Rafael Salazar, un estudiante de ingeniería mecánica de la Universidad Nacional, se retiró de una finca en la que se hospedaba con su familia el 12 de abril del año pasado, para no pudo regresar junto a ella. Solo hasta este lunes, y en un lugar en el que jamás imaginaron encontrarlo.
En ese entonces, la madre del joven de 31 años, Luz Helena Cobos, residente en Barrancabermeja (Santander), lo reportó como desaparecido, pues sin mediar palabra se fue de la finca en mención, y hasta octubre volvió a saber de él.
Rafael la llamó, según su progenitora, aunque no apareció. No le dio detalles de su paradero. Si supo dónde estuvo su hijo, fue gracias a los giros de dinero que le hacía a través de Servientrega. “Por eso supe que estuvo en Santa Marta, en Ciénaga, en muchas partes”, narró Luz Helena a El Tiempo.
Lo que más le preocupaba era que Rafael debía tomar medicinas para la esquizofrenia que padece, diagnosticada tres años atrás. Según su madre, por falta de los fármacos para tratar el trastorno mental, Rafael no había podido regresar a casa.
Y si pudo mantenerse en pie en las poblaciones de Colombia en las que estuvo, algunas desconocidas para él, es gracias a que siempre fue un hombre entregado a la actividad física, explicó Luz Helena Cobos al periódico bogotano:
Él hacía mucho ejercicio, practicó atletismo, natación y yo creo que por eso pudo sobrevivir
Pues bien, la angustia que sintió la madre de Rafael y la familia entera tras su desaparición llegó a su fin. El joven fue hallado e identificado por la Policía de Yondó (Antioquia), gracias al aviso que dio la comunidad, de acuerdo con el coronel Gustavo Martínez, comandante de la Policía del Magdalena Medio.
El tan anhelado reencuentro se dio este 15 de febrero, en Barrancabermeja, a donde Rafael llegó peluqueado y con ropa limpia, pues su aspecto físico no era el mejor. “Yo volví a nacer”, fueron las palabras de su mamá, quien no dejó de desvelarse una sola noche pensando en él.
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