Francisco Larrañaga manejaba el carro en el que iba junto a su esposa Juliana Giraldo el pasado 24 de septiembre, cuando un soldado, en la vía Miranda-Corinto, en el departamento del Cauca, disparó contra el carro al ver que este se devolvió cerca donde se encontraban unos uniformados del Ejército. Lo que para los soldados fue un acto sospechoso y, al parecer, la razón por la que el joven militar de 19 años accionó su fusil, para Juliana y Francisco fue una maniobra para evitarse un llamado de atención: no habían llevado los papeles del carro, por lo que se devolvieron a recogerlos, entre ellos la cédula de Juliana.
Sin embargo, para ella, una mujer trans de 38 años, su vida acabó ahí. La bala que rompió el parabrisas trasero y pasó por el lado de un pasajero que venía en la parte de atrás del carro, terminó en la cabeza de Juliana en el asiento del copiloto. “¡Este man me la mató! No tenemos armas, no tenemos drogas, no tenemos nada, y este man me la mató. ¡Dios mío, por favor, ayúdenme!”, gritaba Francisco en un video que se hizo viral en redes sociales y donde se podía ver el cuerpo de Juliana en su asiento, con la cabeza hacia un lado.
Larrañaga, en entrevista con El Tiempo, expresó que trata de tener la mente y el cuerpo ocupados. “La mente para no pensar cosas que me afecten y el cuerpo, para tampoco ir a hacerme daño. Siempre trato de estar ocupado para poder llegar a la cama bien cansado en las noches, tratar de dormir y no darle espacio a cosas negativas”, afirmó.
También admitió que no han sido meses fáciles. “Se me ha hecho muy largo el tiempo, un eternidad (...) Tengo momentos de mucho dolor. Lo que más me duele es la soledad”. Pero a pesar de haber perdido a su esposa, a quien conoció en la terminal de transportes de Cali en 2007, Francisco dice que lo reconforta la forma de su muerte. “En el momento de su muerte, Juliana no sufrió. Fue instantánea su muerte, esa es la tristeza que, paradójicamente, me da un poco de aliento”.
Su hogar
Después de haber vivido en Jamundí, Juliana y Francisco se habían asentado en Miranda, Cauca, en una casona heredada a Francisco. Juntos la remodelaron, dejando el cuarto más grande para ellos y adecuando unos espacios para criar pollos y pescado, además de dejar un parqueadero. De acuerdo al testimonio del hombre a El Tiempo, la pareja vivía con los padres de Larrañaga. Todo lo anterior se dio en el segundo piso de dicho lugar, porque el primero ya estaba destinado para algo muy importante: el salón de belleza de Juliana, quien era estilista.
Pero en esos espacios adecuados con tanta emoción y empeño hoy no se mueve nada. Según el diario, estos permanecen abandonados porque la familia y él mismo tratan de llevar el duelo con tranquilidad. “Mi idea es hacer exitosos esos proyectos en nombre de ella”, señala Francisco. Para él se suma a la lista de sueños crear una fundación homenajeando el nombre de su esposa y ahí atender personas con enfermedades terminales. Esto no le era ajeno a Juliana, quien solía ayudar con alimento y ropa a niños en condición de calle, personas LGBTI y, en varias ocasiones, les cortaba el pelo gratis en jornadas que hacia.
Frente a su relación, la cual rompió los prejuicios de muchas personas al ver a un hombre cisgénero enamorarse de una mujer trans, él dice que simplemente “la amaba con todo el corazón, con toda mi alma, con toda mi fuerza, con toda mi juventud. La sigo amando”. Agrega que nunca le importaron los comentarios de las personas que llegaron a discriminarlos.
“Toda mi familia la amaba: mi madre, mi padrastro, mi hermano. Todos siempre le dieron su lugar, la respetaron y eso a mí me hizo muy feliz. Toda mi familia está en un duelo muy berraco”.
El dolor lo comparte la familia de Juliana. Su hermana, Ana María, protagonizó un acto de perdón días después de la trágica muerte donde ella abrazó a la mamá del soldado que le arrebató la vida a su hermana. “Yo pensé: ‘Si nosotros hoy estamos perdiendo a Juliana, ella está perdiendo a un hijo, un niño de 19 años que va a ir a parar a una cárcel quién sabe cuántos años’”.
Ante el medio capitalino, Ana María revela que tiene una foto de Juliana en el espejo para acordarse siempre de la frase que más le repetía su hermana: “siempre tienes que salir regia a la calle” y así arreglarse como a Juliana le gustaba verla. “Me mantenía muy pendiente de cómo estaba, de dónde estaba, de cualquier llamado que me hiciera. Extraño sentir esa preocupación por ella. Hoy ya sé dónde está y, cuando la quiero ver, ya sé a dónde ir, y ahí la voy a encontrar, pero extraño todo”, explicó.
En el momento de la tragedia, la mamá de la víctima estaba en España, donde reside, por lo que el presidente Duque la trajo en un vuelo humanitario para poder asistir a las exequias de su hija. “Actualmente está aquí conmigo en Colombia, como familia hemos permanecido unidos”, le dijo al diario.
A pesar de lo sucedido, Ana María hace una reflexión sobre la situación del soldado de 19 años que disparó. “Ese muchacho no tenía por qué estar prestando servicio militar en una zona roja del país, ¿entonces quiénes son los responsables? Yo no creo que ellos (los soldados) fueron ese día con la intención de matar a Juliana, sino que fue un error. Tendrá que asumir sus consecuencias, claro, pero él (el soldado) también es víctima, es víctima de un Estado que lleva niños a prestar servicio militar cuando este no debería ser obligatorio”, expresó.
Lo mismo piensa Francisco, quien sigue sanando las heridas de la perdida. “Le perdono que me haya quitado la felicidad de mi lado, que me haya matado a mi esposa (...) porque las personas cometen errores”, dijo el hombre. Pero agrega que sí quiere justicia y que el responsable tendrá que responder ante la justicia. Francisco espera que el proceso se haga de manera óptima.
No hay claridad en el caso
El caso judicial iba a iniciar con la imputación de cargos por parte de la Fiscalía al soldado, pero su defensa expresó que había un conflicto de competencia y que su juez debería ser la Justicia Penal Militar por estar en ejercicio de sus funciones, por lo cual la juez de control de garantías envió el caso a la Sala Disciplinaria del Consejo Superior de la Judicatura para definir qué órgano de justicia resolverá la situación del presunto culpable quien dijo en su momento que nunca disparó de frente, sino que lo hizo contra el piso y la bala, según él, rebotó y entró en la cabeza de la mujer. Teoría desmentida por el CTI de la Fiscalía, informó El Tiempo.
Sin embargo, hasta ahora no se ha resuelto el conflicto y el caso permanece en espera, al igual que su familia quien tampoco recibió un acto de perdón por parte de los militares, aquellos que, de manera inesperada, les quitaron a Juliana.