La ¡Dinamita! de Gloria Susana Esquivel

La escritora colombiana estará hoy en el Hay Festival dialogando con la periodista Myriam Bautista sobre mujeres, feminismo y la historia de las luchas femeninas en Colombia.

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Foto cortesía: Penguin Random House.
Foto cortesía: Penguin Random House.

“Mano pequeña, pequeñita, pero con ella puedo lanzar una bomba de dinamita”, con esta frase de la líder política María Cano empieza ¡Dinamita! Mujeres rebeldes en la Colombia del siglo XX, el último libro de Gloria Susana Esquivel que cuenta con ilustraciones de Powerpaola y recorre la trayectoria de catorce mujeres colombianas que durante del siglo pasado trabajaron desde sus respectivas disciplinas en la lucha por la igualdad y el reconocimiento de los derechos de las mujeres.

Débora Arango, Helena Araújo, Esmeralda Arboleda, Beatriz González , Emilia Herrera, Elisa Mújica y Marvel Moreno son algunas de las colombianas que “fueron transgresoras en una sociedad que las quería y las necesitaba silenciosas y obedientes; todas fueron pioneras de una nueva manera de habitar el mundo y de desmontar, o por lo menos fisurar, este andamiaje ancestral que las atrapaba en lo que llamamos hoy la cárcel de género”, como dice la autora en el prólogo del texto.

Se necesitaba con urgencia un libro que nos diera pistas sobre la historia del feminismo en Colombia y nos contara a fondo la vida de cada una de sus protagonistas. Infobae Colombia habló con la escritora, traductora y poeta Gloria Susana Esquivel sobre ¡Dinamita!, a propósito de su participación en el Hay Festival, este martes 26 de enero, en su diálogo con la periodista y autora del libro Rebeldes: Osadas y transgresoras mujeres colombianas, Myriam Bautista.

El título del libro hace honor a la frase de María Cano, ¿pensó en algún otro título, o siempre creyó que se llamaría así?

No, siempre fue muy claro para mí que esa frase era muy central al libro y yo quería incorporarla, entonces para mí siempre fue claro. Después de descubrir esa frase para mí fue claro que el libro tenía que girar alrededor de eso.

¿Cómo nace la idea de hacer un libro sobre mujeres rebeldes colombianas del siglo XX?

La idea es de Adriana Martínez, ella es la editora de Alfaguara y se le ocurrió que sería una buena idea hacer una especie de libro parecido al de Historias de niñas rebeldes, pero para grandes y hacerlo en Colombia.

Pensamos mucho en ese libro que se llama Nosotras de Rosa Montero, que también tiene una idea similar, aunque es diferente porque son mujeres europeas de diferentes cargos.

Queríamos hacer algo similar, Adriana me pidió una prueba de escritura para ver si funcionaba y yo empecé a hacerla con Beatriz González. Investigué su vida y fue un reto muy grande porque toda la vida de ella existe en Wikipedia y es una historia que se ha contado muchas veces. Para mí era pensar en cómo iba a hacer este libro pero que no fuera Wikipedia, porque esa información está en internet y se puede consultar fácilmente.

Entonces comencé a investigar y me di cuenta que Beatriz González es la única mujer viva que aparece en el libro, vi que se podía contar la historia de ella de la mano de la historia de muchas crisis políticas que había en el país. Ella ha centrado su obra en hacer una especie de comentario a la situación política y a los gobernantes, o a la violencia que ha pasado en el país y eso fue lo que a mí me interesó.

Dije ‘aquí hay un ángulo mucho más interesante’ que es el de poder ver la vida de esta mujer en paralelo a la vida del país, a la vida política de Colombia y ver cómo ella desde su lugar de mujer, (un poco una periferia porque en esa época que ella comenzó a pintar llamó mucho la atención de los críticos pero no era una figura central como Negret u Obregón) aprovechó ese lugar periférico para hablar y para utilizar técnicas que no eran tan “bien vistas” como la caricatura, y así hacer un comentario político.

Eso fue lo que me interesó, ver cómo estas mujeres en el siglo XX, habían tenido la audacia de revelarse, de comentar lo que estaba sucediendo políticamente en el país, eran mujeres de opiniones muy fuertes, mujeres que se batieron mucho en la esfera pública, que hicieron muchos debates, que siempre estuvieron defendiendo el feminismo y el aborto a principios de siglo XX, que uno pensaría que son temas de los que se hablan ahora, pero no, siempre ha habido mujeres incómodas en este país. Eso me parecía interesante: cómo un país tan conservador tenía una historia de resistencia también.

Usted ha mencionado en diferentes oportunidades que uno de los mayores desafíos del libro fue la investigación y encontrar información de estas mujeres. Quisiera que nos contara un reto y una facilidad durante su trabajo.

Lo retador era encontrar la información, porque es difícil de conseguir. Son 14 mujeres y yo me demoré cuatro años en la investigación de ellas porque era complicado. Hay muchas mujeres que se quedaron por fuera porque no había fuentes y aunque eran muy importantes las fuentes históricas no me iban a permitir escribir de ellas más de dos páginas, entonces eso por un lado, fue lo más difícil.

