Los extraños suicidios de siete jóvenes indígenas en Chocó: la comunidad dice que fueron tentados por “un demonio”

Las autoridades alertaron sobre el estado psicológico y anímico de los habitantes de Bajo Baudó, quienes además sufren a diario por el conflicto armado, la pobreza extrema y la desnutrición.

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El suicidio adolescente en comunidades indígenas es un fenómeno que según UNICEF, genera preocupación por el aumento constante.
El suicidio adolescente en comunidades indígenas es un fenómeno que según UNICEF, genera preocupación por el aumento constante.

Este domingo 3 de enero se conoció a través de Blu Radio la grave situación que vive el municipio de Bajo Baudó, departamento del Chocó, por cuenta de siete jóvenes indígenas de la zona que se quitaron la vida en los últimos dos meses, tres de ellos en las últimas dos semanas.

“Estamos muy preocupados con la situación que está pasando en las comunidades de nosotros, se están viendo cosas”, señaló en la emisora, el líder indígena, Argemiro Traslo.

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Los jóvenes pertenecían a las comunidades indígenas de Pizarro, Unión Pitalito y Buenavista, y según las creencias de estos pueblos, accedieron al suicidio tras ser víctimas de la tentación de un demonio.

“Pensábamos que era capricho de los muchachos, pero eso es el diablo que los coge y los mata y después los deja lindados, ahorcados”, manifestó el líder indígena en el mismo medio nacional.

De acuerdo con Blu Radio, las comunidades afectadas hacen un llamado para que llegue a la zona un sacerdote o algún miembro de la Iglesia. Pero además, “las autoridades alertaron por la condición anímica y psicológica de los pobladores de esta zona”, un territorio difícil debido a la incursión de grupos armados, la presencia constante de la pobreza extrema y la desnutrición.

Suicidio adolescente en pueblos indígenas, un fenómeno silencioso

Según un estudio publicado por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), el alto número de suicidios que se registra dentro de la población indígena en América Latina es un fenómeno preocupante y poco conocido.

Pueblo indígena en una comunidad ubicada en el departamento de Chocó (Colombia). EFE/LEONARDO MUÑOZ/Archivo
Pueblo indígena en una comunidad ubicada en el departamento de Chocó (Colombia). EFE/LEONARDO MUÑOZ/Archivo

Son muchas las causas, pero según dicho documento e información de las Naciones Unidas relativo a la “Situación mundial de los pueblos indígenas”, “muchos jóvenes indígenas se sienten aislados, fuera de lugar tanto en sus propias comunidades, al no encontrar en ellas un lugar adecuado a sus necesidades, como en las sociedades envolventes, por la profunda discriminación que en ellas impera”.

Una investigación de Santiago Alfonso Valencia Rico, magíster en Antropología de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), señala que algunas de las razones por las que los indígenas del pueblo Ikʉ, de Yo’sagaka, en la Sierra Nevada de Santa Marta, deciden quitarse la vida, están asociadas a “espíritus que toman posesión de los cuerpos, temor a afrontar castigos, asuntos de linaje o convicción de que llegó la hora de morir”

Según la investigación, en Colombia hay muy poca información sobre este fenómeno y sus causales al interior de los pueblos indígenas del país, y señala que “en el Boletín anual sobre muertes violentas 2018, del Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses, en la clasificación de factores de vulnerabilidad de las personas que se quitan la vida solo se incluye el ítem “grupos étnicos”, en el que se reportaron 47 casos asociados con indígenas”.

El estudio realizado por Valencia y publicado por la UNAL relata algunos testimonios como el de Lilia, “quien calcula que en los últimos 37 años, desde que su padre, don Rafael Rodríguez, se quitó la vida, unas 12 personas han tomado la misma decisión”.

“Allá llegó la ciencia y la religión occidental, por lo que parte de los elementos ancestrales de su religión, como el mamo (líder del pueblo), han venido perdiendo su lugar en lo religioso y lo político. Esa desestructuración tiene a un pueblo –caracterizado por ser fuerte y religioso– en grandes dificultades, pues la conquista parece no haber terminado, señala el investigador.

Valencia señala a su vez que el tratamiento del fenómeno se agrava por la falta de registros precisos de los casos registrados, ya que no cuentan con una discriminación detallada, respecto a pueblos, resguardos o autopsias psicológicas.

Además, detalla que “no es un problema sencillo de afrontar”, dado que las comunidades no siempre tienen la disposición para entregar la información. Por eso señala que “la principal y única recomendación es entender que somos los menores y ellos los mayores, comprender que estos pueblos son los cuidadores del universo, por lo que se debe respetar su sistema político, su educación, su religión y su salud”.

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