“En el mundo en el que crecí había dos caminos: el robo y las drogas o pasar el tiempo libre con la pelota”: Wilmar Barrios

El cafetero contó detalles de las diferentes situaciones que tuvo que vivir en su infancia para llegar a ser profesional.

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El cafetero contó detalles de las diferentes situaciones que tuvo que vivir en su infancia para llegar a ser profesional. Crédito: Instagram @wilkpo

Los primeros años de Wilmar Barrios no fueron para nada fáciles, sus sueños y el apoyo de su familia fueron claves para que el cartagenero lograra vivir del fútbol y hoy por hoy ser considerado como uno de los jugadores más importantes de su país en el balompié internacional.

Luego de pasar su temporada de vacaciones en su ciudad natal Cartagena, el actual futbolista del Zenit de San Petersburgo, al que llegó a principios del 2019, habló con Match TV sobre su actualidad y recordó también algunos de los momentos más duros por los que tuvo que pasar cuando era niño.

“En el mundo en el que crecí, siempre ha habido dos caminos. Uno es el robo y las drogas y el otra es pasar todo el tiempo libre con la pelota. Por lo general no puedes separarte de esa realidad y soñar que algún día saldrás de ese mundo difícil. Pudo haber pasado en mi vida que hubiera elegido el camino equivocado, pero gracias a Dios me gustaba más el fútbol”, le dijo Barrios al canal ruso.

La pobreza en su tierra siempre ha estado presente, y como en varios lugares de Colombia, recordó que la única forma de jugar al fútbol era descalzo ya que su familia no contaba con los recursos suficientes para comprarle unos botines. “Era muy raro que alguien jugara con zapatillas, eso significaba que esa persona tenía dinero y para la mayoría esa oportunidad simplemente no existía. Jugábamos descalzos con las suelas gastadas bajo el sol intenso”, explicó.

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El cafetero contó detalles de las diferentes situaciones que tuvo que vivir en su infancia para llegar a ser profesional. Crédito: Instagram @wilkpo

Desde pequeño inició a trabajar para poder recolectar dinero y así poder ir a entrenar a las primeras escuelas de formación en las que pudo involucrarse, su abuela Cilia Martínez fue su gran cómplice y quien le dio la mano desde el inicio. “Mi abuela siempre guardaba hielo y jugos congelados en el refrigerador de casa. Esto es algo que se podría vender en la calle y fue lo que hice para ganar un boleto de autobús de ida y vuelta, con el calor tan fuerte la gente compraba más fácil”.

En el sector Omaira Sánchez del barrio La Candelaria en Cartagena, creció Wilmar Barrios junto a su familia en cabeza de su abuela, según relata el jugador siempre se preocupó por ellos y le agradece a Dios de que, gracias a ella, nunca les faltó comida en la mesa.

“Siempre teníamos algo para comer. Es cierto que a veces podía ser solo arroz para la cena. A veces se nos ocurría algo para variar, por ejemplo, podíamos espolvorearlo con café molido para el desayuno. Mi abuela realmente no tenía suficiente dinero para pagar en la tienda, todos la conocían como una persona muy decente y sabían que estaba recibiendo beneficios de cuidado de niños. Por lo tanto, podría pedir prestada algo de comida y pagar más tarde, siempre se aseguraba de que tuviéramos algo en el estómago”, añadió Barrios.

Una vez su talento fue descubierto por el Deportes Tolima en Colombia, Wilmar Barrios inició a ganar algo de dinero para poder retribuirle a su familia todo lo que recibió en su crianza.

“Recuerdo muy bien el día en que gané mi primer dinero realmente serio en Tolima. Recibí aproximadamente 1.300 euros en efectivo a la vez (más de cuatro millones de pesos). Fue una gran cantidad para mí, nunca había visto esto en mi vida y nunca lo tuve en mis manos. Volví a mi casa y le di la mitad a mi abuela. Ella me abre los ojos y dice: “¡¿Qué es esto?!”. Le dije: “¡Esto es para ti! Cómprate lo que quieras”, recordó.

Ahora Wilmar vive uno de sus mejores momentos, pues se ha consolidado como titular en el Zenit donde ya ha ganado cuatro títulos y es un pilar importante en la Selección Colombia. Reconoce que ha madurado mucho en todos los aspectos y sabe que día a día puede mejorar aún más. Su actitud competitiva y deseos de querer ganar más campeonatos con la escuadra rusa han hecho que sea considerado como un jugador muy temperamental.

“En el campo estoy dispuesto a dar la última gota de sudor por mi equipo y mis muchachos. En la vida, por supuesto, soy más tranquilo y alegre. Con mis amigos soy una persona muy abierta y me río a menudo, además canto. Hay diferentes momentos que pueden desequilibrarme y puedo explotar un poco. Sin embargo, siempre mantengo la calma, después de todo, tenemos una vida y quiero vivirla con una sonrisa en mi rostro que es lo que estoy intentando hacer”, afirmó.

En esta nueva temporada con el Zenit suma 16 partidos jugados por Liga, uno por Copa y seis por UEFA Champions League. Es uno de los jugadores más importantes del club y se ha ganado el cariño de la hinchada. Pasó sus vacaciones en Cartagena, allí asegura haber recargado energías al compartir con amigos cercanos y por supuesto con su abuela, una persona muy cercana y querida para él. “Hubo tiempo para recargar pilas, para charlar con familiares y amigos en nuestra casa. No hubo tal oportunidad durante un año y lo aproveché al máximo. ¡Fue grandioso!”, concluyó.

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