Roberto Antonio Martínez Lozano salió de Magangué, Córdoba, hacia Bogotá hace 30 años. Dejando atrás a dos hijas y a dos hermanos. Empezó a trabajar como reciclador, pero los ingresos y el tiempo empezaron a alertarlo ya que no le alcanzaba para comer y pagar su habitación, era una o la otra, así que un día, en uno de sus recorridos por el barrio La Esmeralda de Bogotá, vio una alcantarilla que, desde entonces, se convirtió en su casa. Allí permaneció por quince años hasta que la Policía lo encontró.
La alcantarilla está ubicada sobre el separador de la carrera 60, cerca al Parque Simón Bolívar, y para entrar debía levantar una pesada tapa de hierro que, con los años, le costaba cada vez más mover. Dentro del oscuro lugar, Martínez adecuó una cocina con ollas e instrumentos de cocina donde preparaba el desayuno y la comida, porque el almuerzo se lo brindaba un comedor comunitario. En otro espacio tenía metido un colchón en el que dormía y escuchaba radio, el único instrumento de distracción para él.
Según relata El Tiempo, a mediados de 2020, en medio de la pandemia, dos patrulleros de la Policía recorrían la zona cuando lo vieron salir de esa alcantarilla. Se detuvieron y de inmediato se acercaron, cuando descubrieron su condición lo siguieron visitando casi todos los días, le llevaban comida, elementos de limpieza y, a veces, solo iban a hablar. En una ocasión, relata el diario, le regalaron una mojarra de almuerzo y se sentaron a comer con él.
El hombre les dijo a los patrulleros de la Policía que ya los ladrones estaban haciendo de las suyas. Días antes de irse del lugar entraron y se le llevaron sus implementos de cocina y dos cubetas de huevos, además de un mercado que había comprado con las ganancias del reciclaje, y su preciado radio.
“Para nosotros, el impacto como policías al llegar a este sitio y ver esta persona, se nos hizo un nudo en la garganta y decidimos entre los compañeros luchar por sacar a este señor”, por lo que empezaron a hablar con algunos medios de comunicación para hacer conocer la historia y, en medio de la gestión, le regalaron un nuevo radio que recibió con mucha emoción. Después, llegó la Secretaría de Integración Social de Bogotá.
“Esta mañana tuve la mejor sorpresa de mi vida cuando se me acercaron unos muchachos vestidos de blanco, como unos ‘ángeles’, y sentí una energía muy bonita. Ellos me hablaron de que tenían para mí un lugar con comida y techo dignos. Ni lo dudé y de inmediato acepté”, dijo el hombre en su momento. De ahí salieron directamente al hospital de Chapinero, donde lo revisaron y, después, en el centro de la ciudad, le practicaron la prueba del covid-19.
El hombre solo tuvo una petición: no estar cerca de personas que consumieran estupefacientes: “duré 31 años consumiendo drogas y duré más de tres años sin hacerme aseo, entonces yo ya dejé eso”, dijo. Actualmente está en el Centro Día- Noche Restrepo 2 de la Alcaldía, donde convive con otras personas que estuvieron en su misma condición, recibe las comidas del día y está rodeado de profesionales que lo cuidan.
Finalmente, el hombre le dijo a El Tiempo que quería un hogar donde pudiera pasar el resto de su vida, esperando que sea con su familia. “Salí de Magangué, somos tres hermanos: la mayor, Rosalba; luego, Ramón y yo. Si de pronto ellos están vivos, o se enteran de que estoy acá, que vengan y me ayuden, yo deseo verlos, quizá ellos también quieran verme”, pidió el hombre que ya cumple más de 70 años.