Las mujeres que están ahí fue porque tuvieron algún tipo de obra publicada, así fueran periodistas, sociólogas o de otras disciplinas. Eran mujeres de las que se podía tener su obra y analizarla y hacer lecturas tangentes de ellas.

Lo más fácil, si se puede decir así, fue leer sus vidas y entenderlas. Investigarlas y entender lo que estaban pensando, comprender porque necesitaban revelarse, porque necesitaban salir de sus casas, porque querían desvincularse de tantos roles de género. Desde ahí, yo creo que es el lugar donde yo escribo sus vidas, porque a pesar de que es un libro muy bien documentado (aparece la bibliografía al final de cada capítulo), pues es un libro que también está escrito desde mi ángulo, desde mi suposición de cómo sería vivir en ese siglo con esas inquietudes en la cabeza.

¿Qué reflexiones tuvo mientras escribía el libro? ¿Cree que cambió algo en usted?

Yo creo que muchas cosas cambiaron. Primero darme cuenta de que nada de lo que estamos batallando ahora las feministas colombianas son ideas originales o algo novedoso, sino que estas son luchas que llevamos dando desde hace casi un siglo y que hay que honrar a esas mujeres que vinieron antes y que dieron la pelea.

Muchas veces pensamos que las mujeres de la generación anterior eran anticuadas o machistas, siempre está esta superioridad de la juventud y realmente para mí lo que cambió fue conocer la historia de Colombia, porque yo no tenía mucho conocimiento de ella antes de hacer este libro.

Fue darme cuenta que, aunque muchas veces decimos ‘en Colombia nada cambia, todo sigue igual, para qué salimos a protestar si nada va a cambiar’, y creo que eso es algo que fácilmente es falaz cuando uno examina la historia del país: porque sí es una historia de élite, de conservadurismo muy fuerte y violento, pero también es una historia de resistencia.

Me dio optimismo saber que somos un pueblo que resiste de alguna forma y que esa es la única manera posible de poder hacer que algo cambie. Es darse cuenta de que esa historia de resistencia se ha venido fortaleciendo desde hace mucho tiempo y que es posible que haya algún cambio.

Cuando uno empieza a leer sobre feminismos, siempre está la duda de quiénes fueron las pioneras. Indagamos y nos topamos con que aún hay muy poca información puntualmente de la historia del movimiento en Colombia. Inclusive muchos desconocemos aún hechos importantes del país que deberían estar en nuestra memoria colectiva. Frente a esto, ¿Qué tanto cree que esa falta conocimiento nos limita o nos impide entender la historia del feminismo en el país?

Yo creo que es muy difícil de conocer, en el sentido en que ese es un tema que pasa por la intuición, por un lado. Las mujeres que somos feministas tenemos unas intuiciones frente a por qué ciertos roles de género están mal y esas intuiciones luego pueden transformarse en una conciencia política, si entran a un ambiente en donde se pueda dialogar y conversar, y siento que eso sucede mucho con los colectivos feministas, con las juntanzas y las marchas.

Uno sale y uno ve mujeres que piensan como uno, se siente identificado y se emociona. Me parece que es un conocimiento que hasta hace muy poco tiempo en Colombia estaba muy supeditado a la academia y ella es muy interesante y yo la amo (este libro muestra la importancia de la academia y de conocer las ideas de todas estas mujeres), pero siento que muchas veces la lectura de eso puede ser un poco difícil o acceder a esos documentos puede ser complejo.

Me parece que debería haber formas de comunicar todo esto sin caer en lo frívolo porque ahora hay muchos lugares o iniciativas que son muy buenas para hacerlo todo un poco más digerible, pero a veces se cae en decir que el feminismo es una sola cosa o un slogan, que cabe en una camiseta o se puede twittear.

Cuando el feminismo lo que realmente es, es un campo en disputa, una corriente filosófica, un lugar que trae más preguntas que respuestas, entonces pedirle al feminismo influencers, es muy complicado porque lo que pasa es que aparecen entonces muchas discusiones que son falsas.

Me parece que es un lugar muy difícil de comunicar, porque como te digo es un campo en disputa y el feminismo necesita mujeres rebeldes y ellas van a discutir y a pelear con otras feministas, entonces muchas veces lo que se pide es que todo sea como una cosa homogénea y que todos estemos de acuerdo y eso jamás va a pasar con el feminismo.

Siento que el feminismo no es fácil y buscar información de eso tampoco, el solo hecho de preguntarle a tu mamá si es feminista, no es fácil, el hecho de poner el tema del aborto sobre la mesa del comedor con la familia no es fácil.

Cortesía: Penguin Random House.
Cortesía: Penguin Random House.

Cuando empecé a leer libros sobre feminismo y a descubrir más autoras relacionadas a este tema inició una transformación frente a cómo veo a las mujeres. A medida de que aprendo sobre los feminismos siento que me quito cada vez más vendas y eso me pasó con ¡Dinamita! ¿Cuál cree que es esa venda que quita a sus lectores, cómo cree que es el cambio que se da con la gente que lee el libro?

