En los años 80 al narcotraficante colombiano Pablo Escobar se le ocurrió, en medio de sus extravagancias, construir un zoológico privado en su Hacienda Nápoles, ubicada en el departamento de Antioquia. Desde África ordenó la importación de animales exóticos como leones, jirafas e hipopótamos. Décadas después, solo una especie se acomodó a este nuevo habitad y ahora proliferan por toda la región.
Una vez Escobar murió baleado en diciembre de 1993 y su hacienda más famosa pasó a manos del Gobierno, la mayoría de las especies del zoológico fueron trasladas o murieron. Pero no los hipopótamos que quedaron a la deriva en ese lugar.
Su gran tamaño y peso hacían muy difícil y costoso su traslado, por lo que fueron abandonados a su suerte y con el paso de los años escaparon del lago de la Hacienda Nápoles a las vertientes cercanas del río Magdalena -uno de los más grandes de Colombia, que lo recorre por su zona central- se reprodujeron y hoy en día se calcula que podría haber entre 80 y 100 especímenes habitando en sus aguas.
En un artículo publicado recientemente por el medio británico The Telegraph, varios ecologistas sugieren que este problema se está tornando cada vez más grave y parecería que el único camino que queda es el del sacrificio de esta especie. Advierten que se reproducen vorazmente y son una amenaza creciente para los ecosistemas de la región.
Según este medio, los científicos pronostican que la cantidad de hipopótamos aumentará a casi 1.500 para 2040 si no se toman acciones para mitigar su proliferación. “Los impactos ambientales serán irreversibles y la cantidad imposible de controlar (...) A nadie le gusta la idea de dispararle a un hipopótamo, pero tenemos que aceptar que ninguna otra estrategia va a funcionar”, le dijo a The Telegraph la ecologista Nataly Castelblanco-Martínez.
El habitad del hipopótamo en África es de una lucha constante por tener acceso a los charcos y enfrentan enfermedades y depredadores naturales, situación que no viven en Colombia, donde los científicos dicen que es todo un paraíso para los hipopótamos.
Las condiciones en la hacienda eran ideales para ellos, lo que les permitió tener un terreno con grandes lagos y arroyos, abundantes pastizales, sin depredadores naturales, donde reproducirse.
Tanto el Gobierno, como los ambientalistas y los pobladores que se vieron forzados a convivir con ellos, llegaron al consenso de que las exóticas bestias eran un problema que tenía que ser solucionado, pues su libre deambular por los ríos del país y la posibilidad de que se esparcieran por el continente latinoamericano suponía un peligro para las especies locales.
“Para los investigadores, estas criaturas representan una amenaza ecológica, compitiendo con la vida silvestre nativa y contaminando las vías fluviales locales. La orina y las heces de los hipopótamos son tóxicas y los animales también portan una variedad de bacterias peligrosas, que pueden representar un problema para otras especies y, en última instancia, también para los humanos”, se advirte en la publicación de The Telegraph.
Frente a otras alternativas, David Echeverri López, ambientalista del gobierno, explicó que han estado tratando de esterilizar a los hipopótamos durante años, pero requiere mucho tiempo y esfuerzo, y hay pocos recursos disponibles.
Puede llevar tres meses rastrear un animal individual y el procedimiento no es fácil. Los hipopótamos machos tienen testículos retráctiles y los órganos reproductores de las hembras son aún más difíciles de encontrar, según los científicos. “No entendíamos la anatomía femenina. Intentamos esterilizar hembras en varias ocasiones y nunca lo conseguimos”, aseguró Echeverri López.
“La reubicación podría haber sido posible hace 30 años, cuando solo había cuatro hipopótamos”, dijo la doctora Castelblanco-Martínez al medio inglés, y agregó: “La castración también podría haber sido eficaz si los funcionarios hubieran proporcionado recursos suficientes para el programa desde el principio, pero ahora la única opción es un sacrificio”.
¿Buenos para el ecosistema?
Un estudio científico publicado en la revista PNAS -Proceedings of the National Academy of Sciences- y liderado por la Universidad de Massachusetts Amherst (Estados Unidos) podría cambiar la apreciación sobre los hipopótamos en Colombia, pues afirma que estos animales guardan características muy similares a otras especies extintas que habitaron el país y Latinoamérica durante el Pleistoceno tardío, hace unos 116.000 a 12.000 años.
Esta semejanza podría traer, contrario a lo que se pensaba hasta ahora, consecuencias positivas para el ecosistema, ya que con su presencia estarían reviviendo “un mundo perdido”.
Para concluir esto, el equipo de investigadores que dirigió el estudio analizó la dieta, el hábitat y la morfología de 427 especies de herbívoros con más de 10 kilos de peso que habitaron desde hace unos 130 mil millones de años hasta hoy y determinaron que algunas especies importadas lejos de ser plagas cumplen funciones que no habrían sido cubiertas por millones de años, teniendo así repercusiones positivas pues han logrado contrarrestas un largo legado de especies extintas.
“Si bien descubrimos que algunos herbívoros introducidos son los sustitutos ecológicos perfectos de algunos los animales extintos, en otros casos la especie introducida representa una mezcla de rasgos de varias especies”, explica John Rowan, investigador del departamento de biología orgánica y evolutiva de la Universidad de Massachusetts Amherst, uno de los coautores del estudio.
Rowan afirma, en un comunicado emitido para explicar los resultados de la investigación, que para el caso de los hipopótamos salvajes en América del Sur esta condición se cumple, ya que no son sustitutos perfectos pero sí lo son a otras especies que habitaron en estos ecosistemas.
“Los hipopótamos salvajes son similares en dieta y tamaño corporal a las llamas gigantes extintas, mientras que un extraño tipo de mamífero extinto del orden de los notoungulados, comparte con los hipopótamos su gran tamaño y el desarrollo de su vida en hábitats semiacuáticos. Los hipopótamos no reemplazan perfectamente a ninguna de estas dos especies extintas, sin embargo, desempeñan con un éxito aceptable la función ecológica de ambas”, dijo el experto.