Como un acto de renacimiento frente al conflicto armado colombiano, 22 miembros de su guardia se capacitaron en derechos humanos y resolución de conflictos, para llevar estos nuevos conocimientos a los resguardos más remotos dentro de su territorio sin descuidar su cosmovisión.
El pueblo emberá eyabida, en Dabeiba (Antioquia), lleva cerca de un año experimentando distintos mecanismos de sanación y reconciliación, tras cincuenta años de conflicto armado.
Según investigaciones del periódico El Espectador, la muerte de David Bailarín Domicó, el pasado 27 de diciembre de 2019, luego de pisar una mina antipersona en límites de su resguardo, entre Frontino y Dabeiba, fue un cimbronazo que llegó hasta el corazón de todos en la comunidad donde entendieron con esto que, a pesar de vivir en una etapa de posconflicto y con un Acuerdo de Paz que los cobija, las estrategias para mediar y frenar la violencia en su territorio tendrían que imperar. Y mucho mejor si se construían desde actividades comunitarias que no descuidaran sus tradiciones ni olvidaran a los que ya no los acompañan.
Desde comienzo del año pasado, los más de 1.000 emberá asentados en esta zona del noroccidente antioqueño se negaron a la idea de que en sus memorias solamente quedaran consignadas las tragedias de la guerra. Así que decidieron perdonar, vivir con resiliencia y a confiar en las nuevas oportunidades.
Tanto así que el 29 de febrero de 2020, bajo la supervisión de la Misión de Verificación de la ONU, entre otras entidades nacionales e internacionales, encabezaron junto a exguerrilleros de las antiguas Farc un ritual de perdón, en el que excomandantes como Pastor Alape y Rodrigo Granda reconocieron públicamente a estos pueblos como víctimas directas de sus acciones militares durante el periodo de conflicto.
En esa misma jornada, Leonardo Domicó, miembro de esta comunidad que está encarga de liderar los procesos indígenas en Dabeiba, reiteró que este testimonio de compromiso sobre la paz tenía que perdurar más allá de lo simbólico, con acciones concretas que hicieran prevalecer su memoria y el respeto por un proceso de paz que puede ser inacabable y acorde a las necesidades de todos los colombianos a los que el conflicto quiso derrumbar.
Luego de esto nació la idea de crear una escuela de paz para los emberá.
La escuela de los Domicó
Entre los sueños de los líderes sociales Óscar y José Leonardo Domicó está darle una función social a su guardia indígena en este municipio antioqueño. Ellos pensaban que, sin dejar de lado las tradiciones, tener una campaña pedagógica instruida por ellos podría mejorar la comunicación entre los diferentes resguardos y así poder planificar con rigurosidad proyectos en común, en este caso particular, vivir sin miedo.
A raíz de estas propuestas, los hermanos Domicó, bajo el liderazgo de José Leonardo, buscaron en la Unidad para las Víctimas un aliado que los apoyara con capacitaciones para la guardia indígena y poder tratar temas de derechos humanos y construcción de paz a partir de lo ya establecido en el Acuerdo de paz.
Entre los métodos tradicionales de sanación de los emberá, la Misión de Apoyo al Proceso de Paz en Colombia (MAPP) de la Organización de Estados Americanos (OEA), la Unidad para las Víctimas, la Gobernación de Antioquia, la Alcaldía de Dabeiba y ex-Farc del ETCR Llano Grande, lograron capacitaron a 22 indígenas de la guardia para que llevaran estas nuevas experiencias y conocimiento, pero principalmente, la descripción y explicación de apartados específicos del Acuerdo de Paz a 37 comunidades, concentradas en 11 resguardos.
Desde junio del año pasado, los 22 indígenas de la guardia fueron a “trabajo de campo” para cumplir con sus nuevos deberes.
“La tarea pedagógica de ellos comienza desde la motivación misma que tengan para salir a lugares lejanos para educar para la paz. Hay resguardos que quedan a tres o cuatro días en mula del casco urbano de Dabeiba, por lo cual ya se pueden imaginar los desplazamientos que ellos han comenzado a hacer desde hace un par de semanas para formar a su misma gente. Es una tarea noble y gracias al conocimiento que dan en la escuela son garantes de que se desestigmaticen y se dejen de subestimar los conocimientos indígenas sobre su rol de víctimas del conflicto”, comentó la oficina de la Unidad para las Víctimas, con sede en Antioquia, en una entrevista para el diario El Espectador.
Desde el cabildo mayor de Dabeiba, Óscar Domicó aseguró para este mismo medio que la “escuela móvil que va de resguardo en resguardo es uno de los ejercicios de sanación más prometedores que han tenido en su comunidad desde la firma del Acuerdo de Paz. A pesar de estar desconectados del acontecer de muchas cosas, por nuestra propia lejanía geográfica, no desconocemos que en estos años ha habido triunfos y derrotas de la implementación del acuerdo.”
Dentro de su rol de innato de ser maestros, el reto de los 22 colaboradores no se queda solo en divulgar conocimientos básicos sobre derechos humanos o resolución de conflictos. Uno de los objetivos que tiene la escuela es transmitir los mensajes en la lengua nativa de los emberá.
“Las conferencias, cursos o cualquiera que sea el método de enseñanza de la guardia, es mejor que sean transmitidos inicialmente en español, pero sin descuidar el eyapida o el catío, lenguas que nos identifican. La escuela apenas va en formación, pero amparará y no olvidará a nuestras personas desde Choramandó hasta Amparradó Alto, lugares lejanos que merecen saber de paz y asimilarlo en la lengua que aman”, propuso Domicó.
La escuela indígena de paz apela a que sus alumnos en que cada resguardo sepan que con la implementación de lo pactado en La Habana, Cuba existen garantías que van desde la reforma rural Integral hasta el derecho de las víctimas justicia, reparación y no repetición.