La Universidad Nacional de Colombia-UNAL publicó un informe en el que detalla los resultados de una investigación en la Serranía La Lindosa, Guaviare, donde se identificaron factores que influyen en la alta diversidad de insectos acuáticos de la zona de estudio.
La investigación partió desde otra inicial, que estuvo enfocada en caracterizar la red alimentaria de los ecosistemas acuáticos e identificar los cambios que pudieran ocurrir por la pérdida del bosque de ribera de la región.
“Teniendo en cuenta las altas tasas de deforestación que se han presentado en el departamento del Guaviare, asociadas con mecanismos para la obtención y titulación de tierras, esta investigación nos permite entender un poco más el efecto que tiene este fenómeno en el funcionamiento de los ecosistemas fluviales”, comentó a través de la UNAL, Paula Gabriela Córdoba Ariza, magíster en Ciencias – Biología de la misma institución, quien realizó este trabajo bajo la dirección de Jhon Charles Donato Rondón y la codirección de Juan David González-Trujillo, ambos profesores de la universidad.
Porque es importante el bosque para la riqueza fluvial
De acuerdo con la UNAL, la investigación arrojó que “gran parte de la dieta de los organismos presentes en la zona de estudio de la Serranía de La Lindosa –cerca de San José del Guaviare– tiene origen autóctono (que viene de los productores primarios en el río)”. Pero aclaró que, “esto no quiere decir que el bosque de ribera no sea importante para el ecosistema acuático allí presente”.
“Por el contrario, la caracterización de la diversidad en este ecosistema permitió entender que, si bien los aportes de materia orgánica alóctona, es decir, la materia orgánica aportada por el bosque de ribera (hojarasca, frutos, madera e insectos terrestres que caen al río) no son incorporados por los organismos acuáticos en sus tejidos, sí se relacionan estrechamente con la alta diversidad de insectos acuáticos, pues aumentan la variedad de microhábitats disponibles en el lecho del río”, relató la universidad a través de su portal web.
A su vez, señaló que la macrófita Macarenia clavigera, la hojarasca y la madera albergan especies de macroinvertebrados que no fueron encontradas en las rocas, por lo que eliminar el aporte de materia orgánica afectaría gravemente a estas especies.
“En particular, se quería cuantificar en qué medida los recursos alóctonos son la base de la alimentación de los distintos organismos –insectos acuáticos y peces– que habitan en el río”, informó la UNAL, aclarando que esto lo hizo “para tener una mirada más cercana y entender cómo los arroyos de la zona se podrían ver afectados por la deforestación”.
Para llegar a estas conclusiones, el equipo investigador realizó salidas de campo en épocas seca y de lluvia, donde se recolectaron muestras de productores primarios, como algas y macrófitas (plantas que pueden vivir en terrenos inundados toda su vida); aportes alóctonos, macroinvertebrados (insectos acuáticos) y de peces. Luego se caracterizó la diversidad de especies, además de las relaciones tróficas.
Y para determinar con qué se alimenta cada especie y en qué medida, se verificó el contenido estomacal de invertebrados acuáticos, crustáceos, anfibios y peces y se analizó qué tanto de la dieta tiene un origen autóctono (que viene de los productores primarios en el río) y qué tanto es alóctono.
Otros motivos para preservar el bosque de ribera
Además de esto, el informe de la UNAL señaló que “existen otros mecanismos en los que la pérdida del bosque de ribera podría afectar al ecosistema acuático”.
”Es necesario entender que el bosque de ribera juega un papel fundamental para mantener las condiciones físicas y químicas de los ríos”, señaló la universidad, y agregó que “es importante mencionar además que las redes tróficas son consideradas como una herramienta para entender el efecto de los disturbios en los ecosistemas”.
Ya que en el caso particular de los ríos, “permiten comprender las dinámicas entre los ecosistemas fluviales y los terrestres de sus cuencas”, por lo que estas investigaciones son muy importantes, además de necesarias para apoyar la toma de decisiones.
“Se recomienda mucho aumentar la escala espacial de los estudios, ya que por el momento solo fue posible incluir cuatro puntos de muestreo y todos tenían un alto grado de conservación”, señaló la investigadora Gabriela Córdoba Ariza.
UNAL concluyó su reporte diciendo que, “aunque es una fortuna contar con puntos de referencia que se conservan gracias al interés de los habitantes, incluir puntos en los que hayan ocurrido procesos de deforestación, por ejemplo, ayudará a establecer conclusiones que permitirán evaluar y proponer estrategias de mitigación”.
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