Santos responde a Timochenko sobre el proceso de paz y el plan de asesinato en su contra

El expresidente y nobel de Paz respondió a la invitación del jefe del partido de los Comunes para hablar con el presidente Iván Duque.

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En la imagen, el expresidente
En la imagen, el expresidente de Colombia Juan Manuel Santos. EFE/Juan Carlos Hidalgo/Archivo

Este 11 de febrero, el expresidente Juan Manuel Satos publicó un trino con una carta dirigida a Timochenko en la que afirma estar dispuesto a reunirse con el presidente Iván Duque en torno a la implementación de la paz, invitando a la ONU y a los garantes.

El mandatario asegura encontrarse conmovido por la misiva y compartir la angustia y el dolor “por la muerte a todas luces condenable e inaceptable” de los antiguos combatientes.

Comparto el dolor de todas las víctimas del conflicto armado, el dolor de las familias de nuestros soldados y policías y, en esta coyuntura reciente, el de las víctimas de los secuestros que están reviviendo sus dramas con los relatos y las acusaciones de la JEP. Sobre esto último, espero que ustedes reconozcan su autoría y responsabilidad para contribuir a sanar las heridas, y que la JEP siga haciendo su trabajo con los máximos responsables de crímenes atroces de todas las partes involucradas en el conflicto.

Aseguró que, “entre las múltiples fallas, vacíos e incumplimientos en la implementación de los acuerdos de paz lo más preocupante, sin duda, son los asesinatos de los exguerrilleros de las Farc y de los líderes sociales”.

El nobel de Paz dijo que estos asesinatos no son “como algunos han querido insinuar”, culpa de los acuerdos de paz, sino de la “falta de implementación”, la cual está a cargo del Gobierno de Iván Duque.

“Éramos totalmente conscientes de que el fin de la guerra con las Farc no eliminaría otras fuentes de violencia y, por eso mismo, se incluyó específicamente el punto 3.4 sobre garantías de seguridad. El cumplimiento de este punto (o los 13 subpuntos que ahí se especifican) resolvería el problema, pero para eso se requieren liderazgo, capacidad de coordinación y voluntad política”.

La misiva continúa diciendo que “el Gobierno es el responsable del orden público y de la seguridad de todos los colombianos, entre los cuales los exguerrilleros que lealmente están cumpliendo con los acuerdos deben estar en primera línea, por su vulnerabilidad, junto a los líderes sociales, muchos de los cuales están matando por promover la sustitución voluntaria de cultivos ilícitos o la devolución de tierras a los campesinos desplazados, o por oponerse a la deforestación o a la minería ilegal”.

Santos asegura que “el presidente Duque y su gobierno deben escuchar las múltiples voces que reclaman una acción más decidida y eficaz para protegerlos”. Santos recordó en la carta que el presidente de los Estados Unidos, Joe Biden y el secretario general de la ONU António Guterres han priorizado la paz y se lo han hecho saber al presidente Duque.

“El nuevo gobierno de Biden ya priorizó la implementación de la paz y los derechos humanos en las relaciones bilaterales. Y es muy diciente que, hasta el secretario General de la ONU, António Guterres, le haya dicho directamente al presidente Duque el martes pasado en su programa diario de televisión que “la implementación integral del acuerdo de paz es una herramienta clave para atender la emergencia del covid-19″”.

Incluso, el exmandatario vaticina que de seguir la violencia en Colombia, “se corre el peligro de que Colombia se escurra de nuevo a la nefasta lista de países parias, con todo lo que esto implica, después de haber logrado salir de ese fangoso pantano con tanto esfuerzo y dificultad”.

“Lo mismo pasa en el frente económico: si no se hacen las reformas necesarias, perderemos el grado de inversión, con los inmensos costos que eso significa. Los prestigios de las personas y de los países se construyen en mucho tiempo y con mucho esfuerzo, pero se deshacen muy rápido y con enorme facilidad”, escribió Santos en la carta abierta.

Más adelante recordó que las relaciones entre él y Duque no son las mejores e incluso le parece anecdótico que el actual mandatario de Colombia no lo mencione.

