El “ven a nuestras almas, ven no tardes tanto”, que este 16 de diciembre, como cada año, comenzará a ser cantado en los hogares colombianos, durante el primer día de la tradicional Novena de Aguinaldos, fue escrito casi tres siglos atrás por un sacerdote franciscano.
Cuenta la Red Cultural del Banco de la República que el fraile ecuatoriano Fernando de Jesús Larrea (1700 - 1733) fue quien comenzó a escribirlo, cuando apenas tenía 25 años de edad, por encargo de la señora Clemencia de Jesús Caycedo Vélez, quien fundó el conocido colegio La Enseñanza, en Bogotá.
Lo que la mujer quería era un libro para rememorar la llegada al mundo del Niño Dios, así como los días previos a ella, como el recorrido de los tres reyes magos desde el Oriente para llegar a Belén y celebrar el nacimiento de Jesús. Así, pues, se creó no solo el cántico del “Dulce Jesús Mío”, sino la Novena, que se celebra solo en Ecuador y Colombia, salvo algunas poblaciones de Venezuela.
La primera versión del libro, de 52 páginas, se publicó en 1784, pese a que el Banco de la República solo tiene una versión de una copia publicada en 1843. A partir de ese entonces, se dice, la celebración de la Novena se popularizó.
Y si la fundadora del colegio la Enseñanza fue quien encargó la escritura de la Novena, una religiosa de esta institución, Bertilda Samper Acosta, fue quien la adaptó: le agregó la Oración al Niño Jesús (adaptación de un texto en francés) y los nuevos gozos.
Pese a que la Novena de Aguinaldos es una tradición casi que exclusiva de Colombia, la novena —sin el aguinaldo— es un ritual católico en la que, durante nueve días o meses), se le pide a un santo específico ayuda para concretar alguna intención.
Según la Iglesia Católica, una de las novenas más importantes históricamente ha sido la de preparación a la Navidad, celebrada desde la edad media en España y Francia, para rememorar el embarazo de la Virgen María.
En cuanto a la palabra Aguinaldo, esta traduce “regalo que se da en Navidad”, según la Real Academia Española (RAE), razón por la cual, parte de la costumbre en la Novena, es compartir obsequios e incluso comida: natilla y buñuelos.
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