Los años le han permitido guardar, con precisión, los recuerdos de nóminas de equipos de antaño, mantener vivas las gestas de personajes que trascendieron en el mundo del deporte y compartirlas con el público. Hernán Peláez se convirtió en un referente del periodismo colombiano, abriéndose un lugar en el olimpo de la credibilidad. Su exitosa carrera le permitió incursionar en el mundo de la televisión, el de las letras y el de la radio, donde su nombre se convirtió en leyenda.
El ‘doctor’ habló del deporte rey junto a su colega Iván Mejía Álvarez, durante 15 años, entre el 2000 y el 2015, en el programa El Pulso del Fútbol, que se convirtió en la compañía de los colombianos durante la hora del almuerzo, a la una de la tarde. Años atrás, en 1992, nació una de sus obras maestras, La Luciérnaga; un espacio para darles entretenimiento a los oyentes, durante las horas sin luz por cuenta de los apagones que produjo el Fenómeno del Niño. El punto final de su historia con el programa llegó en 2014, cuando tomó la decisión de dar un paso al costado.
“Todos los plazos se cumplen. Hasta hoy los acompaño. Alguien dijo, y es cierto, que no hace falta quién se irá sino quién llega. Por eso La Luciérnaga va a continuar (…). Como hombre de fútbol siempre creo en el sentido de equipo y eso lo conseguí con el tiempo en el programa. Teníamos una meta clara, conseguir la inmensa audiencia que los propios oyentes establecieron en la geografía colombiana”, dijo el día su despedida, en el mes de septiembre.
Su trayectoria ha estado acompañada por la puntualidad y por la rigurosidad de usar un lenguaje simple que le permita comunicarse, de manera fluida, con el público, como lo sigue haciendo hoy en día.
“Siempre tuve esa mezcla de la ironía, el sarcasmo. Eso a la larga se convierte en humor. Alguna vez le pregunté al doctor Panesso que qué personaje manejaba para el humor negro y me dijo que Cioran, y ahí empecé a buscar cosas de él, pero como venía diciendo, eso se va construyendo no tanto con el tiempo, sino con la facultad de sacarle provecho a un comentario”, le dijo Peláez a El Espectador.
“Lo que más me enseñó la radio, hasta ahora, fue pensar en el oyente, no tanto en el que está en la cabina, sino en el que está del otro lado. Y eso también lo lleva a uno a cultivar un lenguaje muy sencillo. Un profesor me dijo que cuando uno está en un medio de comunicación y está hablando tiene que tener un lenguaje que le llegue al tipo que es analfabeta, pero que oye”, le confesó a El Espectador, en un perfil publicado este domingo, a propósito de un homenaje que le hizo el diario por su participación como maestro de ceremonia del premio al Deportista del Año.
Esa ha sido una de las claves durante sus más de 50 años en los medios, y la que le permite desenvolverse con naturalidad junto a personajes como Martín de Francisco, el particular comentarista con que, de nuevo, comparte en el programa que tienen en W Radio. “Me toca traducir lo que dice él para que los otros sepan qué es lo que quiso decir. No tengo afán de tener la noticia primero, sí de tener seguridad de lo que voy a decir”, puntualizó en el diálogo con el diario.
Sobre la prodigiosa memoria que tiene, reconoció que puede ser incluso un tema generacional acompañado de método, pues como ingeniero químico tiene un pensamiento esquemático y reactivo a la vez. Por eso puede dar alineaciones como si fueran enlaces covalentes o poesía:
“En las clases de geografía te enseñaban los ríos, los nevados. Y eso había que memorizarlo. En la poesía también aprendimos eso, porque era una materia que también veíamos. Y hay cosas de las que me acuerdo, por ejemplo que la campaña libertadora de Simón Bolívar en el Magdalena Medio era Mompox, Tenerife, Guamal, El Banco, Chiriguaná y Tamalameque. Era como una alineación. Y el fútbol me dio mucho más. Me sé las delanteras de los años 50. Eran como poesía. Como soy de Cali, recuerdo el Boca de allá, que jugaba con delanteros paraguayos. Uno sabía que el ataque era Pernía, López, Patiño, Genis y Gañepe. Todo eso uno lo asimilaba como una rima. Pero pienso que no es exclusividad mía. Es la educación de la generación”, le confesó al periodista Andrés Osorio Gillott.
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