Mis relaciones con el presidente Duque no son las mejores. Se ha dedicado a gobernar con un espejo retrovisor, pero un espejo de esos que distorsionan la imagen, de los que hacen ver a los flacos gordos y a los gordos flacos, y ha optado, extrañamente, por no mencionar mi nombre.

Sobre la invitación que le hace Rodrigo Londoño para hablar con Duque, Santos dice estar dispuesto a reunirse con presidente, pero que no se hace “muchas ilusiones” al respecto.

Le cuento lo anterior porque usted me pide en su carta que nos reunamos con el presidente Duque. Sería lo ideal, pero no me hago muchas ilusiones. Espero estar equivocado. Siempre he creído que cuando las circunstancias y la patria lo demanden, todos debemos dejar a un lado nuestras diferencias, prejuicios, posiciones partidistas y demás sentimientos que alimentan la polarización, para trabajar juntos por objetivos superiores. Es lo responsable. La paz es, sin duda, uno de esos objetivos. Así lo he repetido en sendas ocasiones. No tengo entonces problema alguno en tener esa reunión con el presidente. Lo haré con gusto.

En el texto, Santos dice que, de darse la reunión, él la solicitará por lo canales regulares y deja claro como podría ser el protocolo.

Se me ocurre que podríamos ir acompañados de dos de nuestros negociadores. Por mi lado, serían Humberto de la Calle, el jefe de las negociaciones, y el general Óscar Naranjo, quien se encargó de negociar, junto con otros miembros de nuestras Fuerzas Armadas, el punto 3.4, y quien más conoce el tema de las garantías de seguridad establecidas en el acuerdo. Usted escogería los suyos. El presidente, como anfitrión, estaría con quien él determine, por supuesto. Podríamos discutir la implementación de los acuerdos en general y el tema de la seguridad en particular. Se podría invitar a la ONU y a los garantes. Cualquier avance sería una bendición para la paz y para el país.

El asesinato de Álvaro Gómez Hurtado

Sobre la comparecencia de Rodrigo Londoño ante la JEP donde se discutió el asesinato de Álvaro Gómez Hurtado el expresidente dijo:

Finalmente me refiero a lo que usted le dijo a la JEP al reconocer el asesinato de Álvaro Gómez: que tenían preparado un atentado en mi contra y que no lo ejecutaron por razones “éticas”. No fue el único y no hubiera sido “antiético”. Yo mismo impuse las reglas de juego, que ustedes aceptaron: negociamos en medio de la guerra como si no hubiera guerra, y seguimos en la guerra como si no hubiese negociación.

Atentado contra Santos

En la misiva, el expresidente dijo al estar en medio de una negociación de paz donde la guerra todavía se estaba llevando, dijo que asesinarlo a él no hubiese sido “antiético” y aseguró que él mismo también ordenó operativos contra los miembros del Secretariado de las Farc.

Yo no fui tan magnánimo y por eso autoricé las operaciones contra todos los miembros de las Farc considerados objetivos de alto valor, incluyendo la de ‘Alfonso Cano’. Más de treinta de sus comandantes fueron capturados o dados de baja. Contra usted nunca tuvimos la inteligencia suficiente, pero lo habría autorizado. Eran las reglas de la guerra, esa abominable guerra que en buena hora terminamos. Hubo un operativo contra un miembro del secretariado que no autoricé. Algún día contaré de quién se trata y por qué.

La carta finaliza diciendo que él defenderá la paz y los acuerdos “a capa y espada” y la vida de quienes lo suscribieron.

“Pero mire cómo es la vida. Después de intentar matarnos durante tanto tiempo, ahora estamos juntos luchando por la paz. A veces parece más difícil, ¿no? Así como los combatí sin tregua ni cuartel, ahora defenderé sus vidas y los acuerdos a capa y espada. Porque no solo es la palabra empeñada del Estado colombiano, que todos estamos obligados a cumplir, sino porque es lo correcto. Termino con las palabras que pronuncié en el Teatro Colón: demostrémosle a este mundo tan polarizado que Colombia puede actuar responsablemente y poner el país por encima de los intereses políticos; porque, como decía Bertolt Brecht, ‘cada vida es sagrada y toda guerra es una derrota’”.

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