El 7 de abril, 14 soldados regulares pertenecientes al pelotón Gladiador número 1 del Batallón de Infantería 38 Miguel Antonio Caro, con sede en Facatativá (Cundinamarca), se intoxicaron tras un almuerzo. Kevin Stiven Rúa Godoy, de 19 años, tuvo que ser trasladado en helicóptero a Bogotá debido a su grave estado de salud y fue internado en el Hospital Militar, donde finalmente murió el pasado 12 de abril.
El extraño caso de esta intoxicación prendió las alarmas en la institución que ordenó una investigación a través de la comisión científica de la Dirección de Sanidad, para analizar el lugar donde se dio la ingesta de estos alimentos, en el municipio de Puerto Salgar donde este pelotón adelantaba operaciones de seguridad en zona rural.
Según el Ejército, el dictamen médico preliminar dictaminó que Rúa murió debido a un paro cardiorrespiratorio. “Su desafortunado deceso ocurrió tras cinco días de atención médica especializada en el Hospital Militar Central, luego de haber ingresado con síntomas de intoxicación, al parecer por ingesta de alimento”, detalló la Quinta División del Ejército.
Rúa Godoy consumió el alimento, junto con otros 13 soldados, de ellos nueve fueron también atendidos inicialmente en centros hospitalarios del sector. Sin embargo, posteriormente se efectuó el transporte aeromédico de los soldados, entre ellos, Kevin Stiven Rúa Godoy, con apoyo de la Fuerza Aérea Colombiana hacia Bogotá.
“Los hechos presentados fueron puestos en conocimiento de las autoridades competentes oportunamente y son materia de investigación. Al tiempo que la Unidad Militar también inició las investigaciones correspondientes”, Ejército.
El joven soldado fallecido llevaba 17 meses en la institución y estaba próximo a terminar su servicio militar. En entrevista con El Tiempo, uno de los solados que sobrevivió a la intoxicación relató: “Nos mandan a formar, y el que falleció ya estaba grave, nosotros como que uy; y va uno, y el otro, y va el otro, vamos cayendo todos. A mí me da como un mareo, ganas de vomitar, no me podía mover, no podía casi respirar, necesitaba aire, estaba ido totalmente”.
Se conoció además, que el grupo de 40 soldados habría comprado un pollo en un negocio de La Dorada. Luego, el grupo se dividió y 20 de ellos se ubicaron en un corral de vacas e instalaron su campamento porque iban a pasar la noche allí. Ese grupo, que fue el que se intoxico, decidió acompañar la proteína con papa y arroz sudado.
El Tiempo también reveló que de acuerdo con el soldado que tuvo que cocinar ese día, le contó a la mamá de Kevin que él estuvo pendiente de todo, y que cocinó como solía hacerlo. No notó nada extraño, solo que el arroz olía un poco raro. Pero que el hambre después de arduas jornadas de infantería no los hace detenerse en esos detalles. El joven también estuvo en el hospital por intoxicación.
“Yo hablé con el muchacho que cocinó y él me dijo: ‘Mamá, yo hice el arroz, la papa, la pasta, el pollo llegó de último, entonces dejé a mi compañero con las ollas, y él no deja arrimar a nadie, fui y lavé el pollo y vine y lo preparé, y cuando vine a servir, que probé otra vez el arroz, ya sabía maluco, como a gasolina’. Yo le dije que cómo se iban a comer eso, que por qué no sirvieron el resto y el arroz lo dejaban, y me dijo que porque allá el hambre los hace comer lo que sea”, le dijo al diario bogotano, Lim Nieves Godoy, mamá del soldado fallecido.
Junto a Kevin Stiven, murió también Max, un perro que acompañaba el pelotón en ese patrullaje por la zona de Puerto Salgar, Cundinamarca, y que también fue alimentado con lo que comieron ese día los soldados.
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