Durante años, la antigua calle del Bronx, ubicada en el corazón de Bogotá, fue considerada como foco del tráfico de drogas en la capital del país, además de un refugio para un amplio número de habitantes de calle. Una de las calles más peligrosas del mundo.
Lo que nadie esperaba es que en 2019, luego de tres años de la intervención de la Alcaldía de Bogotá, un grupo de investigadores, en compañía de exhabitantes del Bronx, encontraran plantas ruderales, aquellas que nacen en espacios alterados por seres humanos, como andenes, zonas urbanas o escombros.
Según El Tiempo, el grupo a cargo de la investigación estuvo impulsado por la Fundación Gilberto Alzate Avendaño (Fuga), y el Museo Nacional, y la identificación de las plantas se llevó a cabo de la mano de tres yerbateras de la Plaza Samper Mendoza, Rosalbina Garzón, Flor Mora, y Jeimy Martínez, además de la exjefe de enfermería del Hospital San Juan de Dios, Margarita Castro.
A esa expedición botánica también asistieron exhabitantes del Bronx, y de sus hallazgos nació un herbario, un documento que a través de textos y registros fotográficos, da cuenta de los tesoros naturales encontrados en el lugar: plantas medicinales, alucinógenas, comestibles, entre otras, y cuyas historias fueron materializadas en la agenda 2021 del Instituto Distrital de Patrimonio Cultural (IDPC): ‘Un herbario del Bronx. Vida y memoria entre las ruinas’.
“Se trata sobre una perspectiva distinta sobre un territorio que aún signado por el conflicto, se manifiesta como un campo fértil nutrido por los rastros de quienes lo habitaron. Es memoria de la tierra, del lugar, de las formas de vida que la ocuparon, permite hablar de transformación de ese rincón de Bogotá ubicado en la periferia del centro histórico”, señala el IDPC en la síntesis de la agenda.
De acuerdo con el periódico El Tiempo, el proyecto hace parte de uno de los componentes del co-laboratorio de creación y memoria ‘La Esquina Redonda’ del Bronx Distrito Creativo, una apuesta de las autoridades locales por renovar el centro de la ciudad, y en especial, del ubicado entre la carrera 15 bis y 15 bis A y las calles 9 y 9 A, el antiguo Bronx.
Según el mismo medio, una de las trabajadoras sociales de ese proyecto, Susana Fergusson, fue la primera en notar que en esa zona, conocida como la ‘L’, estaba creciendo vegetación y alertó su descubrimiento. Enseguida, la antropóloga chilena Francisca Márquez arribó a Colombia en el 2019.
El proceso, que se realizó de forma artesanal, consistió en recoger muestras de las plantas -tomadas desde la raíz-, las prensaron en cartón y periódico, y luego de un proceso de secado, se armaron fichas donde se consignaba toda la información sobre las mismas, en especial, qué significado tenían cada una de ellas para las personas.
El medio bogotano explicó que en total fueron seleccionadas 24 plantas para el herbario, dentro de las cuales, de acuerdo con el IDPC, se encuentran especies como la suelda con suelda, usada por yerbateras del centro de Bogotá para cuidar huesos rotos, o la marihuana, que también sirve para sanar los dolores articulares.
El Tiempo también dio a conocer otras plantas halladas, como el rudol silvestre, usado para limpiar las energías, y la chilca, una planta para tratar el dolor de cabeza. Además, fueron descubiertas las plantas de las fresa y la uchuva.
“Volver al lugar donde consumía es fuerte. Fue un proceso muy bonito, en el sentido de volver con otra mentalidad. Cuando estábamos recogiendo las plantas, que a veces eran medicinales, lo hace acordar a uno de la gente que había en el lugar. Así, en la ruina y todo, había gente buena y gente mala; había plantas, había recuerdos por medio de esas plantas. Ese lugar que fue catalogado como el horror... y volver ahora, mirarlo, y ver que da vida, incluso hasta para la sanación de uno mismo”, expresó Winder Jojoa, exhabitante de la calle del Bronx, sobre su experiencia en la expedición, así lo indicó el mismo medio.
En la agenda, además de encontrar el nombre común y científico de las plantas, están los usos tradicionales de las mismas y una breve explicación de su origen en el país. Además, en algunas páginas hay códigos QR para escuchar la historia de cada una de las plantas, contada por quienes estuvieron al frente de la expedición.
“Este es un ejercicio de la diversificación de la memoria, para tratar los relatos del horror. Es interrogar la memoria del espacio vegetal. Y en el mundo hay más ejemplos, el estudio de las plantas ruderales del muro de Berlín, o de los abedules en los campos de concentración nazi.”, le explicó al medio colombiano, Rayiv Torres, historiador y parte del proyecto que adelanta el Museo Nacional y la Fuga.
Si desea adquirir el herbario, puede ingresar a la página del Instituto Distrital de Patrimonio Cultural www.idpc.gov.co, en su sección ‘Publicaciones’.
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