La Asociación de Concejos Comunitarios y Organizaciones del Bajo Atrato, ASCOBA, está integrada por 13 concejos comunitarios mayores que representan a 58 concejos comunitarios menores o locales del Bajo Atrato, además de 7 organizaciones de base de la zona. El grupo desarrolló el proyecto de etnoeducación a través de la metáfora de la champa y la palanca, “Champalanca pedagógica”, la cual busca implementar la formación de conciencia étnica.
Elba Rocío Sánchez, líder de la experiencia, señaló que, en esta travesía pedagógica, buscan fortalecer la educación propia mediante el rescate de los usos y costumbres ancestrales, sin descontextualizar a los estudiantes del mundo globalizado y cambiante que transitan. “Buscamos que las personas afrocolombianas y, en especial, nuestros estudiantes no se avergüencen de quienes son, sino que conozcan y valoren de donde vienen y proyecten con acierto el futuro propio y el de sus comunidades”, recalcó.
Conciben que la función de la escuela no solo tiene que ver con la dimensión cognitiva en la que prima el conocimiento científico y tecnológico, y en la que se impulsa el desarrollo de habilidades para lo laboral; ya que la escuela también es un espacio para la formación humana y para el arraigo en nuestra propia cultura a partir del reconocimiento, valoración y promoción de nuestra historia.
En este proceso participan cerca de 13.500 personas, habitantes del Bajo Atrato en los Municipios de Carmen del Darién y Riosucio, entre ellas pobladores, estudiantes, padres y madres de familia, sabedores, maestros tradicionales culturales, adultos mayores y otros miembros de las comunidades. Allí, el 60% son afrodescendientes, el 25% mestizos y el 15 % indígenas de los pueblos emberá chamí y emberá katío.
Las estrategias más relevantes que articulan el proceso de la Champalanca Pedagógica son: la Comisión Etnoeducativa Comunitaria, CETCO, que se reúne periódicamente para analizar los avances, fortalezas, debilidades y emprender acciones de mejoramiento. Otra estrategia es la resignificación permanente del Proyecto Educativo Comunitario, PEC, y del plan de estudios. Este último se organiza a través de seis núcleos problemáticos: cosmovisión y espiritualidad; etnodesarrollo y producción; Identidad, sociedad y naturaleza; comunicación y lenguaje; mundo artístico-estético y; mundo matemático.
Además, desarrollaron la mochila pedagógica, que incluye la investigación permanente para el diseño de guías y materiales didácticos de diversa índole y que están articulados al modelo; encuentros etnoeducativos e interculturales, en donde se tienen en cuenta los lineamientos curriculares y los principios del modelo: comunicación dialógica; relación teoría-práctica; aprendizaje situado; enseñar con alegría; enseñar para la autonomía; y competencia profesional; y la formación docente a través de jornadas que involucran la participación de líderes, sabedores de las comunidades y otros actores que alimentan el modelo.
Asimismo, implementaron un Sistema de tanteo, a través del cual se hace evaluación y seguimiento de los procesos de maduración cognitiva humana y social de los estudiantes para reconocer que el error es un detonante del aprendizaje.
Otros líderes y miembros de la Asociación son los docentes Sixta Vega Córdoba, Rosa Elena Quejada, Juan Rufino Blandón, Geovanny Moreno, Leonard Romaña, Pedro José Palomeque, Raumid Mosquera, Nilton Paz, Omaira Quiroz; Numidia Córdoba y Paula Camila Córdoba, madres de familia; Leopoldo García, Salomón Cuesta, Benjamín Palacios, Nemesio Cuesta, Antonio Beltrán, Celsa Dávila, Ricardo Allín, sabedores, maestros tradicionales culturales, adultos mayores y otros miembros de la comunidades.