Ángela es una mujer transgénero que, tras 64 años de vivir siendo Miguel Ángel, decidió darle expresa libertad a la mujer que siempre fue pero que, por miedos propios de su entorno machista y conservador, no había podido dejar ser. El medio regional El Nuevo Día descubrió la historia hace unos meses y este domingo la retomó el periodista José Mojica, del periódico colombiano El Tiempo, quien es oriundo del mismo lugar: El Líbano, Tolima.
El 14 de febrero de 1956, Ángela nació de la unión de Idelfonso Torres y Mery Cárdenas. Sus padres nunca se enteraron de la identidad sexual de su hija Ángela. Don Idelfonso, su padre, falleció hace 13 años y Mery, su madre, fue internada en un ancianato cuando cumplió los 95 años de edad.
“Mejor que no se dieron cuenta”, le dijo la mujer de 64 años al periódico El Tiempo. Para Ángela, quien hoy en día usa el cabello largo, se maquilla, y suele usar vestidos, la noticia para sus padres pudo haber sido dañina y, según comentó en su entrevista, puedo haberlos lastimado.
“Con el paso del tiempo, dije: me puedo vestir de mujer y hacer lo que se me dé la gana. ¿Y quién va a decir nada? Mi mamá está en el ancianato y mi papá se murió hace doce o trece años. Ya puedo hacer lo que se me dé la gana”, explicó Ángela, quien también aceptó que durante muchos años guardó rencor hacia otras mujeres, debido a su frustración de no poder ser ella misma libremente, “porque no podía consumar el deseo de mi corazón de ser una muchacha”, aclaró para el periódico colombiano.
Ángela tiene seis hermanos, sin embargo, con ninguno tiene contacto actualmente.
Sus hermanas hicieron parte fundamental del descubrimiento de Ángela: cuando todavía era identificado como un niño, como Miguel Ángel, ella soñaba con ponerse la ropa y usar los accesorios de ellas. Ángela es la segunda de siete hijos.
Hacia los 40 años, cuando se confrontó a ella misma y se dio cuenta de lo que realmente sucedía en su interior, empezó a madurar, como ella misma lo dijo, y empezó a ser más libre entre lo poco que le permitían sus circunstancias, recoge el diario bogotano.-m
Por su trabajo como vendedora de lotería, mismo oficio al que se dedicaba su mamá cuando el padre los abandonó por otra mujer, Ángela se enfrenta todos los días a diferentes circunstancias por los recorridos que debe hacer por las calles de El Líbano para vender sus productos.
Ángela ha cambiado su apariencia física y, por ello, recibe burlas, insultos, e incluso agresiones físicas. Cuenta ella que algunos hombres intentan manosearla y tocarla abusivamente.
Obligada a vestirse y a verse como se ve un hombre convencional en una sociedad conservadora (cabello corto, pantalones, camisetas) durante toda su vida, Ángela se ha dado el permiso de usar blusas, pantalones de licra, vestidos, faldas y zapatos de una mujer. Además se prometió que nunca más se cortaría el cabello.
Incluso antes de identificarse como una mujer, Ángela, a quien todos conocían, y todavía conocen, como Miguel Ángel, se vestía de una manera andrógina. Usaba pantalones anchos, como los que usaba Elvis Presley en los años 70, le cuenta al periodista de El Tiempo, explicó que lo hacía porque para ella era ropa que se acercaba a lo femenino, “me gustaba la ropa hippie porque se parecía a la ropa de las mujeres”.
Fabio Martínez, encargado de la oficina de derechos de la comunidad LGBTTIQ+, hizo parte fundamental del despertar de la identidad de Ángela. Además de entenderla y acompañarla, de alguna manera, empezó una campaña de educación hacia las personas que la insultaban o se burlaban de ella.
Siempre la defendió, sin embargo, ahora no puede hacerlo de la misma manera, pues su cargo fue eliminado, “todos mis halagos para Ángela por haber sido capaz de luchar por sus sueños. Muy poca gente lo hace. Y más, en su condición y en un pueblo tan conservador y machista como este. La gente la silbaba, se burlaban de ella. Pero nunca se enfrentó a nadie. Después, la gente empezó a defenderla”, le comentó el exfuncionario a El Tiempo.
Ángela hoy lidia con varias batallas: el cambio de su nombre en la Registraduría Nacional es una de ellas, pues en su cédula todavía es Miguel Ángel. Por su edad, Ángela no puede someterse a una cirugía de reasignación de sexo, pues, aunque lo desee, podría poner en riesgo su vida con tan delicado procedimiento quirúrgico. Asimismo, todavía le cuesta escuchar que la llamen por su antiguo nombre, todavía no ha podido hacer que todos la llamen como se debe, Ángela. Su permanencia por tantos años en el sector hace que varios de sus vecinos la sigan llamando Miguel Ángel.
Ángela hoy vive en un inquilinato, en una habitación que paga con el dinero que gana de sus rifas, sin embargo, su situación económica es apretada. En su diálogo con el periódico bogotano explicó que, de vez en cuando, su hermano le envía dinero para suplir sus gastos de alimentación.
Desde muy joven, Ángela ha frecuentado iglesias evangélicas. Según ella, a diferencia de los templos católicos, los evangélicos son más abiertos a entender su sexualidad, se siente más respetada y recibida.
“Yo siento que Dios me dará la dicha de alcanzar la vida eterna porque me he portado bien en este mundo y porque he luchado mucho para no defraudarlo. Al cielo no entran personas: entran las almas libres y en paz”, comentó Ángela para el medio colombiano.