Desde una ‘casa bomba’ hasta granadas: recuento de los atentados contra Álvaro Uribe Vélez y su familia

Uno de ellos, atribuido a las FARC, dejó 21 fallecidos, entre ellos tres menores de edad: sucedió en el corazón de Bogotá. El más reciente conocido fue planeado por el abatido cabecilla del ELN, alias Uriel.

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26/06/2019 El expresidente de la
26/06/2019 El expresidente de la República de Colombia, Álvaro Uribe Vélez, durante la I Concordia Europe - AmchamSpain Summit. POLITICA Eduardo Parra - Europa Press

El sábado 30 de agosto se conoció que Andrés Felipe Vanegas Londoño, alias Uriel, el tercer jefe del frente de Guerra Occidental del ELN, abatido por el Ejército Nacional tres meses atrás, tenía la intención de secuestrar o asesinar a Tomás y Jerónimo, los hijos del expresidente Álvaro Uribe Vélez. Así lo revelaron fuentes de la inteligencia militar a revista Semana.

Pues bien, este no ha sido el único atentado planeado en contra de Álvaro Uribe Vélez, sino que fue el último del que se supo. En el 2002, previo a su posesión como presidente de Colombia, ya se habían registrado hechos de esta índole. Estos son algunos de los ataques ideados contra el líder del Centro Democrático, hoy investigado por fraude procesal y compra a testigos.

Granada en la Casa de Nariño, en el 2002

Dos granadas de morteros estallaron en el 2002, minutos después de que Álvaro Uribe Vélez ingresara al Congreso de la República para su posesión como presidente: una en la Casa de Nariño y otra en el sector del Cartucho, la ‘olla’ más grande de Bogotá en ese entonces.

Aquel 7 de agosto, producto de las detonaciones a las 3:10 p.m., fallecieron 21 personas, entre ellas tres niños, y 70 más resultaron heridos, algunos mutilados. Luego se comprobó que en el atentado, atribuido a las FARC, se buscó activar 140 granadas artesanales.

Casabomba en Neiva, en el 2003

El 14 de febrero de 2003, cinco meses después de la posesión de Uribe Vélez, la Columna Móvil Teófilo Forero, una de las más temidas de las FARC, abarrotaron de explosivos una casa en las inmediaciones del aeropuerto Benito Salas, en Neiva, para luego hacerlos detonar.

Producto de la explosión, que tenía como objetivo afectar el avión en el que sobrevolaría el expresidente Uribe, pues ese día tenía previsto visitar Neiva, hubo 15 víctimas mortales: la fiscal Segunda especializada, Cecilia Giraldo Saavedra, nueve policías y cinco civiles.

En la calle 26, en el 2006

El año pasado, en la audiencia de imputación de cargos contra los señalados de perpetrar el atentado en la Escuela de Cadetes General Santander, la Fiscalía conoció que el ELN había planeado acabar con la vida de Álvaro Uribe en el 2006.

Ese año, la guerrilla habría contemplado un atentado suicida, para reducir al mínimo las víctimas civiles, en la avenida El Dorado. El ente investigador conoció un documento en el que se estableció que, al parecer, “sería en contra de Álvaro Uribe Vélez, sobre quien estaban haciendo un estudio —el ELN—”.

A finales del 2013, supuestamente, otra vez por la Teófilo Forero

El 12 de noviembre de 2013, por petición del expresidente Juan Manuel Santos, el ese entonces ministro de Defensa, Juan Carlos Pinzón, se reunió con Álvaro Uribe Vélez para informarle de un plan para atentar contra él y su familia, adelantado por miembros de la mencionada Teófilo Forero.

“La Policía Nacional y la Fiscalía General están evaluando la información hallada. El presidente Santos ordenó que además del esquema de seguridad actual del expresidente Uribe y de su familia, que compromete a cerca 300 funcionarios, se haga todo lo necesario para garantizar la seguridad e integridad del exmandatario y protegerlo”, señaló Pinzón, ese año.

Entre 2021 y 2021, en Risaralda

El plan para secuestrar o asesinar a los hijos de Uribe, sería ejecutado en el municipio de Apía, en Risaralda, lugar que visitaban, según alias Uriel, con bastante frecuencia los hijos del exsenador. Al menos eso fue lo que revelaron los archivos a los que tuvo acceso Semana.

“Le planteaba yo, además, que lo económico, llegado el caso, podría ser de añadidura; si no veíamos garantías para una retención, pensábamos en ejecución, con explosivos, control remoto, lo que aplique. De todas formas, el “impacto político... ¿Sí ve? No tiene precio”, decía Uriel en uno de los archivos desencriptados por la Inteligencia Militar y compartidos a ese medio.

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