Doña Nidia Tique vive hace más de 50 años en el barrio 20 de Julio en Chaparral, Tolima. La quebrada La Pioja es su vecina y el sonido del agua chocando con las rocas es la banda sonora de su día a día.
La experiencia le ha enseñado a Tique a estar alerta, especialmente durante los días de lluvia. Identifica el sonido de la quebrada y sabe con seguridad cuándo está en calma y cuándo se pone turbulenta.
En entrevista con Radio Nacional de Colombia compartió una de sus experiencias:
“Eran como las dos de la mañana cuando me paré a mirar a ver qué hacía, si podía sacar al niño o empezar a rescatar las cositas. Esta casa es la paterna, aquí nacieron mis hijos y mis nietos, entonces yo ya le conozco el sonido a la quebrada. Eso empieza a sonar las piedras contra las bases de la casa y me da miedo”.
Historias como la de Doña Nidia se repiten en cada barrio de Chaparral, especialmente en temporadas de invierno cuando las quebradas La Sapera (conocida como La Virgen) y La Pioja, que bordean gran parte del municipio, aumentan su caudal y ponen en riesgo las viviendas y las vidas de sus habitantes.
Por esta razón, la Secretaría de Planeación de Chaparral, Tolima, anunció a la Radio Nacional que actualmente hay por lo menos ocho barrios de la zona urbana que estarían en alto riesgo de inundaciones por las dos quebradas.
Héctor Jair Yate, secretario de Planeación de Chaparral, afirmó que ocho barrios estarían en peligro, “estamos hablando de los barrios El Libertador, Villa Café, 20 de Julio y San Juan Bautista, puntualmente de los sectores que están a un costado de la quebrada La Pioja. Por el lado de la quebrada La Virgen, tenemos La Loma, Divino Niño, Castañal y Carmenza Rocha. Entonces, hay una amenaza de inundación en estos sectores por donde pasan las afluentes”, explicó.
Don Gilberto Campos ha vivido en el asentamiento Las Brisas Bajas por más de 30 años, en diálogo con el medio recordó cómo en alguna oportunidad la quebrada La Virgen creció tanto que se inundaron las casas de sus vecinos y la única solución fue salir montaña arriba.
“La quebradita es de poquita agua, pero cuando llueve crece demasiado. Aquí no ha venido ninguna autoridad a mirar y analizar los caños, las quebradas, las corrientes. Aquí vive mi mamá, una tía, mi familia, donde vivo yo, y otras 60 familias”, compartió Campos.
Inundaciones, un problema a ciegas
Cada año Chaparral es uno de los municipios más afectados por el invierno en Cundinamarca. En la madrugada del 26 de diciembre de 2019 se presentó un desbordamiento del Río Amoyá, que dejó un saldo de cincuenta personas afectadas, nueve desaparecidas y dos trasladadas al hospital municipal según el reporte del subdirector para el Manejo de Desastres de la Unidad del Riesgo, Guillermo Escobar.
Así mismo, el pasado 2 de diciembre, dos familias del barrio El Libertador y una de la vereda El Moral, se vieron afectadas por las fuertes lluvias presentadas durante la noche en Chaparral.
Según información de la Radio Nacional, José Nelson Garzón, coordinador de la Oficina de Gestión del Riesgo del municipio, confirmó que son más de 25 familias afectadas por las precipitaciones durante noviembre y diciembre de este año, las cuales recibieron alguna ayuda por parte de la entidad.
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