Del reciclaje a la alta costura: la colombiana Gabriela Grajales y su concepto de moda sostenible arrasan en Europa

Con su proyecto de moda sostenible, Gabriela ha ganado varios premios en España, donde se abre camino llevando un mensaje de conciencia ambiental dentro de la segunda industria más contaminante del mundo.

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Gabriela Grajales durante el Bilbao International Art & Fashion. Foto: Txetxu Berruezo Zarate.
Gabriela Grajales durante el Bilbao International Art & Fashion. Foto: Txetxu Berruezo Zarate.

En los pasillos de la séptima exposición Bienal Iberoamericana de Diseño (BID), organizada por la Fundación Diseño Madrid, se ven concentradas las mejores expresiones del diseño reciente de Latinoamérica, España y Portugal. Allí, más de 400 trabajos de diseñadores de todas las áreas del Diseño, se dieron cita en la capital española para exponer sus creaciones.

Entre ellos, hay un proyecto que se roba las miradas, el de la pereirana Gabriela Grajales, quien con su concepto de moda sostenible, ya ha creado dos colecciones merecedoras del galardón Best outfit design en el Bilbao International Art & Fashion 2018, el Premio CODE41 Premio más mujeres de Sevilla y el MOMAD TALENTS de Madrid.

Éter, la colección que hasta el próximo 14 de febrero podrá ser visitada en la BID 2020, es una colección hecha con cápsulas de café, y que fue el resultado de un arduo trabajo de recolección y reciclaje. Gabriela cuenta que el proceso de elaboración de esta colección le tardó 2 meses, en los cuales creó 7 looks, con aproximadamente 10.000 cápsulas, “teniendo en cuenta que estaba a punto de dar a luz creo que fue bastante bien”, cuenta la diseñadora.

Prendas de la colección Éter de Gabriela Grajales, presentadas el Bilbao International Art & Fashion, donde se llevó el premio a Best outfit design. Foto: Txetxu Berruezo Zarate.
Prendas de la colección Éter de Gabriela Grajales, presentadas el Bilbao International Art & Fashion, donde se llevó el premio a Best outfit design. Foto: Txetxu Berruezo Zarate.

“Gaby Sak”, como la conocen sus amigos, empezó a diseñar desde muy joven guiada por la inspiración de sus tías y sus abuelas a quienes veía coser cuando era niña. Al crecer, empezó a diseñar empíricamente en Colombia, hasta que decidió ir a estudiar diseño a Argentina, donde despertaron en ella otros intereses como el de la experimentación textil y la exploración con otros materiales.

Luego, llegó a España, donde relata que se le “despertó ese chip de sostenibilidad y de la moda más consciente”:

“Ya no quería seguir utilizando tejidos tradicionales y seguir simplemente diseñando pensando en ese aspecto más creativo, así que decidí empezar a explorar, mirar desde adentro, desde mi casa, y ver qué era lo que más desechábamos aquí, osea qué era lo que generaba más basura en mi casa.

Nosotros tomamos mucho café, y como mi chico trabaja y tiene un ritmo de vida muy rápido, consume muchas cápsulas de café, así que dije: bueno, yo tengo que hacer algo con esto, porque esto es aluminio y está contaminando un montón, la gente no sabe reciclarlas, las echan con los desechos orgánicos, con el plástico y es aluminio. Entonces empecé a guardarlas, fue un trabajo en equipo, porque la familia de mi chico me ayudó. Hice una campaña de recolección y reciclaje de cápsulas brutal”, contó para Infobae Colombia.

Gabriela cuenta que cuando ella evidenció que había un problema de contaminación alrededor de este producto proveniente de la industria del café, más allá de crear un nuevo textil, quiso llevarle un mensaje a las personas sobre el mal uso que se hace de sus desechos.

“Luego de la recolección de las cápsulas, empecé a darle un poco de forma al proyecto, a investigar temas que me dieran inspiración. Y después de buscar mucho, me encontré con el mosaico islámico, que me pareció bellísimo, por toda su historia, por los patrones que conforman el mosaico, sus colores. Entonces empecé a mezclar este concepto con el reciclaje, así que comencé a diseñar patrones, inspirándome en esos mosaicos, en esas geometrías, y posteriormente empecé a diseñar las prendas sobre el maniquí, no use patronaje ni nada, fue completamente una mezcla de geometría y color”.

Después de limpiarlas, cortarlas y doblarlas, se enhebran con anillas transformando así basura en tejidos que parecen joyas y vestidos de alta costura.

El valor de los desechos

La diseñadora continúa su relato confesando que no quería que su trabajo y el mensaje de que “en los desechos se pueden encontrar muchos materiales para hacer cosas increíbles” se quedará ahí, fue así como empezó a buscar concursos en Europa y se encontró con el BIAFF, donde mandó su propuesta de vestidos hechos con materiales reciclados, inspirados en el mosaico islámico.

“Después de esperar unos meses, me llegó la noticia de que había ganado el concurso, de que habían participado 80 países, 1700 diseñadores de todo el mundo de las mejores escuelas de moda, y ganaron mis vestidos ese concurso”, recuerda Gabriela.

Prenda de la colección Proteo, donde se usaron aproximadamente 15.000 cápsulas de café. Foto: Viviana Gaviria.
Prenda de la colección Proteo, donde se usaron aproximadamente 15.000 cápsulas de café. Foto: Viviana Gaviria.

A partir de ahí empezó a sacar más colecciones y con ello llegó Éter, en la cual mezcla las cápsulas recicladas de café con tejidos orgánicos, ya que, según ella, quería aterrizar esa idea conceptual que dio a luz a Proteo, para hacer algo más usable.

