Los hermanos Miguel y Gilberto Rodríguez Orejuela, fundadores del Cartel de Cali, se encuentran en grave riesgo de morir recluidos en cárceles estadounidenses. La revista Semana reveló que ambos hermanos son positivos para COVID-19 y que uno de ellos, Gilberto, cuenta con peligrosas comorbilidades.
Ambos hermanos tienen una edad avanzada que los pone entre la población de riesgo frente al coronavirus. Miguel, recluido en una cárcel en Pensilvania, tiene 77 años. Por otro lado, Gilberto, preso en Carolina del Norte, tiene 82 años, ha padecido cáncer de colon y ha presentado dos infartos.
De acuerdo con el medio, por su delicado estado de salud, el hermano mayor le pide a las autoridades que se le permita pasar sus últimos días de vida en territorio colombiano. A pesar de sus peticiones basadas en haber cumplido 25 años de pena entre Colombia y Estados Unidos, las autoridades norteamericanas no conceden los nueve años transcurridos en su país natal.
¿Quiénes son los Rodríguez Orejuela?
Gilberto y Miguel Rodríguez Orjuela nacieron en el municipio de Mariquita, Tolima, en 1939 y 1943, respectivamente. La familia de los hermanos se trasladó a Cali, capital de Valle del Cauca, buscando oportunidades por fuera del pequeño municipio.
Gilberto y su hermano, cinco años menor que él, fundaron en los años setenta un grupo criminal llamado ‘Los Chemas’, el cual realizaba labores al margen de la ley no relacionados con el narcotráfico.
El siguiente paso para sus actividades delictivas fue la cocaína, negocio que los posicionó entre los hombres más ricos de Colombia. Gilberto alcanzó a amasar una amplia red de empresas, entre las cuales, según la revista Time en 1991, estaban farmacias de cadena, oficinas, edificios, bancos y concesionarios. Además, tuvo propiedad en el América de Cali y tenía poder sobre medios de comunicación locales.
De acuerdo la misma publicación, los hijos de los Rodríguez Orejuela se educaban en Estados Unidos y Europa. Incluso, los colombianos los comparaban con las familias estadounidenses Rockefeller y Kennedy, por su poder y riqueza.
Para principios de 1991, el Cartel de Cali, nuevos dueños del negocio tras la decadencia del Cartel de Medellín, producía el 70% de la cocaína que llegaba a Estados Unidos y el 90% del alcaloide vendido en Europa. Con la influencia y gran riqueza por sus ilícitos, llegaron a ser el entramado criminal más poderoso del mundo.
“El cartel de Cali es la organización criminal más poderosa del mundo. Ninguna organización de drogas rivaliza con ellos hoy o quizás en cualquier otro momento de la historia”, le dijo a Time Robert Bonner, funcionario de la DEA.
El Cartel de Cali tenía una violenta rivalidad con el Cartel de Medellín de Pablo Escobar, pero los hermanos Rodríguez Orejuela no contaron con que la muerte del temido capo -el 2 de diciembre de 1993- iba a ser la razón por la que las autoridades voltearon su mirada a los hermanos.
El 9 de junio de 1995, pocos años después de llegar al pico de su carrera, Gilberto Rodríguez Orejuela fue capturado por las autoridades colombianas en el barrio Santa Mónica, al norte de Cali. El 6 de agosto de ese mismo año, se capturó a Miguel, el hermano menor, mientras se intentaba esconder en una de las caletas del grupo criminal.
El temido grupo criminal tuvo influencia empresarial y política en Colombia, tal como lo hizo su cartel rival en Medellín. Incluso, el entramado de los Rodríguez Orejuela llegó a afectar en la Presidencia de la República con el llamado ‘Proceso 8000′, con el cual se acusó al presidente Ernesto Samper de recibir financiación del Cartel de Cali.
Desde marzo del año pasado, se conoce que Gilberto estaría próximo a fallecer y ruega en una prisión estadounidense que lo dejen volver, viejo y enfermo como está, a morir su país.
Rodríguez Orejuela se encuentra actualmente recluido en una cárcel de mediana seguridad de Carolina del Norte, pagando una condena de 30 años la cual se cumple en febrero de 2030, cuando el otrora narco más poderoso de Colombia cumpliría 90 años.
Pero su delicado estado de salud tiene a sus abogados pidiendo por segunda vez su liberación por principios de compasión y clemencia. La primera solicitud que hicieron sus abogados en 2019 fue ante el penitenciario donde está recluido; la nueva, fue elevada ante la Corte del Distrito Sur de Florida.
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