“Creo que el deporte puede salvar la vida de niños y niñas”: Eddy Ascanio, la primera árbitra del Catatumbo

Ascanio fue certificada por la Dimayor como árbitra oficial hace casi cuatro años.

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Eddy Ascanio es árbitra oficial desde el 2018. - Dimayor.
Eddy Ascanio es árbitra oficial desde el 2018. - Dimayor.

Eddy Ascanio es la primera árbitra nacida en el corregimiento de Filogringo, de El Tarra, en el Catatumbo. Su familia fue desplazada por parte de grupos paramilitares en el año 2000. Se fueron a Cúcuta donde solo estuvieron por cuatro años y después de devolvieron a Filogringo.

De acuerdo con una entrevista de la revista “Pacificultor”, la árbitra contó que en diferentes ocasiones ha recibido comentarios machistas que sugieren que debería estar en en la casa en vez de estar en las canchas.

“Cuando los hombres me ven arbitrando un partido de fútbol me gritan que regrese a la cocina, me insultan porque creen que las mujeres no deben dedicarse al fútbol. Hay otros días en que las niñas catatumberas llegan para que les enseñe a jugar y mi desilusión pasa, veo con esperanza el futuro de este territorio”.

Ascanio sufrió la muerte de un hermano y de su padre. Su hermano murió luego de ser reclutado por paramilitares en 2008, y su padre fue asesinado en 2012. Desde esa fecha la amante del fútbol se quedó con su madre.

“El fútbol me ha gustado desde que era una niña, cuando estaba en el colegio jugaba mucho microfútbol. Creo que el deporte puede salvar la vida de niños y niñas en el Catatumbo, llenar de oportunidades esta región puede ayudarles a los jóvenes a tomar caminos diferentes, por eso en 2015 monté mi escuela de fútbol en Filogringo y empecé a entrenar a niños y niñas de todas las edades. Trabajé de manera empírica durante dos años y luego me fui a Cúcuta a perseguir el sueño de ser árbitra certificada por la Dimayor”.

Según lo que contó Eddy Ascanio a la revista “Pacificultor”, durante el año 2018 ingresó a estudiar la carrera técnica en ejecución de programas deportivos y para ese mismo año la aceptaron en el curso de arbitraje. También tenía el sueño de estudiar una licenciatura, pero no pudo por temas económicos.

“Una vez que obtuve mi certificación, empecé a pitar en la liga baby, entrenaba toda la semana para tener la mejor condición física. Después logré llegar a la liga femenina abierta de la zona metropolitana de Cúcuta. Luego regresé para hacer las prácticas de la carrera técnica en mi propia escuela de fútbol”, añadió.

Luego de llegar a tener más de 6o niños y niñas catatumberos en su escuela, José Durán, un amigo cercano, convocó un grupo de personas que promueven el deporte en el territorio para crear la Copa del Catatumbo. “En febrero de 2019 inauguramos con mucho esfuerzo la primera edición en la que participaron diversos municipios de la zona”.

Desde ese año, en 2019, se ha disputado la copa en los municipios de Ocaña, Hacarí, Ábrego, San Pablo, San Calixto, Aserrío, La Gabarra, Tibú, Pacelli, Filogringo y Versalles. A pesar de que la pandemia del COVID-19 ha limitado que, por el momento, la copa se juegue cada cuatro meses, Ascanio sueña con llevar este torneo a todos los rincones del Catatumbo.

“Este es un torneo que económicamente no le da garantías a nadie y tampoco los premiados recuperan lo que gastan, es un proyecto completamente autogestionado y a veces hemos encontrado muchos problemas para su realización”, explicó.

Por otro lado, recogen $500 mil por cada equipo y los premios los reparten así: $2 millones para el primer puesto, $1 millón para el segundo y $500 mil para el tercero. Dentro del dinero recolectado que, una parte va para premios, otra se destina para comprar almuerzos, medallas, publicidad y en la inauguración. “A pesar de las dificultades, cada cuatro meses hacemos esta fiesta alrededor del fútbol, porque el Catatumbo es mucho más que coca y guerra”, enfatizó Ascanio.

Desde su escuela de fútbol, la Fundación Deportiva Talento Barí, se han planteado tres objetivos para ayudar a la paz y a que los menores de edad puedan entrenar más tiempo, “primero el encerramiento de la cancha de fútbol, también poner alumbrado, porque una vez que oscurece no se puede entrenar más, y el otro reto está en buscar alguna campaña para tratar mejor las basuras del corregimiento, tenemos el basurero a tres metros de la cancha y el olor es demasiado fuerte para los niños”.

La Fundación Deportiva Talento Barí tiene las puertas abiertas para todas las personas, pero en especial para aquellas niñas y mujeres que también se apasionan por este deporte. “Realmente nos gustaría encontrar en el camino más mujeres que se sumen a este sueño”.

Ahora, para Ascanio, lo más importante es que se deje de lado la idea de que en el Catatumbo solo hay guerra y narcotráfico, y también apoyar a las familias que están trabajando por un mejor territorio. “Para eso hace falta también la presencia del Estado con oportunidades educativas y laborales”.

Por último, confesó que le duele mucho que cualquier niño termine yéndose a algún grupo armado porque no encuentra otra salida. “Me he quebrado cada vez que alguno de los niños que entrena conmigo se va para los grupos ilícitos, cierro los ojos y sueño que la historia de mi hermano no se va a repetir más y que, por el contrario, vendrán cada vez más niños, niñas, hombres y mujeres que serán árbitros, futbolistas, licenciadas, médicos o lo que sus sueños les digan. Tenemos derecho a otros sueños”.

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