El distanciamiento social como una forma de prevención de contagio de coronavirus, en plena pandemia causada por la covid-19, detuvo muchas actividades diarias de los seres humanos. En el 2020, cualquier actividad que involucre aglomeraciones y cercanía puede ser muy peligrosa para la salud humana, incluso mortal. Establecimientos se vieron obligados a cerrar sus puertas, entre los que también cayeron los colegios. Sin embargo, profesores, padres y alumnos aseguran que el 2021 es el año correcto para retomar las actividades académicas. La educación virtual para muchos niños colombianos no puede ser una realidad por la falta de recursos.
El regreso de los estudiantes a colegios y universidades es un debate que se ha venido haciendo desde septiembre. La alcaldía de Bogotá, de la mano de la Secretaría de Educación del Distrito, ha venido trabajando en el plan RGPS, que se refiere a una Reapertura Gradual, Progresiva y Segura.
Según lo planteado en el noveno mes del 2020, los estudiantes, profesores, directivas, y demás personal de planteles educativos podrían volver a sus labores formales a finales de enero de 2021. La alcaldesa mayor de Bogotá, Claudia López, explicó que, “estamos muy entusiasmados. Vamos a seguir trabajando para que la inmensa mayoría, ojalá todos los colegios retornen y que entre enero y febrero tengamos protocolos en pie, nos estemos cuidando”.
Este plan, abarcado por las estrategia de alternancia del Gobierno nacional, al que según la ministra de Educación, María Victoria Angulo, se le han invertido $400.000 millones para adecuar las aulas que se espera tengan todas las medidas de seguridad, beneficia a madres como Sandra Viviana Torres, quien hizo parte de un compilado de testimonios que hizo el periódico El Tiempo respecto a las grandes afectaciones que han vivido las familias colombianas.
La mujer, de 37 años, tiene cuatro hijos y es madre soltera. Los menores perdieron el año, no tenían recursos para estudiar, el único celular que tienen en su hogar es el de Sandra. A pesar de las explicaciones lo único que recibió fueron comentarios hirientes, “los profesores me decían que cómo otros niños sí podían y yo no. Eso me hacía sentir miserable”, le contó la mujer a ese periódico que también aseguró tener graves problemas económicos y manifestó sentirse preocupada por sus hijos.
“Me da miedo que mis hijos, sin nada que hacer, terminen siguiendo los pasos de otros jóvenes, donde vivimos está cada vez más peligroso”, concluyó.
Situación parecida vivió Daniel Leonardo Serrato, un niño de ocho años que aunque aseguró lograr buenos resultados en sus estudios, su situación se complicó también por la falta de recursos. Al igual que los hijos de Snadra, compartía un solo celular con otros niños. “Luego tuvimos un computador viejito, pero tampoco alcanzaba para todos mis hermanos”, le contó el menor a El Tiempo.
“Me gusta estar con mi familia, pero me aburre estar encerrado, no poder salir a jugar con mis amigos a escondidas y a congelarnos. También extraño a mi profesor favorito, Henry. Él me enseña matemáticas, inglés y ciencias sociales. Él nos dejaba salir al descanso cuando nos portábamos bien y hacíamos la tarea”, relató el pequeño Daniel quien además aseguró, “Yo prometo que en mi casa ya me enseñaron a usar tapabocas, gel antibacterial y alcohol”.
Los maestros también hablaron con ese diario. Patricia Chavarría, profesora de preescolar de la Institución Educativa Distrital Heladia Mejía, habló desde su perspectiva, y confirmó lo que le dijeron al periódico la madre de familia y el menor.
La docente aseguró que tuvo que cambiar su metodología, muchos niños no tienen los privilegios de otros, por los que se inventó una forma para ayudar a aquellos que no tenían conectividad a internet o no tenían dispositivos para conectarse, “de 24 niños que tenía, apenas nueve de ellos lograban asistir virtualmente desde los datos de los celulares de sus padres”, manifestó y agregó que “teníamos clases tres días en la semana entre una y dos horas, para que la inversión no fuera tan alta”.
Chavarría explicó que tres niños de su curso no pudieron terminar su año escolar, sus padres decidieron que era mejor que repitiera el año de manera presencial cuando se pudiera. Ante la situación, la maestra aseguró que la presencialidad era necesaria y que ‘los vínculos sociales no se pueden sustituir por la virtualidad’. Le solicitó al distrito que “ajuste las condiciones de bioseguridad porque todos queremos regresar a la presencialidad”.