libro del Instituto Humboldt, la Universidad de Antioquia y Empresas Públicas de Medellín (EPM).
“En los últimos 40 años, estos indicadores económicos han acelerado la degradación ambiental del territorio. Según el estudio global de cuencas fluviales del Instituto Mundial de los Recursos, la cobertura de bosques primarios no supera el 10 %, mientras que la minería descarga 100 toneladas de mercurio cada año”, cita el libro.
Los peces de agua dulce, presentes en los ríos, quebradas, lagos, lagunas, ciénagas, embalses y jagüeyes de la cuenca, palidecen por la acelerada intervención antrópica. “Esto fue lo que nos motivó a crear una publicación dedicada a analizar el pasado, presente y futuro de estos organismos del territorio anfibio más importante del país: el río Magdalena”, dijo Hernando García Martínez, director del Instituto Humboldt.
Así mismo aseguró que “Estamos seguros de que esta información científica les servirá a todos los sectores de la vida nacional, tanto ambiental, académico y educativo como a las diferentes instancias nacionales y regionales, para tomar medidas efectivas y así proteger al río Grande de la Magdalena, una red que recorre la historia del país, sus culturas, costumbres, idiosincrasia y riqueza de recursos naturales”.
Durante el evento de presentación del libro, Carlos Lasso, investigador del Instituto explicó que, “En la cuenca del Magdalena habitan 233 especies de peces, cifra que corresponde al 14,5 % de la diversidad peces agua dulce Colombia. Es la tercera cuenca hidrográfica más rica en peces, después del Amazonas y Orinoco”.
Así mismo aseguró que, “En el Magdalena medio está la mayor cantidad de peces endémicos, con 27 especies identificadas, seguida de cerca por la de Sogamoso con 16 especies”.
<b>Tesoros únicos</b>
La geografía de la cuenca del Magdalena surgió hace más de 80 millones de años con el inicio del levantamiento de las tres cordilleras andinas. Es un territorio con un área de drenaje de 257.000 kilómetros cuadrados conformado por 151 subcuencas tributarias y 1,2 millones de hectáreas de planicies inundables.
De acuerdo con el instituto, en el mundo no hay otro río rodeado por condiciones climáticas y atmosféricas que provienen del Caribe, Orinoco, Amazonas y Pacífico, una serpiente de aguas carmelitas de 1.612 kilómetros que nace en la laguna Magdalena, en el macizo colombiano, y termina en Bocas de Ceniza, en el océano Atlántico.
En el Magdalena habitan 233 especies de peces de siete órdenes y 33 familias, cifra que corresponde al 14,5 por ciento de la diversidad de peces agua dulce en Colombia. Es la tercera cuenca hidrográfica más rica en estos organismos, después del Amazonas y Orinoco.
De este total, 158 especies son únicas de esta parte del país, es decir, que el 68 por ciento de la riqueza en peces es endémica y no habita en ninguna otra parte del mundo. Según Carlos Lasso, quien también estuvo a cargo de la edición del libro, el Magdalena es uno de los sitios con mayor endemismo de ictiofauna en América del Sur y el primero en Colombia.
”Es la única cuenca con tres cordones montañosos, la cual es bañada dos veces al año por el agua que arrastran los vientos de la zona de convergencia tropical. Es un sitio que provee de escenarios climáticos y paisajísticos diversos a los que los peces han respondido”, dijo.
Entre las especies de peces endémicos están el bagre rayado (Pseudoplatystoma magdaleniatum), bocachico (Prochilodus magdalenae), blanquillo (Sorubim cuspicaudus), barbul (Pimelodus yuma), rivulín del Magdalena (Rivulus magdalenae), pataló (Ichthyoelephas longirostris), Brycon rubricauda, Hemibrycon cardalensis, Chaetostoma thomsoni, Trichomycterus mogotensis, Trichomycterus banneaui, Astroblepus onzagaensis y Astroblepus grixalvii.
“30 de estas especies nativas son migratorias. El bocachico, bagre rayado, blanquillo y barbul desarrollan desplazamientos desde las planicies o ciénagas hacia los canales fluviales. En las épocas de verano, cuando las aguas bajan de nivel, generan las conocidas subiendas de ejemplares”, dice la publicación.
Finalmente, los investigadores consideran que el alto número de peces únicos del Magdalena se debe al aislamiento y enclave entre las cordilleras andinas, fenómenos que causaron un proceso de especiación sin precedentes en Sudamérica. “La cuenca cuenta con los niveles más altos de endemismo en muchas especies de la región Neotropical”, apuntó Lasso.
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