A mi me gusta mucho pensar que esto es un libro para todo público, que no es solo para mujeres y es algo con lo que pelee mucho con la editorial y era que esto no se podía patrocinar como un libro solo para mujeres, esto es un libro para personas curiosas de la historia de Colombia y que quieren saber más de feminismo. Cualquier persona se podría interesar por ello.

Amo mucho el feedback de mujeres feministas que lo han leído porque arman una conversación interesante con el libro, pero me ha sorprendido la retroalimentación de hombres que han leído ¡Dinamita! y que han encontrado una forma de reconocer a sus mamás o a sus abuelas. No ha habido un solo hombre que no me haya dicho ‘la historia de tal mujer es la de mi mamá’, o ‘la historia de ella es similar a la de mi abuela’; ‘mi abuela también tuvo que salir de la casa corriendo para poder ir a la universidad’.

Estas mujeres son increíbles, frente a que uno no puede creer cómo hicieron para salir adelante en medio de un país tan opresivo, pero también son nuestras mamás y abuelas. Que yo pueda ir a la universidad, que pueda ser una mujer con educación de posgrado que pueda ser una mujer de 35 años que en su vida se ha preguntado por tener hijos o no y que pueda salir de fiesta cuando se me de la gana; que sea una mujer que puede vivir sola y que se mantenga: todo eso es gracias a que mi mamá es una mujer intuitivamente feminista y a que mi abuela también dio unas peleas.

Esas genealogías están en nosotras, que seamos una generación mucho más libre, en parte se debe mucho a nuestras madres, sea porque fueron mujeres que nos abrieron la puerta o nos la cerraron. Si la cerraron nos rebelamos contra eso y si la abrieron las abrazamos y queremos. No hay que olvidar que Colombia es un país de madres solteras, donde las mujeres han tenido que salir a la fuerza laboral desde los años XX para mantener a sus hijos, para que no mueran de hambre.

Eso me ha gustado mucho, que esos hombres han encontrado esos espejos y han dicho “el feminismo no es tan ajeno a mí”, “sí es más difícil para una mujer que para un hombre”.

Hablando de espejos, ¿se vio reflejada en alguna historia de las 14 mujeres que perfila. ¿Se sintió más identificada con alguna?

Yo creo que con todas en algún momento. Pero me pasó mucho con Ofelia Uribe, porque era una feminista que en los años 30 tenía un programa de radio y yo tengo el podcast, entonces para mí fue sorprendente, pensé ‘alguien más entendió la importancia de comunicar el feminismo de esta manera’. Ella tenía algo interesante, tenía una revista que era una parodia de las revistas de mujeres en ese momento y ella se acercaba al feminismo con mucho humor, que es algo que hago mucho en Womansplaining. Tengo una manera muy cínica e irónica de decir las cosas que a veces se critica mucho porque se supone que el feminismo es un tema serio, pero yo admiro mucho eso: poder utilizar un lenguaje más lúdico. Yo siento que el feminismo también es un lugar de libertad. Ofelia hacía muchas parodias de las revistas cosmopolitan de su época y eso me gustó mucho.

En la entrevista con el diario El Tiempo, usted compartió algunas reflexiones sobre la rebeldía y sobre cómo en esa época algo tan básico como leer o divorciarse era rebelde para esas mujeres. Pero para usted, ¿qué es la rebeldía?

Yo creo que ser rebelde es como despojarse mucho de las ideas de lo que se supone que debe ser una mujer, estamos socializadas de una manera en la que a veces no somos tan inteligentes, que debemos ser más modestas, mantenernos calladas, ser prudentes, hay un montón de valores que se asocian con la mujer y yo siento que cualquier mujer que se salga de ese molde (y todas en algún momento lo hacemos) ya nos volvemos rebeldes. Poder hablar en público de un tema incómodo nos hace rebeldes, poder acceder a la educación.

¿Qué es lo que más le gusta de ser escritora?

Me gusta poder ver mis ideas materializadas, tener una idea y pensar que sería interesante hacer algo y luego pasar por un proceso que es bastante largo y difícil y ver que eso existe. Pensar ‘me imaginé un libro y años después ahí está, fuera de mí’. Eso me parece mágico.

¿Qué es lo que más le gusta de ser mujer?

Tengo algunos problemas con esa idea de “ser mujer”, porque siento que es todo. Si me pusiera muy hippie ser mujer es estar en un lugar de subordinación. Para mí todo aquel que haya estado subordinado en el patriarcado es una mujer porque es el otro, el revés del patriarca es una mujer y es quien ha tenido que soportar esas violencias.

En ese sentido, siento que lo que prefiero de no ser un hombre blanco, sin género, heterosexual es la posibilidad de complicidad. Siento que aquellas personas que hemos sido subordinadas por la violencia del patriarcado generamos ciertas redes de confianza y complicidad que nos permiten liberarnos y resistir a esas violencias.

¿Está preparando algún libro nuevo en este momento?

Estoy haciendo una novela, pero está muy en proceso, existen algunas páginas pero aún nada concreto.

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