El pasado 31 de marzo, Migración Colombia detuvo a 50 extranjeros que se dirigían en bus desde Caldas hasta Medellín de manera irregular. De acuerdo con las autoridades, el objetivo de los migrantes era llegar a la capital antioqueña para luego dirigirse a Turbo, municipio del Golfo de Urabá, desde donde pretendían avanzar hacia Panamá.
De los 50 migrantes, 40 eran haitianos (11 de ellos menores de edad) y el resto venezolanos, cubanos, cameruneses y marfileños. La situación, sin embargo, no es nueva para las autoridades: la selva del Darién, en el vecino del país, se ha convertido en un corredor a través del cual extranjeros irregulares buscan llegar a los Estados Unidos.
Para contener la situación, que el 4 de enero pasado dejó a seis migrantes muertos ahogados en el Atlántico y que los primeros meses de este año dejó a cientos abandonados en la intemperie, pues algunos ‘coyotes’ (transportadores) los desamparan luego de cobrarles, es que las autoridades panameñas están tomando cartas en el asunto.
Este martes 6 de abril, la canciller panameña, Érika Mouynes, pidió a Colombia una “reunión inmediata” para decidir de manera conjunta cómo abordar esta problemática, “debido al aumento que se ha dado particularmente en los últimos días de la semana”.
En la búsqueda de una solución, Mouynes también planteó involucrar a los Estados Unidos, pues los migrantes que atraviesan el Darién desde Colombia tienen una meta en común: dar pasos en pro del denominado sueño americano. “Estos migrantes llegan a otros países en Suramérica: Brasil, Chile, Ecuador y entonces inician ese trayecto”, añadió.
Solo este año 7.000 migrantes han llegado a Panamá mediante la frontera con Colombia, de acuerdo con el ministro de Seguridad de ese país, Juan Pino. Lo que preocupa todavía más es que los últimos 15 días han arribado más de 2.000. El incremento tendría que ver con la apertura de fronteras marítimas y terrestres este 2021, pues el año pasado estuvieron cerradas durante meses por la pandemia.
Parte de la inquietud del Gobierno panameño, que en palabras de la canciller, ha estado brindando “atención sanitaria, alimentación” y, en general, ayuda humanitaria a los migrantes, tiene que ver con la coyuntura del covid-19.
<b>Contagios de covid-19, otra preocupación</b>
Luego de hallar un caso de la variante brasileña del covid-19 en Panamá, el vecino país tomó la decisión de solamente permitir “el ingreso al país a nacionales y residentes en Panamá que provengan de estas áreas —América del Sur—, los cuales deberán dar fiel cumplimiento de manera estricta al protocolo establecido” a partir del 31 de marzo, de acuerdo con el ministro de Salud, Luis Francisco Sucre.
“Suspendemos temporalmente el ingreso al país de toda persona que haya permanecido o transitado por cualquier país de Suramérica en los últimos 15 días, exceptuando a los nacionales y residentes en Panamá, quienes deberán realizarse una prueba de covid-19 y cuarentena”, añadió el Ministerio de Salud de Panamá; y la migración irregular iría en contra de las medidas de bioseguridad para contener la propagación del coronavirus. De ahí la cita urgente con Colombia.
Por ahora, explicó la canciller panameña, Érika Mouynes, seguirán trabajando en dos aspectos clave con la población migrante: “Visibilizando y visualizando la atención que da Panamá (a los migrantes en tránsito) en el contexto internacional, esta ayuda humanitaria, y luego buscando una solución de manera integral a esta situación”.
Hasta el momento, el Gobierno colombiano no se ha pronunciado sobre la necesidad de una “reunión inmediata” con Panamá.
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