En horas de la mañana de este domingo, el Senador Iván Cepeda le envió a Miguel Ceballos, Alto Comisionado para la Paz, una carta en la que lo tilda de “enemigo de la paz”, luego de acusarlo por haber filtrado información a la prensa sobre los diálogos que a tenido el gobierno colombiano con los miembros del ELN que se encuentran en Cuba.
La carta comienza haciendo alusión a la reciente noticia que reveló la JEP sobre las nuevas cifras de los falsos positivos. “En momentos en que el país registra con tristeza e indignación la información de que los llamados ‘falsos positivos’ que se cometieron entre 2002 y 2008 ascienden a 6.402, se conoce a través de la prensa que por medio de documentos que están a su cargo y sobre los que debe pesar reserva, se despliega un nuevo ataque contra los esfuerzos de paz que se hicieron en el gobierno del expresidente Juan Manuel Santos para lograr un acuerdo con la guerrilla del ELN”.
En la carta, el Senador explica que el comisionado busca “hacerle el mayor daño posible a los acercamientos que permitan la paz y la reconciliación, violar los compromisos internacionales adquiridos por el Estado colombiano en este campo, sembrar la desconfianza con mentiras, burlar cínicamente compromisos adquiridos con instancias de la comunidad internacional, así como minar el apoyo de los países garantes de esos procesos”.
En la misiva se presentan seis ítems en los que se tocan temas específicos frente al mal manejo que ha desarrollado Ceballos, según Cepeda. El primero habla sobre el desconocimiento que tuvo el alto comisionado frente a la ejecución de los diálogos entre el gobierno de Santos y la guerrilla del ELN y la labor que se encontraba realizando Argelino Garzón en esa época.
“Asimismo, según se conoció, el actual embajador de Colombia en Costa Rica, Angelino Garzón, le manifestó al gestor de paz de la insurgencia que “Duque ve más positivo si el ELN no llega con hechos cumplidos, eso no quiere decir que no se avance sobre lo construido”. Como parece ser costumbre en su gestión, usted afirmó de manera equívoca que el gobierno del presidente Santos había autorizado a Garzón para el diálogo citado. Su versión fue desmentida por Rodrigo Rivera, comisionado de paz del anterior gobierno, quien señaló que dichos diálogos ni fueron solicitados ni autorizados por la entrante administración, mucho menos, por tanto, las promesas y solicitudes en vano realizadas al ELN”.
En el segundo ítem se habla de la postura que ha tenido Ceballos desde antes de ocupar su labor actual en el que se recalca que se debe reevaluar el papel de la isla para que esta no “termine convirtiéndose en un obstáculo en la construcción de un nuevo acuerdo de paz”, y según la carta, esto se basó en desvirtuar el papel de Cuba en los diálogos con el ELN.
Para el tercer ítem, Cepeda dice que además de la postura en contra de la paz de Ceballos este desconoce las responsabilidades y labores que debe tener el alto comisionado. “Se estableció el compromiso de prorrogar la autorización de la presencia de Nicolás Rodríguez Bautista, jefe del ELN, si la dirección de esta guerrilla aceptaba integrarlo a su delegación en La Habana, como en efecto ocurrió. Sin embargo, una vez producido el hecho, usted desconociendo el compromiso adquirido afirmó lo contrario de lo que había prometido: no reconoció al jefe del ELN como miembro de la delegación, y en cambio protestó por el hecho de que se hubiera hecho público el compromiso que usted adquirió aduciendo que era un irrespeto a la confidencialidad”.
En el cuarto ítem, para Iván Cepeda, Ceballos está en constantes contradicciones ya que ocupa un puesto en el que, por obvias razones, debe primar el trabajo por la paz, pero que ha hecho todo lo contrario.
Por ejemplo, en esta parte de la carta dice que Ceballos envió al exsenador Everth Bustamante, quien conversó en diferentes ocasiones con esta guerrilla, a Cuba en 2018, y posteriormente desconoció públicamente dichos contactos y los compromisos adquiridos, “pero usted negó públicamente haber autorizado esos viajes cuando fueron registrados por los medios de comunicación, e incluso amenazó con solicitar que fuera investigado su propio emisario”.
En el quinto tema se expone que Ceballos apoyó la decisión del expresidente americano, Donald Trump, de que Cuba entrara en la lista de países que promueven el terrorismo. “Usted no pudo ocultar su alegría al describir esta injusta medida sancionatoria como un “espaldarazo” del gobierno de Estados Unidos a la “insistente solicitud” del gobierno colombiano de denunciar al país que ha mantenido durante décadas su apoyo a la búsqueda de la paz de Colombia”.
El último tópico dice que Ceballos conoce sobre el artículo 418 del código penal. “El servidor público que indebidamente dé a conocer documento o noticia que deba mantener en secreto o reserva, incurrirá en multa y pérdida del empleo o cargo público”. Tal definición podría aplicarse a lo ocurrido con la filtración a la prensa de documentos que están a cargo de su oficina, pues conciernen al desarrollo de gestiones tendientes a garantizar la paz”.
Para finalizar la carta, Iván Cepeda menciona que tanto Ceballos como el presidente Iván Duque deben ser investigados por las autoridades encargadas ya que “los acercamientos que se promovieron con el ELN sin que se hubieran posesionado, la filtración de documentos de carácter reservado que están a su cargo”, y que si se llegara a tomar esta medida investigaciones “deberían darse bajo el supuesto de que serían adelantadas por funcionarios imparciales”.
Y que “más allá de cualquier acción judicial su actuación merece una condena moral. En realidad, las agresiones que hacen servidores públicos contra la paz entran en la categoría de las acciones más ruines que se puedan realizar en la vida política, pues prolongan el conflicto armado y provocan que sigan muriendo todos los días compatriotas por cuenta de la violencia. Sin duda, como se lo he dicho en debates públicos, el nombre del cargo que ostenta encubre su verdadera condición: usted, en realidad, es un enemigo de la paz de nuestro país”.