Tras un año de la muerte de su hijo en el motín de La Modelo, Astrid pide justicia

De acuerdo con la mujer, a día de hoy, no tiene claridad de lo que le sucedió a su hijo, quien se encontraba preso desde 2018.

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Bogotá. Marzo 22 del 2020. En la carcel  La Modelo de la Capital, familiares de los reclusos se hicieron presentes para saber el estado de salud de los presos, después del motín sucedido la noche anterior. (Colprensa - Diego Pineda)
Bogotá. Marzo 22 del 2020. En la carcel La Modelo de la Capital, familiares de los reclusos se hicieron presentes para saber el estado de salud de los presos, después del motín sucedido la noche anterior. (Colprensa - Diego Pineda)

La noche del 21 de marzo de 2020 estuvo llena de angustia para Astrid Cubillos y su familia. Los noticieros y redes sociales se inundaban de aterradores videos de lo que ocurría dentro de la cárcel La Modelo de Bogotá, lugar en donde estaba recluido Michael Alexander Melo Cubillos, uno de los hijos de Astrid que, horas más tarde del siniestro, fue reportado como fallecido. Un año y un día han pasado desde aquella noche, y el periódico El Tiempo habló con la mujer, quien aseguró que, luego de más de 365 días desde la muerte de su hijo, no sabe con exactitud qué fue lo pasó.

Michael Melo estaba preso desde abril de 2018 tras ser acusado de hurto de celulares. Un año después, luego de ser herido por otro de los presos en su brazo izquierdo, Michael perdió parte de la movilidad en su extremidad. Durante ese mismo año, el preso que lo había herido hizo lo mismo con su brazo derecho, lo que generó que esta extremidad quedara con la posibilidad de mover solo dos dedos, por la afectación en sus tendones.

Con esta explicación que le dio Astrid a El Tiempo, aseguró que era imposible que su hijo estuviera intentando escapar de la cárcel, teniendo en cuenta los argumentos que ofrecieron las autoridades que, tras el motín, aseguraron que algunos de los presos fallecidos en los hechos estaban intentando fugarse. Michael tenía que ser asistido para poder vestirse, comer e, incluso, ir al baño. Es imposible, según su madre, que estuviera corriendo, y escalando paredes, para ‘volarse’ de La Modelo.

“Ni el Inpec, ni la Fiscalía se han comunicado con nosotros. Nunca nos han prestado ayuda, tampoco nos han explicado qué fue lo sucedió”, dijo Astrid a El Tiempo.

De acuerdo con el relato de Astrid, ese día, el 21 de marzo de 2020, ella y los hermanos de Michael se llenaron de miedo, sin embargo, sentían que el hombre estaría bien en medio del motín que tenía a los ciudadanos pendientes de los noticieros, y de cualquier medio de comunicación que pudiera ofrecer información sobre lo que sucedía dentro de la cárcel.

Horas más tarde, los medios de comunicación reportaron las desalentadoras cifras: 24 muertos y más de 100 heridos. Michael, lastimosamente, hacía parte de las víctimas mortales. Según la Fiscalía General de la Nación, en sus reportes se evidenció la muerte de 24 personas de las que 23 fallecieron tras ser impactadas por armas de fuego. La otra persona, la número 24, habría muerto luego de una caída.

El cuerpo de un hombre se ve en el techo de un edificio dentro de la prisión La Modelo después de un motín de prisioneros que exigían medidas sanitarias del gobierno contra la propagación de la enfermedad coronavirus (COVID-19) en Bogotá, Colombia, el 22 de marzo de 2020
El cuerpo de un hombre se ve en el techo de un edificio dentro de la prisión La Modelo después de un motín de prisioneros que exigían medidas sanitarias del gobierno contra la propagación de la enfermedad coronavirus (COVID-19) en Bogotá, Colombia, el 22 de marzo de 2020

Antes del reporte de las noticias, a eso de la 1:30 am del 22 de marzo, Astrid recibió una inquietante llamada: “perdóneme, señora”, le dijo, entre lágrimas, un hombre al otro lado del teléfono. Michael, horas antes, a las 9:00 p. m, había recibido un disparo en su brazo izquierdo. La bala, según el estudio forense, le fracturó el brazo, y le afectó sus arterias. Sin ningún tipo de ayuda médica, le dijo Astrid a El Tiempo, Michael estuvo en el suelo, mientras sus compañeros trataban de salvarle la vida.

A pesar de la presión que ejercían los demás presos sobre la herida, Michael se desangró. De acuerdo con el testimonio de Astrid, y según lo que le contaron quienes intentaron auxiliar a su hijo, a las 11:45 p. m, dos horas y 45 minutos después del disparo, los amigos de Michael perdieron la esperanza, y con frustración, aceptaron el fatal destino de su compañero.

“Su hijo murió”, le dijeron a Astrid, a través de aquella llamada telefónica, ella, sin creerlo, pidió una fotografía como prueba. Tras ver la imagen de su hijo sin vida, se dio cuenta de lo que le estaban contando, “en ese momento sentí que se rompió mi corazón, mi hijo no merecería ser asesinado”.

Michael, luego de su violenta muerte, entró en los respectivos procesos para ser entregado a su familia. Según le contó Astrid a El Tiempo, tres días después de los hechos, y tras el estudio de su cuerpo por parte de Medicina Legal, se evidenció que la muerte del hombre se dio por la falta de asistencia médica en sus heridas, y que si hubiese sido intervenido por un profesional de la salud, la historia sería otra.

Astrid, y sus otros dos hijos, menores que Michael, fueron diagnosticados con depresión, y tuvieron que ser medicados por este trastorno mental que se dio como consecuencia de la muerte de su familiar. “Lo pudimos enterrar después de la autopsia, los gastos los cubrimos nosotros”, le dijo Astrid a El Tiempo.

Mauricio Martínez es el abogado de Astrid, y el de las demás familias que, al igual que la madre de Michael, buscan justicia. Según Martínez, quien también habló para el diario nacional, el avance del caso va lento, “estamos a la espera de que la Fiscalía determine quiénes fueron los guardias responsables de los homicidios”.

Luego de los hechos, y de la polémica generada, la Dirección Especializada contra las Violaciones a los Derechos Humanos aseguró que, los presos estuvieron sometidos a torturas, y que se había destruido material probatorio. En esto coincidió Human Rights Watch que, en noviembre de 2020, aseguró que las heridas en los cuerpos de los presos fallecidos habían sido hechas premeditada e intencionalmente.

Estas dos entidades, y las familias de los 24 presos muertos, siguen exigiendo justicia y explicaciones, tras un año de los hechos.

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