Colibríes, las aves más afectadas tras el paso del huracán Iota

El colibrí mango pechiverde, Anthracothorax prevostii, es una de las aves emblemáticas para la población raizal de Providencia y una de las más afectadas luego de la catástrofe natural.

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Colibrí mango pechiverde.
Foto: Sebastián Pérez,
Colibrí mango pechiverde. Foto: Sebastián Pérez, Instituto Humboldt.

Drante los siete días de la expedición Cangrejo Negro, los investigadores de los Institutos Humboldt y Sinchi solo pudieron observar un individuo del colibrí mango pechiverde, Anthracothorax prevostii. Según las investigaciones, antes de Iota, esta especie era considerada frecuente en las zonas más arbustivas de la isla e incluso en los jardines de las casas.

Los colibríes, que actualmente solo habitan en el continente americano, son las únicas aves capaces de volar hacia atrás y hacia abajo. Con sus picos alargados, curvos o rectos, obtienen el néctar de las flores y cumpliendo un importante rol ecológico al polinizar ciertas especies de plantas; por eso se les conoce también como picaflores. El colibrí mango pechiverde, Anthracothorax prevostii, una de las especies registradas en Colombia, es una de las aves más emblemáticas para la población raizal de Providencia.

Los investigadores señalaron que este colibrí frecuentaba tanto las zonas de borde de bosque más conservados, como las áreas urbanas. Sin embargo, luego del paso del huracán Iota por Providencia, con vientos superiores a los 200 kilómetros por hora, este colibrí parece ser una de las especies más afectadas.

Durante los siete días de la expedición Cangrejo Negro, en la que cerca de 30 investigadores del Sistema Nacional Ambiental recorrieron la isla para hacer el diagnóstico sobre el estado de la biodiversidad, el colibrí mango pechiverde brilló por su ausencia. “Antes del huracán, este colibrí era frecuentemente observado en zonas de jardines y casas y en las localidades asociadas a las áreas arbustivas. Lamentablemente, en la expedición solo logramos registrar un individuo”, informó Hernando García Martínez, director del Instituto Humboldt.

Durante los siete días de
Durante los siete días de la expedición Cangrejo Negro, los investigadores recorrieron la isla para hacer el diagnóstico sobre el estado de las aves. Foto: Felipe Villegas, Instituto Humboldt.

David Ocampo, ornitólogo del Instituto y quien lideró los recorridos en Providencia para avistar las aves, también indagó con varios pobladores de la isla sobre este colibrí: “Mediante una observación solo pudimos avistar un individuo, y la comunidad nos informó haber observado no más de dos individuos en los pasados días. Esto nos sugiere que el tamaño poblacional ahora podría ser bastante bajo, producto del paso del huracán”.

El colibrí mango pechiverde tiene un tamaño que oscila entre los 10 y 12 centímetros. Su plumaje es de color verde brillante, con tonos negros en pecho, blancos en los muslos y vinotintos en las alas. “Tenemos que hacer una evaluación más a fondo sobre el estado de la población de esta especie, además de definir las medidas de manejo para mejorar la condición y salud del hábitat y así volver a recuperarlo”, puntualizó García.

Ocampo tiene proyectado estudiar más en con más detalle el estado de la población de esta especie de colibrí en Providencia. “Esto nos permitirá plantear estrategias que ayuden a esta ave, y otras, a ir recuperando sus tamaños poblacionales, que además contribuiría con la recuperación de la diversidad funcional dentro del ecosistema”.

Según el Instituto Humboldt, este colibrí habita principalmente en zonas costeras del continente, como en los bosques, sabanas, pastizales y manglares de varias islas del Caribe de países como Colombia, Costa Rica, Ecuador, Estados Unidos, México, Perú y Venezuela. Además, de las más de 300 especies de colibríes registradas en el mundo, 165 habitan los ecosistemas del territorio nacional, número que lo convierte en el país con la mayor riqueza de especies de esta familia en todo el planeta.

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