Los hermanos Miguel y Gilberto Rodríguez Orejuela, fundadores del cartel de Cali, se encuentran recluidos en cárceles estadounidenses por sus actividades relacionadas con el narcotráfico. Desde sus sitios de reclusión confirmaron que sí han recibido varias peticiones para hablar en contra del senador Gustavo Petro.
Esta respuesta de los Orejuela se da luego de que el mismo Petro cuestionara, el pasado 12 de abril a través de Twitter, al expresidente Álvaro Uribe al tomar una información de la periodista María Paula Fonseca, quien dijo que un hijo de Rodríguez Orejuela se habría reunido con el exmandatario para pedirle traer a su padre preso en Estados Unidos.
“Me cuentan que el hijo de Rodríguez Orejuela se reunió con expresidente Uribe para pedirle traer a su padre preso en EEUU. Uribe le habría dicho que sí con la condición de que declare que había tenido negocios con Petro Hay que estar alerta buscan sacarlo de la contienda política”, fue lo que escribió la periodista.
Ante es información, Petro cuestionó a Uribe: “¿Es cierto esto señor Alvaro Uribe Velez? ¿Usted se reunió con los hijos de Rodríguez Orejuela? ¿Es cierto que ellos le propusieron que los ayudará a traer a su papá? ¿Es cierto que usted a cambio de esa ayuda, pidió que Rodríguez Orejuela me vinculara a sus dineros?”.
Pues este viernes, RCN Radio conoció un correo electrónico del propio Gilberto Rodríguez Orejuela en el que aseguró que, “ha habido varias peticiones para que tanto mi hermano Miguel como yo hablemos en contra del doctor Gustavo Petro, pero ninguna ha sido hecha por el doctor Uribe Vélez”. Agrega que, también han recibido peticiones para hablar en contra del expresidente Uribe pero ninguna hecha por el senador Gustavo Petro.
En Blu Radio, tras esta polémica, se le preguntó al expresidente Uribe si era cierto que había tenido reunión con un hijo de Orejuela, a lo que contestó: “Lo deberían manejar judicialmente”.
¿Quiénes son los Rodríguez Orejuela?
Gilberto y Miguel Rodríguez Orjuela nacieron en el municipio de Mariquita, Tolima, en 1939 y 1943, respectivamente. La familia de los hermanos se trasladó a Cali, capital de Valle del Cauca, buscando oportunidades por fuera del pequeño municipio.
Gilberto y su hermano, cinco años menor que él, fundaron en los años setenta un grupo criminal llamado ‘Los Chemas’, el cual realizaba labores al margen de la ley no relacionados con el narcotráfico.
El siguiente paso para sus actividades delictivas fue la cocaína, negocio que los posicionó entre los hombres más ricos de Colombia. Gilberto alcanzó a amasar una amplia red de empresas, entre las cuales, según la revista Time en 1991, estaban farmacias de cadena, oficinas, edificios, bancos y concesionarios. Además, tuvo propiedad en el América de Cali y tenía poder sobre medios de comunicación locales.
De acuerdo la misma publicación, los hijos de los Rodríguez Orejuela se educaban en Estados Unidos y Europa. Incluso, los colombianos los comparaban con las familias estadounidenses Rockefeller y Kennedy, por su poder y riqueza.
Para principios de 1991, el cartel de Cali, nuevos dueños del negocio tras la decadencia del cartel de Medellín, producía el 70 % de la cocaína que llegaba a Estados Unidos y el 90 % del alcaloide vendido en Europa. Con la influencia y gran riqueza por sus ilícitos, llegaron a ser el entramado criminal más poderoso del mundo.
“El cartel de Cali es la organización criminal más poderosa del mundo. Ninguna organización de drogas rivaliza con ellos hoy o quizás en cualquier otro momento de la historia”, le dijo a Time Robert Bonner, funcionario de la DEA.
El cartel de Cali tenía una violenta rivalidad con el cartel de Medellín de Pablo Escobar, pero los Rodríguez Orejuela no contaron con que la muerte del temido capo -el 2 de diciembre de 1993- iba a ser la razón por la que las autoridades voltearon su mirada a los hermanos.
Desde marzo del año pasado, se conoce que Gilberto estaría próximo a fallecer y ruega en una prisión estadounidense que lo dejen volver, viejo y enfermo, a morir en su país.
Rodríguez Orejuela se encuentra actualmente recluido en una cárcel de mediana seguridad de Carolina del Norte, pagando una condena de 30 años la cual se cumple en febrero de 2030, cuando el otrora narco más poderoso de Colombia cumpliría 90 años.
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