El pasado 28 de enero, la noticia sobre un grupo de personas, conformado por 12 adultos y ocho menores, que estaban confinados en una casa del corregimiento de Isabel López de Sabanalarga, en el centro del departamento del Atlántico, causó revuelo por sus razones. La reunión en ese establecimiento estaba destinada a esperar la llegada de Jesucristo que, según ellos, sería ese jueves, a solo días del inicio de febrero. Las burlas, los debates, y las creencias alrededor del hecho aumentaban, así como las circunstancias extrañas que recaían sobre el mismo. El líder religioso que promulgó el movimiento desapareció ese día, al igual que una mujer, fiel seguidora del pastor. La mujer apareció, y esto es lo que se sabe.
De acuerdo con información corroborada y divulgada por la revista Semana, luego de la presión ejercida por su esposo, Erick Lucheta, en medios de comunicación, la mujer llegó, por sus propios medios a la casa en donde viven sus padres. En un taxi, y en compañía de su hermano, la mujer volvió a su hogar.
Según Erick, quien fue el encargado de darle la noticia a ese medio nacional, la mujer se encuentra bien en cuanto a su salud física, sin embargo, aseguró que será necesaria la asistencia psicológica urgente para su esposa pues, los estragos que dejó en su mente el pastor Gabriel Alberto Ferrer son fuertes, y no podrá deshacerse de ellos sin la ayuda de un especialista en salud mental.
Estos alegatos ya se habían hecho con anterioridad. En una entrevista para Noticias Caracol, cuando la mujer seguía desaparecida, Erick había dicho que su pareja había cambiado mucho luego de que empezó a seguir al pastor y a asistir a sus encuentros religiosos.
“No era la misma persona de antes: ya no hablaba con nosotros, se fue apartando de los papás y de la familia. Mi esposa abandonó el hogar, me dejó a mí y a los dos hijos que tenemos, renunció al trabajo y perdió 20 años que llevaba laborando”, explicó el hombre que, además de ello, dejó entrever que su esposa no era la única víctima de lo que vivió la mujer, sino que otras personas seguían fervientemente al hombre que, a día de hoy, sigue desaparecido.
Las familias que lo seguían, y que atentamente escuchaban las instrucciones que el hombre les daba a través de videos explicativos respecto a la religión y Jesucristo, vendieron casi todas sus pertenencias para, según les explicó el pastor, poder estar libres de cualquier bien material que les impidiera su ascenso al cielo. Aunque en medio de la venta de objetos había cosas simples y poco costosas como ropa, muebles o accesorios, algunas familias llegaron a vender sus electrodomésticos y, en el peor de sus casos, sus casas.
La gravedad de la situación no se detiene allí pues, además de la venta de cosas necesarias para los habitantes, se supo que el dinero que las familias recogieron por la venta de sus propiedades se fue derecho a la cuenta bancaria del pastor del que, de nuevo, no se sabe nada.
Ferrer, según sus seguidores, y según la información revelada por los medios nacionales que han venido cubriendo la noticia, no contesta mensajes o llamadas. En medio de un diálogo entre el medio nacional, Pulzo, y Jaime Sánchez, representante de la iglesia cristiana Berea, en Sogamoso, Boyacá, el hombre calificó al pastor de mentiroso, según Sánchez, lo que hacía el hombre era aprovecharse de su poder sobre la gente frente a temas religiosos para lucrarse.
“No sé qué buscaba él con esa mentira, pero lo que sí quedó claro es que lo que profetizó no se cumplió, y en la Biblia dice que si alguien profetiza algo y no se cumple, pues es un falso profeta”, dijo el hombre en su diálogo con ese medio.