Majo, una joven que se identifica así en la red social, decidió contar el caso de ghosting que le sucedió en el pasado con un joven que le había interesado sentimental y físicamente, pero que la rechazó por el lugar donde vivía.
Todo inició con que ella empezó a chatear con un joven en el que se interesó, después de hablar en varias ocasiones, decidieron conocerse, a lo que accedió debido a que había logrado llamar su atención apenas por mensajes y fotografías.
“Imagínense que conocí a este man, y él me pidió el número, yo le dije que no porque siempre prefiero hablar por Instagram, no para tener seguidores sino para mirar también el perfil. Quedamos de hablar por Instagram y yo lo ví. El man había ido a Nueva York, a un montón de lados”, contó la joven.
“No ‘mor’, uno que ni conoce el mar, yo dije: aquí no es. Pero bueno, seguí”, dice Majo en su historia. Ella había sentido ya una premonición de cómo podría terminar la relación con el joven, pero decidió continuar a ver qué sucedía.
Contó que continuaron hablando, e incluso se encontraron presencialmente, pero cuando la iba a recoger, por casualidad, ella estaba en la casa de algunos amigos o en otro lugar distinto a su vivienda, por lo que en esas salidas previas nunca supo dónde vivía ella realmente.
El pretendiente sabía que ella vivía en Suba, pero nunca le dijo exactamente dónde, hasta un día en el que acordaron una cita y, justo antes de salir, le pidió la ubicación para poder recogerla a la hora acordada.
“Me dijo: “Oye ya voy a salir por ti, mándame tu dirección”. El hecho es que yo se la mandé, supongo que el man miró en Google, vió que mi barrio es una m#$%& y me bloqueó de Whatsapp y de Instagram”, contó la tiktoker.
Ella lo cuenta tranquila y entre risas, pero concluye con un consejo para los seguidores: “Por eso nunca salgan con gente que tenga más plata que ustedes”, pues aparentemente el joven vivía en un estrato socioeconómico más alto que ella y esa se habría convertido en la razón de desistir del interés.
Tras hacerse viral la historia, en otras redes sociales se hicieron comentarios sobre la inseguridad del barrio Suba Rincón, la amplia distancia con otras zonas de la ciudad e incluso comentarios discriminatorios contra su población.
Otras personas también recordaron, a raíz del Tik Tok de la usuaria Majo, otras historias personales similares, en los que algunas personas las rechazaron o les dejaron de hablar cuando conocieron el lugar de la vivienda, en zonas como Usme o Ciudad Bolívar, al otro lado de la ciudad.
En algunas publicaciones y estudios se ha cuestionado el sistema, único en el mundo, de la estratificación socioeconómica que se tiene en Colombia, debido a que, aunque nació como una forma de dirigir los cobros de servicios públicos y subsidios, resultó como una forma de identificación de las personas y un estereotipo para la segregación.
Como un ejemplo de esa situación ha sido descrita la historia de la plataforma Tik Tok de Majo que se hizo viral rápidamente en las demás redes sociales, debido al insólito caso en el que algunas personas se identificaron y otras reafirmaron los prejuicios.
Precisamente algunos sociólogos y analistas han cuestionado la forma en la que el estrato socioeconómico, una medida implementada para política pública a mediado de los años 1990 para clasificar las viviendas, terminó impregnando la misma identidad de los habitantes.
“El poder clasificatorio de la estratificación marca la identidad de los colombianos al punto de que, cuando se busca compañía, el estrato se coloca (en los anuncios personales) al lado del sexo, la contextura física o la edad”, señaló a BBC Mundo la socióloga Consuelo Uribe Mallarino en un análisis sobre esa situación.
Ese sistema de estratificación ha sido ampliamente discutido, incluso como señala el diario El País, ONU Hábitat ha propuesto una reevaluación de ese tipo de clasificación, pero por el momento no se ha contemplado su evolución en el sistema político nacional.