La Comisión de la Verdad, a través de los espacios de escucha, busca esclarecer la verdad a partir de los testimonios de las víctimas y de todas las partes que tienen un lugar en la tarea por la convivencia y no repetición. Además, los encuentros invitan a pensar sobre los imaginarios socioculturales que propician el actuar violento contra quienes se consideran diferentes por medio de actitudes o lenguajes que atentan contra los derechos ciudadanos. El informe ‘Desarmando el prejuicio: verdades desde la diversidad sexual y de genero’ le da la voz a las experiencias de las víctimas durante el conflicto armado a raíz de sus orientaciones sexuales, identidades y expresiones de género diversas.
Según el informe, las violencias ejercidas contra lesbianas, gays, bisexuales y transexuales se fundamentaron en el prejuicio y fueron ejecutadas por guerrillas, paramilitares y agentes del Estado con el objetivo de someter la diversidad del territorio que consideraban bajo su control e imponer la normalización de los abusos. Vivian Cuello Santana, coordinadora del área de Paz y Conflicto Armado de Caribe Informativo, organización para la promoción y defensa de los derechos humanos de las personas LGBTI, aseguró que alzar la voz es un acto de valentía en medio de la discriminación y los ataques que sufre este sector de la población. Por ello, es necesario que se fomenten estos espacios de escucha como escenarios de resistencia.
Manuel Velandia, líder social LGBTI desde hace 43 años y primer homosexual inscrito en el Registro Único de Víctimas, recibió amenazas por su trabajo como cofundador del movimiento de Liberación Homosexual en Colombia y activista. En 2002, fue víctima de un atentado perpetrado por grupos paramilitares con una granada, al ser el primer candidato político homosexual.
En el espacio de escucha, el líder social sostuvo que “ser diferente es una razón para ser víctima de crímenes de odio”, ya que las violencias contra la comunidad LGBTI han sido continuas debido al patriarcado, la discriminación y el estigma por parte de todos los actores armados, incluida la fuerza pública. En el proceso de asimilar sus vivencias y apoyar a otras víctimas del conflicto armado, Velandia adoptó el concepto de ‘artivismo’, el cual consiste en hacer del arte una herramienta de trabajo para evidenciar el impacto de la violencia.
Por su parte, Mayra Alejandra Realpe, víctima de violencia sexual por parte de las Farc-EP en Putumayo, sostuvo que la comunidad LGBTI en esa región del país recibía constantes amenazas: “no se puede ser lesbiana, no se puede ser gay en estos pueblos porque van a pervertir a los niños”. La mujeres lesbianas, indicó Realpe, eran también víctimas de hostigamientos, desplazamiento forzado y violaciones a sus derechos. Además, le pidió a la Comisión que se identifiquen los patrones, los contextos y las explicaciones para que esos actos de violencia no se repitan y “nadie más vuelva sentir el dolor que hemos tenido que sufrir las mujeres, los hombres y la población diversa por su orientación sexual”.
Omar Meza, otras de las víctimas que dio su testimonio, vivió, junto a gran parte del sector LGBTI de Montes de María, la violencia por prejuicio que se agudizó durante el conflicto armado. Meza aseguró durante el encuentro que portar a bandera lo ha convertido en blanco de amenazas y señalamientos, pero nada le ha impedido seguir luchando por la reivindicación de sus derechos y los de los pobladores de esta región. También aseguró que las entidades del Estado lo señalaron de ser un mal ejemplo que incluso podría contagiar a los demás ciudadanos.
Según la Plataforma LGBTI para la Paz, la violencia por prejuicio fue perpetrada por todos los actores armados del conflicto como mecanismo de discriminación y control social y territorial. Estos ataques hacían parte de estrategias para establecer el orden social y moral y así legitimar su poder y mantener la dominación sobre la población civil.