Una reciente publicación del diario El Espectador retomó la denuncia que se viene haciendo hace varios años contra la empresa minera canadiense Cosigo Frontier, y su intento por extraer oro y otros minerales en la zona de los Jaguares del Yuruparí, ubicada en el Parque Nacional Natural Yaigojé Apaporis, entre los departamentos de Amazonas y Vaupés.
El diario nacional conoció el testimonio de Robin Elkin Díaz Miraña, indígena macuna, considerado un guardia del territorio y que lleva luchando durante décadas contra la penetración de estas empresas mineras en su territorio.
En Yaigojé Apaporis, un territorio amazónico de 1.056.023 hectáreas, donde conviven los pueblos indígenas cabillarí, tanimukas, letuamas yahunas, yuhup, barazano, yauna y macunas; constituyendo así un total de 22 comunidades que viven en los alrededores de las cuencas de los ríos Pirá Paraná, Apaporis, Mirití Paraná, Caquetá y Vaupés.
Las preocupaciones de los pueblos, además de la inserción de la minería ilegal en su territorio, es que el Gobierno otorgue títulos mineros a multinacionales. A esto se le suma la coyuntura sanitaria enmarcada en la pandemia de covid-19, que también ha afectado en gran medida a estos pueblos.
“Uno de los sitios más sagrados que hay en el Yaigojé Apaporis es La Libertad o Yuisi, porque allá fue donde los dioses dijeron que es el centro del mundo de todos los pueblos”, aseguró Robin en El Espectador, quien además recordó el episodio que vivió su pueblo en 2007, cuando la empresa Cosigo Frontier, quiso extraer oro en su territorio violando su derecho a la consulta previa.
“La multinacional empieza a desinformar a las comunidades para tratar de convencerlos de las ventajas de un proyecto minero. Rompieron el proceso político de las comunidades y se crearon dos asociaciones indígenas para torpedear la consulta y la creación del parque”, aseguró en El Espectador, Sergio Vásquez, asesor jurídico de la Fundación Gaia Amazonas, organización que acompaña a los indígenas en el fortalecimiento de sus derechos.
Finalmente, el diario informa que en 2014, la Corte Constitucional sentenció que efectivamente había comprobado los intereses de “Cosigo Frontier Mining Corporatión” tenía para “desvirtuar las bondades derivadas de la declaración de un Parque Nacional Natural, y persuadir a las comunidades de los beneficios de la explotación minera, adelantando para ello una posible campaña de desinformación”.
En ese momento nació la Asociación de Capitanes de Yaigojé Apaporis Vaupés (Aciyava), en la que las comunidades se unieron para impedir estos atropellos junto a la organización ACIYA de Amazonas.
Por el momento, y pese a los esfuerzos de sus comunidades, la región Amazónica de Colombia sigue enfrentando este flagelo. Así lo manifestó, Sousa Valencia, secretario de Agricultura de la Gobernación de Amazonas, quien aseguró que en junio de 2020, en medio de la pandemia, las autoridades detectaron varias balsas ilegales sobre los ríos Puré y Purité.
“Se convocó al Comité (departamental de lucha contra yacimientos mineros) de manera extraordinaria y desde la fuerza pública, acompañada por la Policía, la Fuerza Aérea y el Ejército se adelantaron algunas acciones que permitieron la destrucción de estas dragas y la incautación de algunos elementos relacionados con esta actividad”, agregó el funcionario en El Espectador.
Pero parecen no alcanzar los esfuerzos, ya que además de la inserción de estas dragas en los caudales de Puré y Purité, el diario también relata que, “en la parte baja del río Caquetá, los indígenas alertan que balseros con dragas siguen sacando oro sin piedad”.
Y esto no es todo, porque de acuerdo con el diario nacional, actualmente existen 54 títulos mineros otorgados en buena parte de la región Amazónica, donde además, según un reportaje de “Defensores de los cerros sagrados”, se ha violado el derecho a la consulta previa en un proyecto que busca la explotación de tierras negras o coltán en el departamento del Vaupés.
A todo esto, se le suman las alarmantes cifras de deforestación, las que de acuerdo con el Ideam, registran que solo en el Parque Chiribiquete, han desaparecido 1.000 hectáreas de bosque en los últimos seis meses. Además, y como si fuera poco, los pobladores también deben enfrentar la amenaza de la covid-19, ya que durante el año pasado, el departamento del Amazonas fue uno de los focos de contagio, sin contar que al inicio de este año fue la región colombiana que se enfrentó de primera cara con la nueva cepa brasileña del coronavirus.
Ante ello, Robin relató en El Espectador las creencias de sus ancestros y dice que, “entrar a los sitios sagrados, sacar materiales, árboles es lo que genera daño y por eso la naturaleza nos está cobrando. Como eso (la covid-19) sale de la tierra, los abuelos lo que hicieron fue guardar esa enfermedad otra vez a la tierra, para que no vuelva a brotar o no sea una cosa fuerte para las comunidades”.
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