“La moda es la segunda industria más contaminante después del petróleo, y los tejidos sintéticos, al final son derivados de ahí y para producir estos tejidos, la contaminación es brutal, así como la explotación laboral… y bueno para ser coherente con el concepto de sostenibilidad supe que tenía que usar tejidos orgánicos, por ejemplo donde el algodón es orgánico, donde no se requiere tanta agua para su producción, donde hay cero explotación laboral, manifiesta la diseñadora pereirana.

Actualmente, y según cifras de la ONU recogidas en el informe El coste ambiental de estar a la moda, “se requieren 7.500 litros de agua para producir unos jeans; el sector del vestido usa 93.000 millones de metros cúbicos de agua cada año, una cantidad suficiente para que sobrevivan 5 millones de personas; la producción de ropa y calzado produce el 8% de los gases de efecto invernadero y cada segundo se entierra o quema una cantidad de textiles equivalente a un camión de basura”.

Desafortunadamente aún hay muy poca investigación sobre la generación de tejidos sostenibles que ayuden a bajar los costos de producción, para que así las prendas sean más asequibles al público. Sobre eso, Gabriela cuenta que usar ropa sostenible tiene un plus, y es saber que “te estás vistiendo de manera más consciente, y que no estás aportando al daño que le hacemos al planeta, todo lo contrario… además, de usar una prenda que te va a durar mucho más que por ejemplo, esa de la gran multinacional que es tan bonita, pero que tiene tantas cosas negativas detrás”.

Tejidos sostenibles

Gabriela cuenta que los tejidos que usó en la colección Éter son derivados del plátano y de la celulosa de madera, también utilizó algodón orgánico, pétalos de rosa, entre otros. “Son tejidos, que no contaminan además de que son muy suaves al tacto, entonces los combiné con esta línea de trabajo del reciclaje de las cápsulas de café”.

Con esta colección ganó el premio Más Mujeres en Sevilla, y eso fue un impulso para crear su tienda online, que está en marcha y donde los clientes pueden encontrar su línea de reciclaje de cápsulas de café “Upcycling”, otra de tejidos orgánicos, además de una colección de accesorios hechos con impresión 3D donde solo usa filamentos sostenibles PLA, un derivado del maíz, conocido como ácido poliláctico, “es un filamento que a pesar de ser un polímero es más sútil con el medio ambiente”.

Pendientes por Gabriela Grajales, hechos con impresión 3D y filamento PLA. Foto: Gabriela Grajales.
Pendientes por Gabriela Grajales, hechos con impresión 3D y filamento PLA. Foto: Gabriela Grajales.

La revolución del slow fashion

Para Gabriela, el fast fashion o la moda de consumo acelerado debe acabarse para que la moda sostenible y la slow fashion se abra un campo con más asequibilidad al público, sin embargo dice que,“es muy difícil, por que son empresas que tienen mucho dinero y para poder producir en masa, explotan recursos humanos y ambientales, y ahora mismo lastimosamente lo que busca la gente es algo bueno, bonito y barato, así que aún hay mucho trabajo por hacer”.

Aún así, la diseñadora dice que hay que seguir mostrándole al público todo lo que hay detrás de las creación de estas prendas sostenibles, además de los valores de los trabajadores que las producen. “Yo creo que cuando la gente sea más consciente de todo ese proceso, van a valorar más y van a pagar más por lo que vale, es pensar que esa camiseta te vale 20 euros, pero eso es porque están explotando recursos e infinitas cosas, además de que no te va a durar nada”.

Pantalón de sarga orgánica por Gabriela Grajales.
Pantalón de sarga orgánica por Gabriela Grajales.

”A partir de que las empresas grandes, vieron que ahora la sostenibilidad tiene futuro, surgió una propaganda llamada Greenwashing, es decir, muchas grandes industrias están diciendo que ahora utilizan materiales sostenibles y demás, pero no, sus prácticas siguen siendo corruptas, siguen explotando gente y produciendo en grandes cantidades.

Eso es otra cosa que tiene la moda sostenible, que en vez de ello, se produce en pequeñas cantidades, no se produce de más, no se queman las prendas o los tejidos que sobran, cosa que sí hacen las grandes industrias. Y el problema con el Green Watching es ese, que la gente va y compra en una gran tienda, porque piensan que ahora tiene una línea sostenible, pero no es así, lo que están haciendo es complicarlo todo aún más. Cuando estas empresas empiecen a implementar verdaderas prácticas éticas y sostenibles, ahí se va a abrir un mundo nuevo”, relata Gabriela.

En su proyecto de moda sostenible, Gabriela crea exclusivas piezas con materiales reciclados, tejidos orgánicos e impresión 3D. Fotos: Gabriela Grajales
En su proyecto de moda sostenible, Gabriela crea exclusivas piezas con materiales reciclados, tejidos orgánicos e impresión 3D. Fotos: Gabriela Grajales

Sin duda, la industria de la moda sostenible es una revolución que hasta ahora se está abriendo paso ante el mundo; de hecho, Gabriela señala que cuando se normalice más la producción de tejidos orgánicos, la producción tendría menos costos y así mismo los precios de venta de las prendas serían más bajos, por ahora, le dice a los emprendedores que creen y trabajan en el campo sostenible, que “no desistan y nunca dejen de lado la creatividad”.

“En muchos casos por el afán de vender un producto se deja a un lado la esencia del diseñador y en el peor de los casos se ignoran esos principios por los que tanto luchamos para salvar nuestro planeta. Nadie dijo que fuera fácil, pero nuestra labor es fundamental no solo para el cambio climático y la explotación laboral sino para concienciar a las personas que consumen moda, para disminuir las compras compulsivas que deja la fast fashion y volver a darle valor a lo hecho a mano”, concluye Gabriela.

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