Bogotá no es solo urbana, es rural y ancestral: Usme es una fiel evidencia. En esta localidad residen 51.200 de los 16.429 productores del campo en la capital, cuyas hectáreas representan un 75 % del territorio, y se encuentra el primer parque Arqueológico Cultural, que fue inaugurado el 12 de diciembre que pasó, en el marco del Festival Patrimonios en Ruana.
El hoy Parque Arqueológico y Cultural se ubica en la hacienda El Carmen, vereda la Requilina, donde ocho años atrás, en medio de las obras de un proyecto de vivienda, fueron halladas más de 2.500 tumbas indígenas, 135 cuerpos humanos y 300.000 fragmentos de cerámica, entre otros.
El lugar pudo ser el asentamiento más grande del pueblo Muisca a la llegada de los españoles, razón por la cual, además de ser declarado como Área Arqueológica Protegida en el 2016, se inauguró el parque, con el fin de acercar a los pobladores de la capital a la cultura indígena, esa a la que también le deben su origen, pese a que a veces se olvida.
“Cuando uno tiene un hallazgo arqueológico de esta naturaleza entiende lo que significa realmente la cultura. Son comunidades que durante cientos de años desarrollaron sus propios rituales funerarios. Y esos rituales nos hablan de la concepción que tenían de la vida y de su relación con el territorio”, explicó el secretario de Cultura, Nicolás Montero.
Con el parque, según el Distrito, se abrirá un espacio de investigación, divulgación y creación de proyectos culturales que posibiliten entender no solo la localidad de Usme, sino de Bogotá, desde otras perspectivas, así como reducir la brecha ciudad-campo.
“Son más de 3.000 contextos funerarios —no solo las tumbas, sino las prendas de vestir, artesanías y joyas halladas— que nos hablan de más de 800 años de historia: desde el año 800 d.C. hasta el año 1600 y nos muestra que la gente que vivía aquí, tenía unas relaciones enormes que van más allá de la Sabana y que llegaban hasta la Amazonía en algunos casos. O que llegaban hasta el Caribe a través de la Sierra Nevada de Santa Marta, porque los vestigios nos hablan de todas esas relaciones”, explicó el arqueólogo Ernesto Montenegro, quien encabeza las investigaciones del Instituto Distrital de Patrimonio Cultural (IDPC), en la hacienda El Carmen.
El parque también puso freno a la expansión urbana
El primer parque Arqueológico y Cultural de la ciudad no se queda solo en la conservación e investigación de los contextos funerarios hallados en el 2008, sino que imposibilita la expansión urbana en vereda La Requilina, a la que sus habitantes tanto se han opuesto y por la que, desde la administración distritales pasadas, han pedido la incorporación de las Zonas de Reserva Campesina en el Plan de Ordenamiento Territorial (POT).
“Hemos pedido voluntad política para delimitar el borde urbano del rural y que se haga más visible la producción alimentaria en nuestras veredas por parte del Distrito”, aseguró Nuri Salazar, lideresa de La Requilina, dejando en evidencia que a la problemática de presión de la expansión urbana por parte de las constructoras, se suma la falta de iniciativa de las administraciones de la ciudad por la seguridad alimentaria de la capital: comprándoles productos a sus campesinos, en lugar de traerlos de otras poblaciones del país.
Según Salazar, a pesar de que las hortalizas, frutas y verduras producidas en Usme son libres de agroquímicos y más económicas, se les compra más en los llanos orientales que en la misma Bogotá, cuando no les toca hacer trueque en campesinos para no perder las cosechas.
En el marco de esa problemática es que en el Festival Patrimonio de la Ruana, que culminará este 13 de diciembre, se pusieron estantes para que los asistentes, les compren a los campesinos, si bien no es una solución de fondo.
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