Un grupo de escaladores hizo un inusual descubrimiento en días pasados mientras se encontraban subiendo a la cima del Nevado del Huila. Se trata de los restos de una avioneta perteneciente a la empresa Aires, que habría chocado contra la montaña en 1995, quedando cubierta por la nieve.
Según varios reportes, incluido uno de la aeronáutica civil, el Embraer EMB-110P1 Bandeirante, de fabricación brasilera y placas HK-2594 había despegado del aeropuerto de Neiva, Huila, a las 9 de la mañana del 14 de agosto de dicho año, con destino al aeropuerto Alfonso Bonilla Aragón de Palmira, Valle del Cauca.
No obstante, la comunicación con la misma se perdió 40 minutos después de la salida, tras pasar por el municipio de Inzá, cuando el aparato volaba a unos 14.500 pies de altura. El choque le quitó la vida a los ocho tripulantes de la avioneta: los capitanes Yesid Arriaga Osorio y Juan Pablo Villa Cardona, y los pasajeros Javier A. Cardona, Amparo Sandino, Gerardo Plazas, Luis M. Cuéllar, Gerardo Osorio y Martha Zorrilla.
En la publicación, hecha en Facebook por el escalador Yesid Achicué, se pueden leer comentarios de personas que dicen ser familiares de las víctimas, incluida Elsa Marina Plazas Devia, quien dijo que “En él viajaba mi hermano Gerardo Plazas Devia y cuando aún se desconocía del lugar exacto del accidente, algunos de los familiares de los pasajeros y la tripulación, sin ponernos de acuerdo, nos encontramos en Silvia (Cauca), buscando a nuestros familiares”.
De acuerdo con el relato de Plazas, lo que siguió fue la creación de un grupo de búsqueda que se dedicó a recorrer el páramo con la ayuda de los bomberos del mencionado municipio. “Lógicamente la búsqueda fue infructuosa y luego de que cada uno regresamos a nuestros sitios de procedencia, se conoció la ubicación de la aeronave y empezó la espera del rescate de los cuerpos”.
Esas labores fueron llevadas a cabo por el cuerpo de rescate de la Cruz Roja del Tolima, que estuvieron desenterrando y moviendo los ocho cuerpos durante 15 días, para que un helicóptero Black Hawk del Ejército Nacional pudiera volar hasta una zona segura para poder terminar el traslado. “Éste rescate fue bastante riesgoso por el mal tiempo en el Nevado, pero gracias a la experiencia y pericia del Capitán Donald Tascón, —y el copiloto Miller Salazar— se logró el objetivo. A ellos, que también arriesgaron su vida para que pudiéramos dar cristiana sepultura a nuestros familiares, nuestra eterna gratitud y admiración”, concluyó Plazas. La misión terminó 21 días después del accidente, el 4 de septiembre de 1995.
En la noticia del siniestro, publicada por el diario El Tiempo, el 15 de agosto de dicho año, se detalla que “la zona, por su nubosidad y alta montaña en el macizo colombiano, es considerada crítica para labores de vuelo. Pilotos explicaron que normalmente el sobrevuelo por esa región de montaña en el Cauca se hace con instrumentos de navegación ante la poca visibilidad”.
Ahora bien, lo que hacen notar otros comentarios de la publicación de Achicué es que su grupo de montañistas pudo ver los restos del avión, que han permanecido intactos por casi 26 años, a causa del deshielo que experimenta el Nevado del Huila y que los científicos atribuyen al cambio climático.
Un reporte de Semana Sostenible, basado en cifras del Ideam, detalla que este, considerado el glaciar más meridional de Colombia, mantuvo entre 2016 y 2017 una disminución anual del 2,7 por ciento en su cobertura de nieve. La misma entidad informó que mientras en 1850 el área glaciar del volcán nevado era de 33,5 kilómetros cuadrados, en 2019 la misma apenas llegaba a 7,14 kilómetros cuadrados.
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